Maraton 6/6
Edward
—No sonaba alterada —comenta Galloway con el ceño fruncido.
—Es Siana —respondemos Reyes y yo.
—¿Y que con eso?
—Mira, Galloway. Esta no es la primera vez que está atrapada con bastardos como esos ¿de acuerdo? —señalo en un gruñido.
Recordar las veces que Katia venía a visitarme, llorando con lo de que Mac los tenía escondidos en Dios sabe donde a Reyes y Siana, siempre me saco de quicio. Luego de eso, la traía hecha un desastre amoreteado.
Pero Mac no es bobo, el tipo sabe donde golpear, para que nadie sospeche. El rostro es sagrado, al igual que manos, y pies, no se tocan.
Cosa que Joshua no toma en cuenta. El hombre que seguía como perrito faldero a Mac Swartman, y obedecía el pie de la letra sus reglas, desapareció. Y ahora toma lugar el psicópata que siempre fue.
—¿Ha sucedido antes? —pregunta Galloway.
¡Qué niño más estresante! Nunca deja de hacer preguntas.
¿Cómo conoces a Siana? ¿Quién eres? ¿Eres unos de los bastardos eso? ¿Cómo sabes todo esto? ¿Dónde conseguiste esa cicatriz?
—Más de una vez, eso todo lo que diré —murmuro, guardando la glock en mi bota.
—Mierda... —susurra pero no vuelve a decir palabra.
¡Gracias a Dios! Si no lo hacía el, lo haría yo, y no de la forma linda, si me permiten decir.
—¡¿Ya están listos, joder?! —gruñe Reyes mirándonos exasperado.
—Más listo que tu, idiota. Yo me encargo de Joshua, ustedes de los demás ¿de acuerdo? —digo caminando fuera del lugar de los Swartman.
—¿Por qué tú, te encargaras de Joshua? ¿Estás loco, Ed? No te enfrentaras con ese tipo solo, lo hago contigo o no haces nada —ladra Mase.
—Lo hago solo, y punto. El tipo se ha metido con mi familia, y mi chica. El mismo se lo busco —comento entre dientes.
He esperado diez años. Diez putos malditos años, y esta es mi oportunidad para cobrármela por todo lo que me ha hecho.
***
—¿Cuánto tiempo más esperaremos para entrar? —gruñe Reyes, y ruedo los ojos ya exasperado.
Una semana soportando a este tipo, y ya no estoy seguro a quien darle un disparo, si a Joshua o al pendejo a mi lado.
—Espérate unos malditos segundos, hombre. Si entramos así como así, nosotros seremos los que recibiremos una perforación de bala —dice Mase.
—¡Pero necesitamos entrar de una vez! ¡¿No recuerdan las fotos?! ¡¿Qué pasa si le están haciendo daños?! —ladra Marcus.
—Espe...
—¡Púdrete en el infierno, Clark! ¡Ni en un millón de años! ¡¿Oíste?! ¡Vete a la mierda! —Escuchamos a lo lejos el grito de una mujer—. ¡No, no, no, no! ¡NO!
Luego se escucha un disparo, dándonos la señal.
Salgo de un salto de la camioneta, para correr hacia el almacén donde la tienen encerrada.
Pero lo que había dentro no era lo que esperaba ver.
—¿Siana?