Mi Luz en la Oscuridad - Min Yoongi (suga) - Bts

Capítulo 25

En seguida me di cuenta de que ya no estaba en buena forma, jadeaba y me entró flato. Además, me dolía la pierna por la caída en clase de gimnasia. Todo por culpa del imbécil de Yoongi. Molesta y disgustada, aflojé el ritmo. Dudé un instante, pero acabé tomando la cuesta al mirador. Allí podría relajarme, a ver si me quitaba el dolor de barriga, que había ahogado las mariposas.

El camino era más empinado de lo que recordaba, lleno de pedruscos y raíces, que sobresalían por la erosión de la lluvia en los últimos días. Llegué sin aliento y sudando, pero no en vano; me sentía mejor.

Se oían golpes en la madera como si un pájaro carpintero anduviera picoteando cerca, sólo que a cámara lenta. Me di cuenta demasiado tarde de lo que realmente se trataba: era Yoongi sentado en una roca tirando piedras a un árbol. Las había lanzado con tanta fuerza y rabia que había roto la corteza. La Blade estaba a unos metros, en la otra entrada.

Nos miramos sin decir nada.

- ¿Qué haces tú aquí? – pregunté al cabo de un instante.

- No te preocupes, ya me iba.

Lanzó una piedra con tanta furia que se quedó clavada en el árbol, se sacudió las manos y se levantó.

Ni me miró al pasar por mi lado.

- ¿Por qué me has dejado dos horas después de decirme lo mucho que me amabas?

Me miró la mano herida.

- ¿Cómo te has hecho eso?

- ¿Por qué cambias de tema?

- Hana, responde a mi pregunta.

- Me he caído de la barra de equilibrios y me he cortado con el soporte – respondí.

- ¿Y por qué has resbalado?

- Me he distraído porque he oído a vuestro entrenador llamándoos a ti y a Tae.

Asintió como si lo que acababa de decir demostrara algo.

- Ahí tienes el porqué, Hana. Te has hecho daño por mi culpa. Con una vez es suficiente.

- Eso es una tontería, y tú lo sabes – dije meneando la cabeza – Así sólo me demuestras que te preocupas por mí. ¿Cuál es el verdadero motivo?

- Ya te lo he dicho, no te conviene tenerme cerca – contestó yendo hacia la moto.

Le corté el paso.

- Ya te he dicho mil veces que no me importa.

- Hana, es peligroso. Soy peligroso. – sonó casi como una súplica.

Le puse la mano en el pecho.

- ¿Por qué? Dímelo Yoongi.

Se quedó callado, miró mi mano. Parecía que no respiraba.

- No puedo – dijo dando un paso atrás.

- Yoongi...

- ¡No! Te pondría en peligro, así que mejor olvídalo – sonaba más desesperado que molesto.

- ¿Estás metido en líos?

- Piensa lo que te dé la gana – dijo yendo hacia la Blade.

- ¿Por eso lo dejaste con las otras chicas?

- Las otras no me importaban – se volvió.

- ¿Yo te importo?

- Sí – titubeó.

- Entonces, ¿por qué nos martirizamos?

Me miró sin decir nada. Cada segundo era una eternidad. No pude aguantar más y le dije con el corazón en la mano:

- Min Yoongi, te quiero, y no me importa en qué andes metido, sólo quiero estar contigo. A ver si se te mete en esa cabezota.

Hubiera pagado una fortuna por leerle el pensamiento en ese instante. Una ráfaga de viento revolvió las hojas y me dio un escalofrío. Frunció el ceño y me puso su chaqueta sobre los hombros.

- Estás cavando tu propia tumba – dijo.

Resoplé, y me apartó unos pelos que se me habían enredado en las pestañas. Miró fijamente mi cuello, pero apartó rápidamente la mirada. Me acarició la mejilla, murmuró algo inaudible y me miró pensativo.

- Ya he roto tantas normas... - susurró – qué más da si rompo un par más por ti – me acarició los labios con el pulgar y mi corazón se desbocó – Te quiero, Ahn Haneul, pero sólo puedo estar contigo si me prometes dos cosas.

Las mariposas resucitaron en mi estómago y me quedé sin aliento, apenas logré asentir.

- Hay ciertas cosas que no puedo contarte – empezó – Si no quiero hablar sobre algo, no preguntes, y si te digo que le alejes de mí, lo haces.

- Te lo prometo – dije, pero cuando fui a abrazarle, se apartó.

- ¡No! Hoy no te me acerques mucho, ¿vale?

Intenté disimular mi decepción y me subí el cuello de la chaqueta. Pero se me debió de notar algo, porque me acarició y dijo:

- Mañana, te lo prometo – me aseguró, y le respondí con una sonrisa - ¿Te llevo a casa?

- ¿No dijiste que daríamos una vuelta en la Blade?

Miró su reloj y meneó la cabeza.

- Hoy ya no, he quedado con alguien – me miró la mano vendada – Mañana después de clase, ¿vale?

Asentí.

- Lo siento – dijo.

Esbozó una mirada de perro que nunca antes le había visto y me arrancó una sonrisa.

Me puse seria, de repente.

- No puedes llevarme a casa – dije preocupada.

- ¿Por qué no?

- Si te ven Hyeon o Namjoon, se lo dirían a mi tío – respondí.

- ¿Y quiénes son?

- Hacen tareas en casa. Namjoon era antes mi guardaespaldas.

Me costó cerrar la cremallera de la chaqueta de cuero.

- ¿Y si sólo te acerco? – preguntó mirándome por encima de las gafas.

- Vale – dije, aunque fuera un poco arriesgado. La calle era larga y nos podían ver de lejos.

Sonrió y se montó en la moto. El camino de tierra lo bajó lentamente, pero en cuanto pisó el asfalto, aceleró. Chillé asustada y me aferré a su cintura, soltó una carcajada y disminuyó la velocidad, aunque en ningún momento condujo dentro del límite.

Me dejó a cien metros de mi casa. Miré con disimulo a ambos lados de la calle.

Nuestras manos se acariciaron antes de que se despidiera de mí, muy a mi pesar.

- Anda, vete – dijo – Si no, la próxima vez te dejo en la mismísima puerta. Hasta mañana – se puso la chaqueta.

- Lo siento.

Sonrió, me acarició el brazo y me cogió la mano.

- No pasa nada, piensa en Romeo y Julieta.

- Los dos mueren – dije con un gesto trágico.



#98 en Fanfic

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Editado: 12.06.2020

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