Mi luz

CPT 18

    Sus ojos devoraba cada parte de mi cuerpo ¿Por por que tenia que ser tan dominante? esto era de lo que las chicas hablaban de los hombres, que se vieran tan maduro, de espalda ergida nariz respingada, altura que llegaba casi a los 2 metros, mirada que te quitaba el aliento, y esa aura que siempre llevaba consigo.
   Miedo 
   Superioridad 
   Peligro.
   arrogancia 
   sexy 
   provocador
Todos combinados y ovio  ese toque de deseo, de querer probar esa maldad, que te unda  en ella, saber como es ese hombre tan malo en todos sus aspecto, ver que tan salvaje puede ser, que tan ardiente puede ser, que tan inolvidable puede llegar a ser.
Siento esas manos, tan grandes y ásperas por todo tu cuerpo, su aliento con olor a menta y tabaco, esa mirada oscura combinada con lujuria, pecado. 
Ahora entendía ese sentimiento, esa sensación, que tanto escuchaban hablar de mis compañeras de colegio en Alemania, cada ves que iba al baño, hablaban de las noches tan candentes y llenas de lujuria  que pasaban con sus novios, o en los peores de los casos, contaban como fallaron con algún desconocido de las tantas fiestas a las que iban, incluso escuchaba a cada detalle la infidelidades de cada una asía sus novios, llegando a escuchar incluso como una se había follado al padre de su novio.
Todo me parecía tan bulgar y asqueroso, ¿Como dormian por las noches? ¿Como pasaba nuevamente noches de pasión con sus novios después de aver echo tales cosas?.
Pero también me sentía terrible de sentir esta sanción tan ardiente y ese deso hacia un hombre, Eliot encendía algo en mi, que todavía no sabía cómo explicarlo.
   —No me hagas, hacer que te tragues tus palabras— dio un sube toque en la comisura de mis labios —Hoy me  iré de viaje, dejaré a Samuel a tu cuidado, puedes confiar en el, si necesitas algo pídeselo a él— retiro su mano guardabdosela en sus bolsillos, y se alejaba de mi dedicándome un mirada sería y severa.
Camino hasta la puerta pero antes de salir sedio media vuelta y me miró —Quiero que te comportes mientras yo no estoy — dijo para luego desaparecer de mi vista.

Mi alma habia regresado a mi cuerpo, solo con su respirar mi corazón marchaba a mil por hora y mis nervios, mucho peor que montarse en una montaña rusa.
Al el marchase seguí con mi comida, estaba más tranquila, no pude evitar degustar cada delicia que se atravesaba. Ahora estaba sola, y no sólo hablaba del comedor, en realidad ahora el me dejaría sola, mi cuerpo estaba asalvo por unos cuentos días, pero lo aprovecharía, todavía no tenía pensado que hacer.
Termine mi comida, me levante con mi plato y lo llevé hasta la cocina, tarde el buscarla, por las amplias puertas que habían, pero había prestado atención cuando trajeron la comida "Tercera puerta a la izquierda " la memorise inconscientemente.
Desde pequeña creía que este era un problema, podía memorizar incluso pequeñas cosas, incluso algo que solo hubiera visto una sola ves, cuando dentro a la secundaria, se avía vuelto un maldito problema, me tomaron como rastreador de objetos, preguntando de aquí y allá "Emily sabes donde deje mi celular" entre otras cosas. La idea tan siquiera de hablarle a los profesores era inútil, por que ellos también me tomaban por un detector 
Avía llegado a soportar esto por más de 3 años, nunca dije nada, no quería que papá se preocupa por mi,  problemas teníamos con la renta esperada de la casa, no quería que se matara más la cabeza buscando otro colegio para mi. Así que soporte esto hasta que simplemente me olvidaron y me volvía a ser  invisible.
Una estudiante fantasma, la cual incluso llegaban a olvidar a llamar en la lista, la última del salón, y aún que las burlas no faltaba de dos o cinco veces a la semana. ¡Si, las contaba! como dije, era algo inevitable que hacía.
Toque la pequeña puerta blanca de madera, en espera que alguien la abiera. No tardo en que alguien la briera, un chico, que parecía tener unos 15 años, sus ojos azul claro no me dejaron de ver, hasta que sus 5 sentido volvieron, agachó rápidamente la cabeza y se inclino ante mí, haciéndome sentir como la mismísima reina.
   —¡Saludos a la futura reina Tradresbay!— Arrebato el plato, que tenía en las manos, y se dentro sin decir nada.
   —¡Espera!.— era tarde, ya se avía perdió en lo profundo de la cocina.

