Mi Luz en la Oscuridad - Min Yoongi (suga) - Bts

Capítulo 9

Justo cuando pensé que todo había acabado para mí.

En ese mismo instante,

Alguien tiró de mí y caí al suelo.

Un cuerpo encima de mí me cubría de las tablas y trozos de metal que caían a nuestro alrededor. Se oyó otro crujido y el dichoso silbido de una cuerda, y otra parte de la tramoya se abalanzó sobre nosotros. Esta vez sí grité, y lo hice con fuerza y apremio.

Por suerte rodamos por el suelo, porque cayó un andamio justo donde habíamos estado. Volví a gritar, nos caímos del escenario.

Debajo de mí estaba Min Yoongi.

Sus brazos me apretaban con tanta fuerza que apenas podía respirar. Veía reflejada mi cara de horror en el cristal oscuro de sus gafas, que estaban a punto de caérsele.

Vi sus ojos: eran grises, de un gris que brillaba de una manera extraña, como si fueran de mercurio. Pero en cuestión de segundos, se convirtieron en color marrón oscuro.

Creo que el golpe me afectó a la visión.

Me miró y el tiempo se paró, sin más.

Su mano recorrió mis espalda hasta llegar a mi cuello y llevó mi cabeza al lado de la suya.

- ¡¿Están bien?! ¡¿Están heridos?!

El tiempo no se había atrevido a avanzar, asustado, pero cuando volvió a correr lo hizo con prisa, como queriendo recuperar el lapso perdido. El señor Webber corrió tan rápido como le permitían las muletas. Min me soltó, se colocó bien las gafas y me ayudó a levantarme. Todos se acercaron a ver qué había pasado y se creó un gran alboroto. Me fijé en el escenario, cubierto de maderas, cuerdas y piezas de metal, allí donde habíamos estado hacía unos segundos.

- ¿Seguro que están bien? – preguntó de nuevo el señor Webber.

Apenas pude asentir y miré a Min, que decía que sí con la cabeza mientras se levantaba con elegancia como si no hubiera pasado nada. El profesor suspiró aliviado.

Yo, por mi parte, no podía dejar de repetirme que Min Yoongi me había salvado la vida. Él pareció leerme los pensamientos, porque antes de que pudiera darle las gracias meneó la cabeza.

- No te hagas ilusiones, Ahn – dijo en voz baja para que no le oyera nadie más -, sólo fuiste mi buena acción del día, nada más. Olvídate de esto lo antes posible.

Pasó de largo y desapareció entre los demás. El señor Webber lo siguió con la mirada, sorprendido, hizo un gesto de incredulidad y se volvió hacia mí.

- ¿Seguro que está bien, Haneul? – volvió a preguntar.

- Sí – asentí de nuevo.

Tae y Jimin se pusieron uno a mi derecha y otro a mi izquierda, y Dahyun detrás, como para sostenerme en caso de que me desmayara.

- Bueno – dijo el profesor mirando el desbarajuste -, hemos acabado por hoy. Antes de continuar, alguien tendrá que venir a verificar que el teatro es seguro. Nos vemos en clase.

Todos recogieron sus chaquetas y mochilas entre murmullos y salieron a la calle. Al día siguiente todo el instituto sabría lo que había pasado, y me moría de vergüenza sólo de pensarlo. Quizá debería decir que me dolía la cabeza y no salir de casa durante los días siguientes.

El señor Webber me miró de arriba abajo, y después se dirigió a Jimin, a Tae y a Dahyun. – Ustedes tres quédense con ella, ¿vale? – dijo dándole dinero a Jimin -. Vayan a tomar alfo antes de volver a casa, y dejen que Yoongi los acompañe si quiere. Él también está algo conmocionado, como Haneul.

Los tres asintieron. Taehyung y Jimin me tomaron del brazo y salimos del edificio mientras Dahyun – muy a pesar de los chicos – iba a buscar a Min. Volvió con mi chaqueta y mochila, pero sola, cosa que no me sorprendió.

Me llevaron del brazo a un café a la vuelta de la esquina, aunque les aseguraba que me encontraba bien y podía caminar sola. Dahyun quiso un café con leche, los chicos se tomaron una Coca-Cola cada uno y a mí me pidieron un batido de chocolate. Apenas participé en la conversación, no podía dejar de pensar que un tipo que no me aguantaba me había salvado la vida, y lo peor no era eso, sino que Min estaba al otro lado del escenario cuando se me vino la tramoya encima. ¿Cómo pudo llegar hasta mí en tan poco tiempo?

Miraba mi reflejo en la cristalera del café e intentaba reproducir el momento imaginando la distancia que nos separaba. Por muchas vueltas que le diera no dejaba de parecerme imposible lo que había sucedido.

- ¿Visteis dónde estaba cuando se soltaron las tablas? – dije interrumpiendo su conversación, y me miraron interrogantes. - ¿Quién? – contestó Jimin jugando con una pajita – Min Yoongi.

Se miraron absortos y a la vez con gesto pensativo.

- No – dijo Tae frunciendo el ceño -, pero calculo que tenía que estar sobre el escenario. De repente lo vi a tu lado, se cayeron las cosas y un segundo más tarde caíais del escenario. – Los miré, Jimin asintió y Dahyun se encogió de hombros -. También vi cómo saltó – continuó -, te agarró y rodasteis por el suelo. Pensé que se te había caído algo encima porque re oí gritar. ¿Por qué lo preguntas?

Pues porque lo que había hecho Min era imposible, pero si se lo decía pensarían que me había dado un golpe en la cabeza y querían llevarme a un médico. O peor aún, al hospital.

- Por nada – dije con una sonrisa, insegura -, fue tan rápido que no podía acordarme y pensé que vosotros me lo podríais explicar. No importa.

Jimin y Tae, comprensivos, asintieron, y Dahyun me acarició el brazo. Consiguieron que me sintiera peor, ya que al fin y al cabo les acababa de mentir. Di un trago a mi batido, que ya no estaba frío y no estaba tan bueno. No podía quitarme esa idea de la cabeza, sólo quería convencerme de que mis sentidos me habían engañado. Eché un vistazo a mi reloj, era un poco más tarde de las ocho. ¿Y si el señor Webber todavía estuviera en el teatro? Quizá tenía suerte, por lo menos tenía que intentarlo. Me miraron sorprendidos cuando me levanté. Tae, que pensaba que quería irme a casa, se ofreció a llevarme, pero lo rechacé.



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Editado: 12.06.2020

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