Los nervios me comían viva, me temblaban la mano, quería tocar la puerta, pero esta se abrió ligeramente, al parecer no la habían cerrado del todo bien.
Me adentre complemente, rápidamente el olor hacohol llegó hasta mis fosas nasales, mire aún costado donde estaba el sofá, estaba mi padre acostado, el lugar era un desastre, me imaginaba las incontables peleas que tuvieron mi madre y padre.
Me acerque a el y toque suavemente su rostro, aquellos golpes ya estaba sanados, pero aun así lucia orrible. Sus cabellos despeinados, las ojeras que le daba una aparecían de muerto, había bajado de peso.
Mi tacto causo que se despertará alarmado, sus ojos chocaron los míos, y no pude tan siquiera evitar llorar.
—Papá — dije en sollozo, mi padre se quedó petrificado mientras me miraba, era como si estuviera viendo un fantasma —papá soy yo...— dije en un susurro, rápidamente mi padre se incorporó haciendo que yo lo hiciera con el, duro unos minutos tan siquiera de hacer otro moviendo, tocaba suavemente mi mejilla, como si fuese algo delicado.
—Emi, mi amor ¡¿Eres tu?!— tocaba mi rostro y pelo, revisandome en repetidas veces, mostraba el desespero en sus ojos, como si estuviera en un sueño, quería tener aquella certeza de que era su verdadera hija.
—Papá.— dije quebrada, llorando como nunca lo avía echo, me desplome en sus brazos, sintiendo aquel alivio de querer verlo, después de tanto tiempo sin verlo.
—Cuéntame mi amor ¿Como es estado mi dulce niña?— pregunto mi padre separándose un poco para limpiar mis lagrimas y contener las suyas.
Me sentía completa, sentía como mi corazón explotaban de la felicidad, sentía como si uvieran pasado años.
—Estoy bien, tengo un techo una comida caliente todos los días— dije tratando de no preocuparle, aun que en realidad no estaba mintiendo, solo que obmitia ciertas partes.
No quería preocuparle, no quería que pensara como su hija se avía convertido en el objeto sexual de un hombre.
—Bien.— pregunto el extraño —Pero. ¿Como fue que llegaste aquí?— pregunto confundido.
—Hay! Padre, quiero decirte tantas cosas, pero no me queda mucho tiempo— dije rápidamente, mientras tomaba aire y limpiaba mi nariz con la palma de mi mano.
—¡No entiendo! ¿Como que no tiene tiempo? Quiero escucharte. Dime, como llegaste aquí— volvió a preguntar, mientras me acariciaba.
—No papá, por favor escuchame— dije un poco cansada —Quiero saber la verdad, estoy cansada, dime, ¿Por qué? En que fue lo que falle— dijo tratando de invitar que más lagrimas salieran, esto seguía doliendo, mi corazón se conprimia cada ves más.
—Hija yo...
—No eres nuestra hija— de pronto una vos femenina se escucho de fondo, haciendo que los dos miraramos a la misma dirección.
Vi a mi madre parada en el primer escalón de las escaleras, sentía las ganas de salir corriendo y abrazarla, pero solo me detuvo al analizar sus palabras.
—¡Camila!— grito mi padre con furia, como si le reprimida lo que acababa de decir.
—¿Que? Algún día se enteraría— dijo mientras se acercaba a mosotros— por lo que rápidamente nos levantamos del piso.
—No entiendo. Que está pasado. ¿Papá?— mire a mi padre en busca de una respuesta cara, no comprendía que pasaba. La habitación quedó en cilencio por unos segundos que se sentía eternos.
—Emily. Yo no soy tu madre, ni el tu padre— dijo finalmente.
Sentía como más cuchillos se clavaba en mi corazón, siendo perforación profundamente una ves más ¿De veras ni vida sería siempre así? Mis lagrimas salían nuevamente, mientras sentía como mi padre me abraza tratando de tranquilizarme.
Nadie dijo nada por un buen rato, sentía la precisión de la atmósfera sobre mi, aquella pesadez, de estre y claustrofobia estaba enpesado a olvidar que respiraba, me sentía oriblemente nerviosa, ansiosa. Depues de una minutos, tranquilose mi respiración, este era el momento, de guardar las lagrimas, vine por respuestas, y obtendría respuesta, lipie mis lagrimas y aclare mi garganta.
—¿Puedo saber quiénes son mis padre?— Pregunté con la mirada puesta en el suelo, sentía vergüenza, aunque no debiera, pero simplemente ahora me sentía como una extraña en este lugar.
—Cariño... No creo que...— rápidamente respondido Víctor evitando responder aquella pregunta, pero simplemente lo detuve.
—Pap. Tengo mis derechos, quiero saber quienes son— lo mire a los ojos, podía ver el sentimiento de culpa, su mirada era de tristeza y melancolía. Suspiro y tomó asientos.
—Fue un viernes 14 de diciembre, hace 17 años. Me encontraba ese día, casando, se aproximaba el frio y crudo invierno, por lo tanto fui en buca de mader y tambie a casar, ese dia no recuerdo como... — hizo un breve pausa.
____________________________________________________________________________________
El frío corría por mi cuerpo haciéndome estremecer, aun que avía venido varias veces a este lugar, pero me había acostumbrado con el tiempo.
Ese día, el bosque estaba en tonos blancos, la viene ya estaba en pesando a caer, creando un paisaje realmente inigualable.