Cabía en cada descripción de tercer plano en los gusto de las chicas, Piel aceitunas ojos azul claro, pelo color chocolate con rollitos dorados, un leve sonrojo en sus mejillas, aun que de altura seguía siendo un chaparro, aun que cuando tuviera su mayoría de edad, sería todo un guapetón.
Salí de la habitación, guiándome por lo que más me llamara atención, por las grades ventanales se miraba en cielo azul,  las ganas de queré salir ir corriendo eran muchas, respirar el aire fresco y no esté que solo estaba encerado en una enorme casa, haciéndote sentir sofocada de tanto encierro.
La luces asotaban en el gran mármol blanco, los tacos asotaban haciendo eco por todo el pasillo, pasaba por puertas y puertas, sin saber a donde dirigirme, ya que Eliot no me avía echo el recorrido del castillo. Solo me deleitaba mirando los cuadros y estatuas que habian ami alrededor, miraba cada uno de ellos, que en realidad eran un poco grotesco, cabeza cortadas, animales de pellejos, autorretratos, etc ¿Como el arte podía llegar tan lejos? Miraba las sangre tan explícita, que provocaba náuseas solo de verla.
Me pare hasta una puerta, que miraba diferentes, la puerta negra con un pequeño letrero arriba.
Abri la puerta lentamente, la oscuridad evitaba que tan siquiera mirar algo, movía mi mano a los lado de la paredes, pero no encontraba el interruptor, hasta que las luces se enciende. Dejándome me ver, los enormes entantes de libros enpolvados y lleno de telarañas.
El lugar lucia desolado y abandonado, no pude evitar sonreír, avía encontrado algo con entretenerme, busque a mi alrededor algo con el que tan siquiera pudiera ayudar a limpiar. Curiosamente habia una escoba vieja con un balde básico y trapero metido en este, al lado de este avía un quita polvos.
Amarre mi cabello, eche un vistazo a cada libro que estaban mal acomodados, y apilados en el suelo. Un libro rojo, de leyendas oscuras de mitología, y todo tipo de historias. Atrayendome por completo.
Mi tarde la abia pasado ahogando me con aquel olor sofocante del polvoriento lugar, mi pelo quedó lleno de telarañas, y mi vestido lleno de marcas de mi mano llena de polvo.
Me agradaba el olor a libro viejos, las páginas arrugados con ese color amarillento, me moría de ancianos leer cada uno de estos libros, separarlos por colores, dándole mi toque, no por autor, no, me parecía muy repetitivo, quería que se viera bonito, quería que fuera mi estilo.
Estuve pensando incluso que talvez podría pedirle algunas cosas a Eliot, o aese tal Samuel? No, claro que no. Estaba dispuesta a arreglar este lugar solo con mis manos, no quería deverle más favores de lo que ya me a echo.
   
