Mi Luz

11

Maraton 1/?

Siana

Abro los ojos de forma perezosa, y gimo por el dolor agudo que siento en mi cabeza. ¿Dónde estoy? Miro a mi alrededor y no encuentro nada que me diga donde, pero estoy segura con quien me encuentro.

—¿Chicos? ¿Están aquí? —mi voz sale ronca y seca. Siento que no he tomado agua en días. Esperen ¿Cuánto tiempo he estado aquí?

—Nuestra pequeña flor despertó —escucho la voz de uno de ellos, pero no logro captar cual es de los cuatro—. Ya era hora... —ríe, provocando que tiemble de pavor.

Siento como si hubiera retrocedido cinco años atrás, cuando mi padre, nos encerró a mí y Reyes en un galpón, por una semana —o fue así que lo sentí.

—Ummm... es bueno que ya lo estés. No podría hacerte lo que planeaba, si seguías dormida. Quiero que disfrutes —susurra una voz en mi oído, provocando que vuelva a temblar.

—Joshua... —jadeo con temor.

—Es bueno que me recuerdes, Orquídea.

—¿Cuánto tiempo he estado aquí?

—Dos días —responde Julius, como si nada.

—¡Dos días! —chillo—. ¿Qué demonios chicos? ¿Por qué rayos estoy aquí?

—Tu querido hermanito, nos saco de nuestra pandilla. Ya no pertenecemos a Shark Dark.

Ya era hora.

—¿Y qué tengo que ver con eso?

—Eres su hermanita, ¿qué más daño le puede hacer, que su hermana sea secuestrada? Y más que su madre vuelva a caer coma.

—¡¿Qué mi mamá, que?! —jadeo sin poder creerlo. ¿Volvió a caer en coma?

—¿No lo sabías? —Dice de forma sarcástica Joshua—. ¿Cómo puedes no saberlo? Entro en coma dos horas antes de que te trajéramos aquí.

—N... no yo... yo… yo no sabía nada —tartamudeo asombrada. ¿Cómo es posible? Mi madre estaba completamente estable, o lo suficientemente estable para no volver a caer. A menos que...—. Esto es tu cumpla ¿Qué le hiciste a mi madre, maldita escoria? —le escupo al que este frente de mi.

Siento algo impactar con fuerza en mi mejilla, antes que sienta el dolor punzante en ella. —A mí, pequeña perra... me respetas ¿entendido? —jala mi cabello, provocando que me encorve y mi cabeza valla hacia atrás de forma dolorosa. Jadeo del dolor, pero no dejo que mis lágrimas salgan. He tenido castigos peores, mis cicatrices lo dicen, puedo soportar esto.

—¿No sería lindo mandarle una buena prueba a Reyes? —pregunta sínicamente ¿Clark? Si creo que es el.

—Todavía no. Primero quiero jugar con nuestro nuevo juguete —comenta Joshua, y vuelvo temblar con miedo.

Sus palabras me hacen recordar la muerte de la madre de Edward. Antes de matarla, la violaron, y torturaron, todo gracias por el cínico de mi padre, y Joshua. Si él hubiera estado presente cuando todo ocurrió, estuviera entre las rejas. Pero creo que mi padre quería jugar el juego solo. Involucrando a Reyes en el proceso.

Esperen ¿Reyes? Yo no le importa ni un poco a ese bastardo. ¿Por qué me torturan a mí? Hubiera sufrido más por su cachorrita Cande, que por mí.

—¿Qué quieres jugar primero? —pregunta Julius.

Pueda que no vea, nada. Y aun así puedo sentir la sonrisa cínica crecer en el rostro de Joshua.

***

Me siento enferma. Agotada, asqueada, y súper adolorida. Mis muñecas duelen de tratar de liberarme de la opresión en mis manos. La piel está irritada, y estoy segura, como el infierno, que están manchadas de sangre.

Imágenes del caso de Miriam viajan por mi mente, torturándome silenciosamente. ¿Aquí fue donde le hicieron todo eso? Siento arcadas en solo pensar eso, y provoca más dolor en mi cuerpo.

Me encuentro famélica. No he probado comida desde que llegue a este sucio lugar. Lo único que me dieron fue agua, para mantenerme viva, porque si no estaría muerta por deshidratación.

Trato de buscar algo que me ayude a despojarme de las malditas sogas, pero nada es útil. A no ser...

Me arrastro hacia la pila de escombros en la esquina de la habitación. Toma todas mis fuerzas llegar allí, pero vale el intento.

Tanteo hasta encontrar algo, lo suficientemente filoso para romper la soga. Y por suerte lo encuentro, aunque no de la manera más bonita posible. Mi dedo palpita de dolor por haber tocado esa cosa filosa. Comienzo a mover de arriba hacia abajo mis brazos para que la fibras se rompan poco a poco.

Cuando siento, que está a punto de romperse esa maldita cosa, la puerta en el otro extremo se abre, dejando ver la gran forma masculina en ella. Mi pulso se acelera, y mi respiración se vuelve irregular, por el miedo de lo que puede hacerme.



#12146 en Joven Adulto
#44987 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, saga luz

Editado: 03.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.