Prologo

Hace tres meses...

Jugueteo con mis manos, como he hecho durante alrededor de tres horas. Alzo la mirada, y veo al doctor acercase a mí.

— ¿Señorita Young?—dice y asiento, incapaz de hablar, tengo miedo de que si lo hago, sea un sollozo el que salga y no palabras.—Tengo malas y buenas noticias.—Esto es malo, siempre dicen esto, y nunca es bueno, a pesar de que digan “tengo buenas noticias” nunca es bueno.

—Dígame—comienzo a hablar en un susurro. Aclaro mi garganta, y me paro rígida.— Dígame  que pasa con mi madre—demando, y me preparo.

— ¿Cual prefiere primero?—pregunta con el ceño fruncido.

—La buena—digo sin pensar.

—Bueno... la señora Young esta estable, todos sus signos vitales están bien, y puedo decirle que con un buen tratamiento se podrá recuperar, pero... eso depende de...

— ¿Es la mala noticia, cierto?—Él asiente penoso, y le doy una sonrisa tranquilizadora.—Dígame entonces, podre soportarlo.—Estoy muy segura, que me podre derrumbar, en cualquier momento.

—Su madre, señorita—se aclara la garganta.—Es difícil decírselo a personas como usted, si fuera mayor, no tuviera problema—murmura, y yo suspiro.

—Dígame, por favor, tráteme como a todos los familiares que han estado en este hospital—le doy una sonrisa.

—Su madre... está en coma.

Las palabras rebotaban en mi cabeza una y otra vez, sentía como los engranajes de mi cabeza se movían, y chocaban entre sí, para entender lo que acaba de decir.

Mi madre... Coma...

Con solo esas cinco palabras mi vida se derrumbo por completo.