“Mire… En el amor hay que ser honestos, amar sin excusas y sin pretextos. No se puede andar amando un día sí y al otro no. Para amar se necesita de mucha sinceridad, seguridad y valentía. Sea realmente sincero, aléjese si no tiene una buena intención. Si le teme al amor, aléjese por favor, no cause dolor ni rompa un corazón.”
Yaroslav
Mi corazón comenzó a latir frenéticamente y mi cabeza estaba hecha un lío, pero aún así, una sonrisa floreció en mi rostro, una verdadera, que no había mostrado hace tanto tiempo. La iba a encontrar, porque al fin saqué la cabeza del pozo y miré más allá de mi desgracia. ¿Pero esto era real? Había perdido tantos años buscando en la oscuridad, desorientado en una densa neblina que no me dejaba ver con claridad y por más que trataba de escapar, solamente me hundía cada vez más en un tortuoso sufrimiento, que me convertía en una criatura deseosa de sangre. Pero llegó un día en que todo eso cambió, una pequeña niña se cruzó en mi destino, me tomó de la mano y me enseñó el camino de vuelta, porque al final de todo solo necesitaba una cosa, alguien que me tendiera la mano y encendiera una luz conmigo para poder ver mejor.
-¿Qué dijiste?- Pregunté en un susurro casi inaudible pero que Samuel alcanzó a oír. Él solamente me observó fijamente como si estuviera analizándome y cerró los ojos. Creo que ese simple gesto se nos había hecho costumbre, para buscar fuerzas donde ya no había… O para creer que lo que estaba por hacer no era tan malo como parecía. Cuando volvió abrirlos asintió con la cabeza en mi dirección, provocando otra sonrisa tonta en mi rostro.
-A pesar de todo te vamos ayudar, Yaroslav.- Respondió con seguridad y en voz alta para que todos los presentes escucharan. Con seguridad podía afirmar que así debía marcar su autoridad en el cielo porque, aun cuando su postura y su tono eran firmes y exigentes, también poseía una pisca de tranquilidad y comprensión para explicar de forma correcta lo que debían hacer. Samuel observó a todos y esperó pacientemente alguna objeción, la cual no tardó en llegar acompañada de un chillido.
-¡¿Qué?!- Gritaron todos excepto Paris y mis amigos, los cuales ya se habían levantado del suelo y observaban la escena algo molestos. Samuel negó con la cabeza mientras se acercaba a su esposa y escondía la cabeza en su cuello, ella por su parte se reía.
-¡Te volviste demente!-Vociferó Bacarra en un tono más alto y agudo que los demás, provocando que nos tuviéramos que tapar los oídos.- ¡Como se te ocurre considerarlo!- Se acercó hasta donde estaba y tiró de su brazo para que se alejara de Paris.- ¡¿Dónde está el tornillo que se te cayó, Samuel?!- Puso sus brazos en jarra y lo miraba seriamente, aunque su postura demostrara lo contrario. Su amigo giró los ojos y se cruzó de brazos.
-Bacarra, tienes que tratar de escucharme…-Intentó convencer el Arcángel con cansancio pero su amigo se encontraba negado hacerlo. Parecía que tanta ansiedad no entraba en su cuerpo, por lo que se empezó a mover de un lado hacia el otro mientras movía sus manos de forma exagerada y hablaba rápido. Golpeé mi frente con frustración cuando lo escuché chillar de nuevo, habíamos vuelto como al principio pero peor, ahora iba a sufrir de migraña.
-Joder…-Gruñí entre dientes y llevándome una mano a la cabeza, caí al sofá otra vez. Esto se estaba volviendo aburrido y no llegábamos a nada, al final creo que estuve mal al volver a creer en algo.
-¡Pero por sobretodo, te dignas ayudarlo!-Se detuvo en frente de él, gritó con todas sus fuerzas y alzó sus brazos de una forma excesiva, como si le hubieran dicho que íbamos a revivir al mismísimo Jabberwock. Samuel trataba de tranquilizarlo por las buenas pero eso no estaba funcionando. Me levanté dispuesto a intervenir de nuevo hasta que una mano me frenó.
-¡Cierra la boca de una vez por todas Bacarra!- Bramó Paris parándose al lado de su marido.-Escucha lo que te decimos y deja de chillar como un niño pequeño.- Creo que su forma menos pacífica había funcionado un poco pero el ángel no se iba a dar por vencido. ¿Desde cuándo esto se había vuelto una lucha mano a mano?
-¡No me vengas tú a tratar de explicarme nada!- Le contestó de la misma manera.- ¡Él se llevó a tu hija!- Se acercó a ella y la tomó por los hombros.- ¡¿O te olvidas todo lo que sufriste cuando se la llevó?!- Señaló a Samuel.- Acaso olvidaste cuando secuestró a Paris, todo lo que nos costó encontrarla, el peligro que corrimos.
-Bacarra…-Ella tomó su rostro entre las manos para tratar de tranquilizarlo. Suspiró sonoramente, debía estar recordando cada suceso que le fue mencionando el ángel caído y mucho más. Me removí incómodo en mi lugar cuando un par de ojos se fijaron en mí, en especial los de Samuel, los cuales se habían endurecido. Pero creo que eso no fue lo peor, ellos esperaban que diga algo, sin embargo, lo único que pude hacer fue agachar la mirada.- Lo recuerdo todo, Bacarra. Cada suceso que nombraste no lo he olvidado.- Hizo una pausa demasiado larga, donde me dedicó una mirada fugaz cargada de sentimientos. Se alejó un poco de su amigo y apoyó las manos sobre sus hombros.- Pero lo quiero ayudar, es algo que necesito hacer…-Tapó la boca de su amigo cuando vio que estaba por hablar de nuevo y miró a sus amigos. Los observó atentamente y les sonrió, fue tan dulce que hasta a mí me tranquilizó. Poco a poco se fue acercando hasta el Arcángel, hasta que lo tuvo frente a frente, le susurró algo inaudible para todos y lo abrazó fuerte por la cintura, para luego seguir hablando más cariñosamente.
-Pero Paris…-Empezó Bacarra, pero Samuel levantó la mano para que dejara de hablar, por lo que solamente se cruzó de brazos.
-Déjala hablar. Ya tuviste tu oportunidad, ahora deja que ella te explique su por qué.- Lo regañó la paloma, asombrosamente todos se sentaron para escucharla.
-Bacarra, recuerdas cuando Samuel te pidió que me sacaras de la casa.- Sonrió en su dirección y meneó la cabeza.- Me cuidaste durante varios años, me animaste cuando lloraba, me diste una mano cuando la necesité, ¿dónde estaría yo ahora si no fuera por ti?-Apoyó la cabeza en el pecho de Samuel.- ¿Qué hubiera pasado si los trilli no nos hubieras protegido de las bolas de energía? Seguramente hoy no estaríamos reunidos aquí.- Luz corrió hasta los brazos de su madre y ella la alzó gustosa. Un llanto nos alertó y el Arcángel desapareció de la habitación.- Formamos una familia gracias a que estuvimos juntos, a pesar de que todos nos soltaron la mano, y yo quiero hacer lo mismo con él, quiero ser la mano que necesita Yaroslav para continuar.- Finalizó Paris besando la cabeza de la niña y la mejilla de su esposo que llegó con un bebé. Ninguno pudo contradecirle, parecía que las palabras se habían esfumado y solo nos quedaron los pensamientos revueltos y el corazón palpitando en mano.
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Editado: 20.07.2020