Me vendaron la mano y me mandaron a enfermería. Le conté lo sucedido a la enfermera, una mujer con cara redonda y amable, pero que no tenía reparo en dar órdenes como un sargento, que me curó e hizo un informe. Cuando acabó, la clase ya había terminado. Fui a toda prisa a donde había quedado con Yoongi. No estaba, y miré la hora.
Era raro; aunque hubiera durado más el entreno y se hubiera tomado su tiempo duchándose, ya debería estar ahí. Quizá pensó que después del golpe me iría a casa.
Estaba decepcionada. Pasando por la cafetería oí la voz de Tae:
- ¡Déjala en paz, Yoongi!
- ¿Si no qué, Kim? ¿Te crees muy duro? Sal de mi vista – el tono de Yoongi no era menos agresivo que el de Tae.
Me acerqué a los arbustos para ver qué pasaba. Taehyung había cogido la chaqueta a Yoongi y lo empujaba contra la pared.
- No la mereces, Min – irrumpió – Hazte un favor y aléjate de ella.
- ¿Qué te molesta, Kim? ¿Qué cualquier chico se interese por Haneul o que sea yo precisamente? – le apartó las manos cogiéndole las muñecas sin perder los estribos – La conoces desde hace bastante tiempo y nunca te has atrevido a decirle una palabra, cobarde – Yoongi se lo quitó de encima de un empujón – Lo que pase entre Haneul y yo no es asunto tuyo.
Tragué saliva, nunca hubiera pensado que le gustaba a Tae, ni siquiera se había insinuado. Para mí nunca fue más que un buen amigo.
Taehyung se abalanzó con ira sobre Yoongi, pero éste lo inmovilizó en un par de movimientos, torciéndole el brazo y empujándolo contra la pared. Taehyung gritó de dolor.
- ¡Parad ahora mismo! ¡Los dos! – exclamé saliendo de entre los arbustos.
Yoongi soltó a Tae todavía un poco alterado, me miró la mano vendada y dio un paso atrás.
- Hana… - dijo Tae avergonzado.
- ¿Te has vuelto loco? – increpé – Pareces idiota, pegándote por mí como si fuera un trofeo. ¿El que gane me dará un mazazo en la cabeza y me llevará a su cueva? No, si aún tendré que sentirme halagada.
Tae se quedó con la boca abierta. De reojo vi a Yoongi bajando la cabeza para disimular su risa.
- ¡Y tú no eres mejor que él! – continué. Se puso serio al instante, y dio otro paso atrás cuando gesticulé con mi mano herida - ¡Neandertales! ¡Los dos!
Se hizo un silencio incómodo. Tae fue el primero en romperlo:
- Ya sabes lo que hizo con las otras chicas. ¿Crees que contigo va a ser diferente? Olvídate de él, déjalo antes de que sea demasiado tarde, no te conviene, Hana – dijo convencido.
- ¿Y tú que sabes quién me conviene y quién no? ¡Eso lo decido yo! ¡Así que no te metas! – repliqué más enfadada de lo que me hubiera gustado.
- No sabes nada de él – continuó con tono amargo.
- Lo que sepa o deje de saber no es cosa tuya. Estoy con él porque quiero, así que respétalo – estaba harta de que todos creyeran saber mejor que yo lo que me convenía.
Tae se quedó mirándome, luego miró a Yoongi, y dijo:
- Como quieras – y se fue sin más.
Todavía enfadada me dirigí a Yoongi:
- ¿Y? ¿Tienes algo que decir?
- Que tiene razón, no sabes nada de mí – respondió – No te convengo – me miró la mano vendada – Deberíamos dejarlo, no va a acabar bien.
- ¿Y lo que me dijiste en la sala de ordenadores? ¿Era puro cuento?
- Una cosa no tiene que ver con la otra – dijo con dolor – claro que te quiero, pero…
- ¡Entonces déjame decidir a mí lo que me conviene! A no ser que quieras dejarlo, claro.
Yoongi me miró abrumado, cambió el gesto y asintió.
- Sí, eso quiero. Todo ha sido un error. Taehyung se alegrará.
Sus palabras sonaron tan arrogantes y secas como antes de ser novios. Fue como un puñetazo en la barriga.
- No me lo dirás en serio – balbuceé. Me brotaron lágrimas, pero me aguanté. No podía llorar, no delante de él – Genial, soy la que menos ha durado contigo, he batido el récord.
No dijo nada.
- Vete al infierno, Min Yoongi – dije, y me fui.
No hizo nada para evitarlo. En el fondo era lo que yo esperaba, así que no miré atrás. Me picaban los ojos y las ganas de llorar me atenazaban la garganta. No me volví para verlo hasta que llegué a mi coche. Yoongi estaba parado a la luz del sol, mirándome, a medio camino entre la cafetería y el coche.
Namjoon estaba echándole un vistazo al motor del coche de mi tío cuando entré en el garaje derrapando. Cerré la puerta de un golpe, y se me quedó mirando sorprendido.
- ¿Qué tal el instituto? – preguntó.
Por toda respuesta, le hice un gesto con la cabeza, gruñí y me metí en casa. Ignoré a Hyeon, fui directa a mi cuarto y me tiré en la cama. Yoongi me había dejado. Lloré de impotencia, desesperación y rabia, no podía aguantar más.
Hyeon asomó la cabeza por la puerta después de llamar. Le di la espalda bruscamente y me limpié las lágrimas.
- Si me necesitas para cualquier cosa, estaré en la cocina – dijo, y cerró la puerta.
Perfecto, ahora la había ofendido a ella también, y todo por culpa de Yoongi. ¡Maldito idiota! Le di una patada a mi mochila. Todo eso de que me quería, pero que no era bueno para mí, ¿a qué venía? ¿Qué lo diferenciaba de cualquier chico de instituto? ¿Por qué era tan cruel? Me levanté rabiosa y me puse a dar vueltas por mi cuarto. ¡Tenía que salir! Me vestí para ir a correr, cogí mi móvil con los auriculares para poner algo de música – aunque realmente no solía escuchar mucha – y bajé la escalera rápidamente. Avisé a Hyeon de que salía, subí el volumen a la canción aleatoria que había puesto y tomé el camino del bosque, fuera de la ciudad.
No quería ver a nadie, necesitaba calma.
¡Hasta aquí el capítulo! <3
Espero que lo disfrutéis muchísimo.
Muchas gracias por el apoyo.