Mi luz

32

Emily sintió como las palabras de Eliot, "nueve años", reverberaban en su mente, llenando cada rincón de su ser. Había pasado casi una década, tiempo en el que él había sufrido creyendo que la había perdido, y ella... atrapada en aquel limbo entre la vida y la muerte. Sin embargo, en el momento en que sus miradas se cruzaron, el dolor, la distancia, y las heridas parecieron diluirse, como si jamás hubieran existido. Tenían la oportunidad de un nuevo comienzo, un futuro donde el amor y la esperanza pudieran florecer.
—Nueve años... —repitió, aún sin poder creerlo. Sintió una mezcla de tristeza y asombro, como si el tiempo le hubiera sido arrebatado en un suspiro. Eliot, al ver la confusión en sus ojos, acarició suavemente su mejilla.
—Pero has vuelto, y eso es todo lo que importa ahora —le dijo con una voz firme, casi como un juramento. Ella asintió, sintiendo que el pasado quedaba finalmente atrás. No importaba el tiempo perdido; habían vuelto a encontrarse, y esta vez no dejarían que nada los separara.
Eliot tomó su mano y la guió hacia el balcón destrozado, desde donde se veían las ruinas del reino que alguna vez habían soñado construir juntos. La vista era desoladora, pero una chispa de esperanza brillaba en sus corazones. Emily sintió que algo en su interior cambiaba, una llama de determinación que crecía mientras miraba el horizonte.
—No quiero que lo que pasamos haya sido en vano. Quiero reconstruir todo, devolverle a este mundo la paz que alguna vez soñamos —dijo, con una mirada decidida.
Eliot sonrió, sintiendo en ella la misma pasión que había visto aquella primera vez, cuando le confesó sus sueños de un reino libre de sombras y conflictos. Juntos, mano a mano, descendieron las escaleras del castillo, observando los restos de una historia pasada. A su alrededor, el palacio mostraba cicatrices de batallas y tiempo, pero ahora solo representaba el inicio de una nueva era.
—Y este será nuestro legado, el que dejaremos para quienes vengan después —susurró Eliot, envolviendo a Emily en un abrazo protector.
Ella apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón. Sabía que, juntos, eran imparables. Y con su hijo por nacer, el símbolo de su amor y su unión, nada podría quebrar la paz que buscaban.
—Te amo, Eliot, y jamás volveré a dejarte —dijo Emily, mirando fijamente a esos ojos que le habían devuelto la vida.
Así, abrazados, decidieron que sus fuerzas se dedicarían a construir un mundo de paz y esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, tanto Eliot como Emily sintieron que el destino estaba en sus manos.
Juntos, volverían a levantar un reino basado en el amor, la verdad y la justicia. Y, mientras el sol comenzaba a alzarse en el horizonte, sabían que su historia apenas comenzaba, pero esta vez, como una familia completa.

...

Me acomode en mi asiento, mis pensamiento volaban, en cada segundo.
Toque mi vientre, me tranquilizaba sentir sus pequeños latidos, el seguía conmigo, aun estaba conmigo, pero como era posible que estuviera en sus mismo tamaño.
Samuel, quien se encontraba a unos pasos de mi, y quien se apresurada de traerme un baso con agua.
Sus ojos no había cambiando, estaba tan sorpredidos como todos en esta sala.
No se que esperaban algún otro cambio o un truco de malabares.
—Bueno.. querida. Como te sientes— la vos de persefone, ropio con el incómodo cilencio.
—Bueno. Supongo que bien. Digo, estoy perfectamente.
—recuerdas todo?.
Solo vasto esa lregunta para que las imgaines revresarana ami cabeza.
Claro que recordaba, el dolor tan punzante, ese dolor no era que solo mío, lo podía recordar tanto físico y todos los presente.
Asentí con la cabeza.
No.era mi culpa, pero, todo el dolor que cause por no poder Contralte a mi misma, mi propia fuerza, no poder dominar mi poder y el que se me a sido dado por parte de mi madre.
Era vergonzoso.
Me sentía inútil, la última de mi espercime que no podía contral mi fuersa, y que nisiquiera podia defenderse.
Como podía el pueblo considerarme como su reina.
Mi madre.
Ahora lo recuerdo bien.
Hace menos de unas horas estuve con la mujer que me dio a la luz, me uviera gustado pasar más tiempo con ella.
Tantas cosas había pasando.
—Emily. Esta todo bien?
Samuel preguntó.
Solo me quedaba asentir.
Claramente sentía un nudo en la garganta.
—escucha, no tienes que responder a las preguntas si no quieres, de acuerdo—Eliot con sus confortables manos calentaba mis mejillas.
Estaba agradecida de que el estuviera conmigo, y que siguiera con vida.
—No. Yo puedo con esto, de acuerdo.
—pero cariño, no tienes que hacerlo si no lo deseas.
—Entiendo que la cituacion es más que. Complicada. Emily, puedes tomarte tu tempo, hace apenas unas horas que sabemos que estás. Viva. Siendo sincero no era algo que ninguno se esperaba. Pero estamos feliz de tu regreso.
Expreso lucifer.
Era sincero con sus palabras.
Estas personas esperaban respuestas, respuestas que no sabía cómo dárselas.

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Sentía los ojos de todos fijos en mí, observando cada uno de mis movimientos, pendientes de cualquier señal de debilidad o incertidumbre. Sabía que necesitaban respuestas, pero yo misma no estaba segura de lo que había sucedido en estos años que parecían haber pasado en un parpadeo para mí. Era como si el tiempo hubiera sido detenido y me hubieran colocado de nuevo aquí, en medio de ellos, de alguna forma que ni yo misma comprendía.

Me aclaré la garganta, buscando las palabras. Era como si mi voz también se hubiera congelado en aquel instante suspendido. Finalmente, con esfuerzo, logré hablar.

—No sé... —comencé, sintiendo cómo las palabras se formaban lentamente en mi boca—. No sé por dónde empezar. Hace apenas unas horas yo… yo no estaba aquí. Estaba en algún lugar distinto, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

La sala quedó en silencio, todos pendientes de mi relato. Había un brillo de esperanza en sus rostros, pero también una sombra de inquietud. Sabían que lo que estaba a punto de contarles no era fácil, ni algo que se pudiera comprender con simples palabras.




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