Reparto las bebidas, y algunos embutidos. Y estoy molesta, porque pensé que eran socios del Sr. Galloway. No los amiguitos de su hijo. He ganado más piropos, que en todo el año en la preparatoria.
Camino regreso de nuevo a la cocina, y suelto un suspiro aliviado. Es mejor estar aquí que allá fuera, con todos esos niños. Puede que tengan veintiún años, en adelante, pero se comportan que mis antiguos compañeros de clase.
Recargo mi bandeja, y vuelvo al salón. Sirvo a los invitados, sin hacer contacto visual con nadie.
Todo va bien, hasta que una chica, pone su pie en mi camino, provocando que caiga al suelo. Risas resuenan por todo el lugar, y contengo las ganas de golpear a mi agresora. No soy violenta, pero la gente me obliga a hacerlo.
—Mantén tus manos fuera de mi hombre—murmura la chica, y luego se aleja riendo como hiena. Me levanto, y tomo mi bandeja. Tomo uno de los bocadillos del suelo, y camino hacia ella.
—Es todo tuyo querida. Y como prueba de que no me importa, te doy este regalito. —Tiro el postre en la cara, y lo esparzo. Suelta un grito chillón, mientras me alejo.
Entro de nuevo en la cocina, me dirijo al armario. Me cambio para irme a casa. Llevo trabajando cinco horas, y son las dos de la mañana, no soportare esto ni un minuto más.
Salgo de la mansión con un ánimo de perros. Camino hacia mi auto, cuando unas manos, toman de mi cintura.
— ¿A dónde crees que vas, lindura? La fiesta apenas comienza—susurra la voz rasposa de un chico. Trato de alejarme, pero intensifica su agarre. Para estar borracho, tiene una fuerza muy grande.
Pataleo y grito, mientras él me lleva a sabré yo donde. Sigo gritando cuando alguien empuja a mi captor, provocando que caiga. Me levanto del suelo, y corro de ahí, sin importarme quien sea que me haya ayudado.
Vuelven a tomar de mí, y comienzo a gritar. —Calma Young, soy yo—dice Marcus, y suelto un suspiro de alivio. Nunca pensé que escuchar su voz me emocionaría tanto.
—Eres tú—murmuro.
—Claro que soy yo, ¿Quién esperabas?—dice burlón.
—No lo sé, ¿El chico que me estaba secuestrando?—digo obvia.
—Buen punto. ¿Estás bien?
—Lo estoy, pero ya me voy. Que tenga buenas noches Galloway.
—Ya sabes mi nombre, ¿por qué no lo usas?
—Porque eso sería familiarizarse con usted, y no quiero eso. Somos jefe, y trabajadora. No debemos estar familiarizados.
—Si debemos.
—No, así que por favor, suélteme, que me tengo que ir.
—Buenas noches Young—dice mientras se aleja.
***
Me despierto alrededor de las nueve de la mañana. Me baño, y desayuno antes de ir al trabajo.
Ya ha pasado una semana desde que llego Marcus Galloway a la mansión, y su estancia fuera más agradable, si no me hiciera una broma todos los días.
Ayer fue la más calmada de todas, por decirlo así. Me baño de talco de bebe, ni idea de donde saco tanto, pero fue bastante.
Gruño bajo cuando los rayos del sol golpean mis ojos. Camino directo a mi auto, cuando aparecen las chicas. La semana pasada no tomaron muy bien mi decisión de no ir al viaje de las porristas. Veo como Coral, se sienta en el capo de mi auto molesta.
—Eh... ¿Hola?—digo parándome frente de ellas.
—Sí, hola—dice Coral. — ¿Cuándo podremos salir Siana?—se cruza de brazos molesta, y yo niego.
— ¿Que les parece el viernes en la noche?—les propongo. —Es mi día libre, así que puedo.
— ¿Segura?—dice Liana. Asiento con una sonrisa.
—Claro. Pero en la noche, la mañana estoy ocupada, con unos encargos de mi mamá—le digo.
—Y hablando de tu mamá ¿Dónde está?—dice con el ceño fruncido.
—Eh... ella...— ¿Qué digo?—Ella fue a visitar a mi abuela en Washington, viene en unas semanas. ¿Puedes levantarte? Necesito ir a mi trabajo.
— ¿Tan temprano?—Mira la hora de su celular, y asiento.
—Sí.
—Adiós Siana.
—Adiós chicas.
***
—Buenos días Sra. Cee—digo al entrar a la cocina.
—Buenos días querida.