Mi Luz

7. ¿Convencer a Samuel?

“No quiero quedarme en el pasado, no quiero que la historia se vuelva a repetir. Voy a luchar porque es todo lo que conozco y para lo que vivo. Porque descubrí la clave de la vida, levantarse cada mañana y hacer del hoy mejor de lo que fue ayer, así en un futuro lograré encontrar aquello que busqué desesperadamente en un pasado. Por ello no me voy a doblegar ante aquellas lenguas ponzoñosas que lo piden a gritos y voy a mantener mi cabeza en alto.”

Yaroslav

-¿Cuándo ir hablar con la paloma fue buena idea?- Refunfuñé en voz baja por décima cuarta vez.- Diablos, demonios, me lleva la…

-¡Puedes dejar de quejarte!- Me gritaron Akira y Azahara a coro.

-Claro, no se ponen de acuerdo jamás pero cuando hay que ponerse en contra mío, son grandes hermanas.- Seguí quejándome en voz no tan baja. Ellas me miraron mal y lo siguiente que supe es que una rama se había levantado “mágicamente”, “por obra del destino”,  y mi cara había terminado en un charco de lodo.-  Jodida sea la vida. Yo no quiero cometer suicidio ni presentarme en la casa de la paloma, y esas dos situaciones tienen resultados iguales, Paris. No quiero morir joven.

-No es suicidio ir a mi casa…- Dijo Paris, disminuyendo su voz a medida que pronunciaba esas palabras. Me extendió una mano y me ayudó a levantar.

-Tampoco  eres joven.- Se burló Chad mientras abrazaba a Akira por la espalda, cargándola en sus brazos como princesa.

-Tienes  más de dos mil siglos.- Continuó Matt con Luz a sus hombros, la cual estaba muy entretenida peinando a su tío.

-Menudos  amigos me vine a conseguir.- Seguí refunfuñando.

-Amigos que casi matas, yo que tú me controlo y cuento hasta un millón. Querías buscar a Adelaida, esta es una buena solución para ello.- Sentenció Paris mirándome fijamente. Por un momento me perdí con los recuerdos de la primera vez que la conocí.

-¿Por qué cambiaste de opinión?- Tomé su brazo por acto reflejo y ella se sintió incómoda pero no se alejó.

- Yo… No es fácil de explicar pero no llegué a tu casa por casualidad.- La seriedad en su tono de voz me hizo fruncir el ceño.

-¿De qué hablas?- Estaba confundido, ninguno de nosotros se había preguntado eso, solo nos asustamos con su presencia.

-Yo… Yo…- Paris se soltó de mi agarre y salió corriendo hasta el pórtico de su casa. Aceleré mi paso hasta quedar detrás de ella, la tomé de los brazos y la giré hacia mí.

-¿Qué quisiste decir?- Murmuré desesperado.- Si fue Matt el que te lo dijo, no me voy a enojar.

-Es que no fue él, fue alguien más.- Cerró sus ojos con fuerza y sujetó mis antebrazos.- No sé cómo explicarlo pero no hagas que me arrepienta de esto, porque las consecuencias no van a ser unas simples cicatrices.

Me miraba entre aterrada y confusa, traté de buscarle un trasfondo a todo lo que ella me estaba diciendo pero me encontraba igual o peor. Fruncí mi ceño y Paris suspiró sonoramente, antes de que la  puerta se abriera de golpe.

Ahí se encontraba el “gran y glorioso” Samuel Arcángel, de brazos cruzados y actitud imperturbable, pero si te fijabas bien, se encontraba ejerciendo presión en su mandíbula y tenía los puños apretados debajo de sus brazos. Sus ojos no reflejaban nada pero cuando se posaron en mis manos que aún sostenían los brazos de Paris, pude notar como se les empezaba a oscurecer. La solté rápidamente y me alejé de ella, sin quitar mi vista de él.

-¿Se puede saber qué hace esta porquería en MÍ casa?- Gruñó Samuel cerca de mi rostro mientras me tomaba del cuello de mi camisa y me acercaba a su rostro.

Desde esta distancia pude apreciar las ojeras que adornaban sus ojos y como estos se encontraban enrojecidos por el cansancio, seguramente todo esto lo había ocasionado la desaparición de Luz, por lo que me hizo sentir culpable pero solo hice una mueca.

-¡Papi!- Gritó Luz emocionada, corriendo hasta su padre. Al Arcángel le brillaron sus ojos y me soltó de golpe, tomando a la niña en sus brazos.

-Mi pequeño ángel.- Murmuró Samuel al borde del llanto, recibiendo gustoso a la niña en sus brazos.

-Papi, tenemos que ayudar al tito Yaroslav.- Comentó la nena alegre mientras su padre repartía besos por su rostro.

-¿Cómo cielo?- Murmuró algo confundido. Por mi parte, comencé a retroceder lentamente, ya veía mi fin llegar. Estaba por salir corriendo hasta que mis amigos me sujetaron de los brazos.

-Que jodido que estoy…-Murmuré muy bajo para que solo ellos me escucharan.

Poco a poco fue saliendo más gente de la casa y se reunían alrededor de la niña, la cual no tuvo mejor idea que repetir lo que dijo con más firmeza.

-Papi vamos ayudar  al tito Yaroslav.- Dijo Luz decidida, y yo… Estaba a punto de salir corriendo cuando seis cabezas se giraron en mi dirección.

-¡¿QUÉ VAMOS HACER QUÉ?!- Gritó Samuel a los cuatro vientos dejando a la niña con su madre y arremangándose.

Genial, yo que tu salgo corriendo para el otro lado.  

Yo que yo también, dije que iba a ser una mala idea, ¿por qué nadie me hizo caso?

Concuerdo contigo.

-¡¿TÍO YAROSLAV!?- Gritaron de vuelta Nicolas, Bacarra, Adara y Emma, mientras me fulminaban con la mirada.

¿Todavía es tarde para arrepentirse?

***

Esto es una mala idea, definitivamente.

Al final habíamos terminado entrando todos a la casa para discutir sobre mi problema, o mejor dicho, ellos se encuentran en medio de la sala gritándole a Paris, preguntándose si se había vuelto loca.

Me recosté sobre el sofá y los observé aburrido, podía escuchar sus insultos y como me señalaban pero ellos hablaban como si yo no estuviera.

-¿No ves quién es?- Preguntó Bacarra como si fuera obvio, puse mis ojos en blanco y me crucé de brazos.- Es el príncipe del infierno, dah.- Apoyó su dedo en mi frente.




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