Al pasado de unas largas horas, por la ventana, el sol se ocultaba lentamente. Sin darme cuanta el tiempo había pasado demasiado rápido ¿Que hora eran? No tenia ningún reloj o dispositivo para mirar. Deje todo en una esquina y prosegui a irme, otra vez al cuarto. Llegué al cuarto, cerrando mi puerta a mis espaldas y dejarle en seguro.
Ya no sentia miedo, iba a descansar un poco de Eliot, ya no soportaba este aire tan tóxico, vivir con un hombre era realmente algo del otro mundo, 
Deje relajarse mi cuerpo el egua cristalina, dejándome llevar, de lo cautivador que se sentía, era simplemente. Mágico, tome mi tiempo para levantarme y vestirme, poniéndome una pijama que se era de mi talla, que se encontraba en la esquina de mesón del baño.
Unos pantalones sueltos de ceda y su camisa de tirantes y una bata del mismo material, negra, me tire a la cama, mirando el techo, no sabia que hacer. Eliot me avía dejando sola, técnicamente era estos días de vacaciones?
Pare de pensar cuando mi estómago ruguio con fuerza, tenía hambre. Mirando el cielo que se lograba ver por la ranura de la cortina entre abierta, se miraba oscuro, deducir que era la ora de comer.
Me dirigi a la cocina.
Miraba la cocina desolada, sin nadie en ella, todo limpio y todo en orden, el metal de la mesas y de la ollas brillaban como si uviera sido pulidas, pero tambie el frio era inminente. Abir el congelador en busca de algo de que hacerme. Hasta que llegara a tocar la manija de la puerta una estruendoso voz me sacó de mis planes 
   —¡Señorita Emily!  ¿pero que esta haciendo— la que suponía que era la cocina, no para de mirar con horror como si uviera asesinado a alguien y estaba siendo descubierta en el acto.
   —Tenía hambre, pensaba preparar algo para comer— respondí tranquilamente, abriendo por completo las puertas del refrigerado.
Refiriéndome con esa ola de frío, con la ropa que traía puesta, el frio era realmente inevitable.
Abracé mi cuerpo, mientras buscaban algo que prepararme, que nisiquiera avía pensando todavía que comer, pensaba prepara alguna de las recetas que mi madres me había enseñado, moría de ganas de probar esa pasta de 4 quesos tan exquisita que hacía ella.
Era algo para chuparse los dedos y queré repetir, hasta que tú estómago no aguantará más. Te asía sentir, como cuando pruebas algo y rápidamente tu cerebro lo conecta con un recuerdo, esas sensación de sentirte realmente feliz, le bien que sabe y sintiendo de nuevo lo mismo que sentiste ese primer momento
Al parecer la cocinera fue oído sordo, tomo mis manos evitando que tocara cualquier cosa de la nevera.
   —!No puedo dejarle señorita! dígame que le preparo y yo lo hago por usted —dijo rápidamente, evitando todo tipo de contacto visual.
Iba a responder, pero alguien en mi lugar se adelante, un hombre alto, pálido, de traje y sombrero, con broches adornado estos, era relamente apuesto, con rasgos asiáticos o algo parecido.
—Déjala, Eliot en dejó claro que podía hacer lo que quisiera— hablo tranquilamente, hasta llegar a mi, tomo mi mano y deposito un beso en ella —Buenas noches mi bella dama— con una resplandeciente sonrisa, y esos ojos que no se apartaba de mí.
   —Gracias!— avía quedado ciertamente impactada, era realmente lindo, sus rasgos era muy definido y ese color de piel tan plalida dándole esa sensación de muerto viviente súper sexy.
   —Creo que no nos han presentado, yo soy Samuel, estaré a cargo de ti, hasta que llegue mi hermano— su habla era tan, pero tan anticuado,  que me sentía en los inicios de la época  aristocrática.
Asentí  con la cabeza, sabia quien era, lo vi  aquella vez que quise escapar, en aquella sala, sentado en el sofá, con sus ojos puesto en mi, mostrado sorpresa y asombro, al igual que todos.
Aún que lo allá visto un millar de segundos, lo pude recordar con claridad.
   —Mi nombre es...— 
   —¡Emily!. Lo sé— ¿lo sabia? Como? —Todos aquí lo saben, la futura reina de Tradresbay— ¿Ese nombre tan largo, para mí? 
Solo me hacia sentir desagradable, recordar la razón de ser aquel nombre, ese título era demasiado grande y pesado para mi.
   —Preferiría que solo me llamaras, Emily— esperaba algún tipo de disgusto o asombro en su rostro, sin embargo, solo rio, mostrado su perfecta ilera de dientes.
   —Entiendo, ser llamada reina de la noche a la mañana. Puede ser... Un tanto abrumador— sentí una tranquilidaden en mi pecho, entendía mis razón, y nisiquiera tuve que explicárselo.
Pensaba que recibiría algún tipo de rechazo o desaprobación. Siendo fielmente la mano derecha de Eliot, están segura que sería rápidamente corregida.
Pero solo entiendo mi dolor y molestia, hacia que algo en mi interior se sintiera relajado y cálido, era todo lo contrario a Eliot.
No dije nada, y comense a cocinar, mientras el seguía hay parada obserbandome con esa espléndida sonrisa. Cada minuto que pasaba, mi cuerpo seponia más nerviosa, haciéndome sentir en algún concurso de comida, y el era el juez al que tenía que "enamorar" con mi comida.
   —¿Te apetece probar un poco?— pregunté tímidamente. Abia terminada, y sus intenciones de irse eran bajas. ¿Como no se cabasana estar parado?.
   —¿Pasta?— pregunto mientras acerca su rostro a la cacerola, inflando profundamente,  llenado sus pulmones de aire y el aroma a espaguetis 4 quesos —Huele exquisito— lo miraba indecisa, no sabia que significaba, era un si o no —Estoy curioso de probar lo—
Sentía que me podía leer ¿Era acaso trasparente En eso? Podía sentir que sabía leer mi lenguaje corporal, mis emociones, y mis pensamientos.
   —¿Sabes donde estás los platos?— pregunté, incomoda, no conocía del todo la cocina, que era relamente grande, como aquella cocinas de restaurantes, donde cabían más de 20 personas.
Nuevamente su risa se escucho esta ves más escandalosa. ¿Que era tan divertido? ¿Se burlona acaso de mi estúpidas?
   —No me burló de ti— Esto ya no era una coincidencia, acaso... leía mis pensamientos. Con su mano alboroto mi cabello, pasando al lado mio, en unas gavetas que estaban junto arriba de mi cabeza.
Mi corazón palpitaba a grandes millas de kilómetros, tenía su grande cuerpo justo al frente mío. Su cuerpo se estiraba mientras bajaba los platos, miraba coda parte de su cuerpo contraerse.
Podía jurar que mis mejillas ya eran del color de un tomate. Dejó los platos aun lado mio y se alejo sin decir nada, aun con una sonrisa.
   