Estaba llegando al limite de bosque, mis manos se congelaba cada vez más, hasta el punto de casi no sentirlo. Llevaba algunos trozos de madera y 3 conejos que avía casado, estaba listo para regresar.
Pero.
El llamado de un bebé avía quitado todos mis planes de irse, mi cuerpo simplemente se alarmó, miraba mis alrededores, no había nada, pero ese llanto se hacia cada vez más fuerte.
—¿Hola?— pregunté, con la espera que alguien me respondiera, más sin embargo el llanto siguió y siguió, por lo que me sirvió como guia para llegar hasta donde provenía a quel llanto.
Camine por unos minutos, adentrandome más adentro del bosque donde escuchaba cada ves más fuerte aquellos llantos, para ser un bosque, esto simplemente me alarmó, al acercarme cada ves más.
Me terminé topando con una cabaña de madera vieja, esta estaba ardiendo en llamas, me acerque los más rápido. Una mujer estaba tirada en el fria nieve en un enorme charco de sangre.
—Por favor... ayuda a-a... mi peq-ueña... P-por... favor— sus ojos complemente blancos, me había ipnotisado y tomando por sorpresa.
Rápidamente me acerque a ella, tratando de verificar su cuerpo, buscaba alguna herida, y me congele al ver como su vientre estaba con una cortada abierta y profunda.
Era tarde.
—Señorita! La ayudare, dejen voy a buscar ayuda, prometo regre— hable rápidamente.
—N-no no... por favor... no n-no me queda mucho tiempo... por favor salva... salva... a mi hija— su voz se escuchaba débil, y apagado, poco a poco estaba perdiendo fuerzas.
No sabia desde cuanto estaba así, pero había perdido mucha sangre ¿Como era que seguía viva.
—Déjeme ayudarla a usted también— quería cargarla, pero no lo permitió. Me extendió a su pequeña bebe que estaba envuelta en muchas sábanas, resguardando la del frío.
—No, no... no m-me queda... mucho tiempo... por favor cuida a mi Emily... te lo suplico— La mujer comenzó a llorar, mientras me miraba con súplica y tristeza —Por favor... cuidala, p-promete lo... te lo suplico— sus lagrimas llenaban sus ojos, y la perdía de sangre, perdí cada vez más la conciencia.
—Pero— mire su pequeño cuerpo, en rojecido por el frio. —Esta bien... yo...lo prometo— miraba como se despedía de aquella niña que estaba escondida en una manta negra
Toma la niña, y justo sus frentes, mientras susurraba, hasta que su cuerpo falleció, tome la niña en brazos y la mire, rápidamente quedé fascinado de aquellos ojos tan ignoticos y hermoso, aquel pelo tan extraño, solo pude pensar en cómo mi corazón quedo flechazo, sentía como si esa niña la uviera conocido hace mucho, sus enormes ojos me vieron.
Con un dolor en el pecho salí corriendo con la niña en brazos, dejando a tras el cuerpo sin vida de su madre, nisiquiera pude detenerme a mirarla, corrí y corrí hasta llegar a la casa, donde me esperaba mi esposa, la cara de sorpresa de mi amada , al verme llegar con una niña en brazo no tardo, tenía el rostro rojo y y el pecho a mil, avía corrido tanto como nunca lo avía echo en mi vida y el frio no ayudaba, me ahcia sentir el doble de cansado y sofocado.
____________________________________________________________________________________
Que podría decir, las palabras de mi padre, solo causaban que mis lagrimas salieron a más, una bola de información caía sobre mi, mi madre... una mujer de apariencia y nombre desconocido, el cual solo tenía entendido que avía dado su vida por mi...
—Mi madre murió por mi culpa.— Pregunté sostenido la mirada a mi padre...
—No lo sé cariño... cuando llegue era demasiado tarde... No pude hacer nada, le prometi que te cuidaría—
—sigo sin entender, como termine... con... con el— me cabreaba cada ves más, solo recordar lo que avía echo hace unos minutos.
—Emily debe saber que en este mundo hay cosas malas, cosas realmente malas. Cosas que el mundo no están listos para ver, y los pocos que lo an visto, no tiene valor de tan siquiera contarlo —este pueblo, carga en sus hombros una fuerte culpa, que nuestros antepasados cometieron, gracias a eso nuestro pueblo callo en una gran maldición, eras atormentados día y noche. Pero aviamos descubierto una forma de calmar la ira de ello.
—¿Ellos? Quienes son ellos?—
—¡Demonios!— mis ojos se abrieron de par en par, sentía como una coriete de aire frío se adentro a la casa, tocado mi columna haciéndome estremecer por completo.
¿Demonios?
¿Que era esto un puta broma? Quería reírme y morir de la risa, pero solo ver la seriedad de mi Camila entendía perfectamente que no estaba jugando.
—Descubrimos que si dábamos en sacrificio a una chica joven menor de 17 años, pura y virgen, calmariamos su furia por un cierto tiempo, Este método se a implementado cada 5 años, por décadas, como verás. Esto a seguido y seguido, hasta ahora—
—Conmigo...— respondí con los ojos llorosos soportadon aquella presión en el pecho.
Sabia que me esperaba pero no pensaba que, esto. Fuera a salirse de control, que era toda esta maldita bola de información, caía sobre mi como un mostrás de gotas, pero en vez de ser agua era agujas a toda velocidad, penetrando mi piel sertenares de veces.