   
   
   —¿Que te parece?— pregunté en la espere de su arbobacion, deje que fuera el primera en probar la, estaba nerviosa,  lo miraba masticar con una cara sería y sus ojos cerrado,  quería saber si le había gustado.
   —Jamás en vida, avía probado algo tan espléndido y exquisito como esto. Ni todos los restaurantes finos se compara con esto—  estaba feliz, le avia gustado, ahora podía comer tranquila.
   —¡¿hablas en serio!?— le pregunte con más confianza.
   —Ujumm. Cuando quieras puede pasarme la receta— hacenti  rápidamente.
   —Me alegra que te allá gustado. Cuando quieras podré enseñarte— respondí alegre.
   Por que me sentía en confianza cuando hablaba con el, me sentía tranquila, sin ninguna preocupación, me leía como a un libro abierto, me entendía más de lo que yo me entendía ami misma.
   
   
   —Gracias por acompañarme a comer— me di media vuelta.
Abiamos terminado de comer, samuel me avia escoltado hasta mi habitación, los pocos minutos que llevavamos hablando, me avia entera de muchas cosas de él, como que era hermano de crianza de Eliot.
Tambie que avía recibido su trono desde muy temprano edad, a los 16 ya estaba preparadon para ser coronado. De sus padres no se nada.
Aun que me dijo muchas cosas, sabía medir sus palabras, y no soltar más de lo que yo debería saber.
Supe también de sus otros negocios, manejaba una empresa, si mencionar las incontables veces que decía que el no era una persona mala. Claro fiel seguidor, jamás morderse la mano que lo alimenta.
Talves trataba compensar y hacerme cambiar de opinión respecto a él, claro la primera impresión fue pésima la segunda peor, y la tercera acabó conmigo.    
          —Gracias a ti, por compartime tus exquisito plato— se inclino y beso mi mano, en forma de de despedida.
   —Buenas noches— dije por última para luego abri la puerta y dentra a mi habitación.
   
Cerré la puerta detrás mi, avía pasado una linda noche, samuel había resultado ser más amigable lo que me imagine. Aún que suponía que ahora mismo le estaba pasado el reporte a Eliot, como habíamos sido desde que se marcho hasta ahora. 
Camine hasta la cama, y me tape con las cobijas, caí profunda, con solo tocar la cama...
   




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