- No lo sé. ¿Casualidad? ¿Demasiada adrenalina? – soltó después del silencio.
- ¿Manipulas la conciencia de las personas a menudo?
- Cada vez que bebo. Así lo establece la ley, por lo menos en cuanto a humanos se trata. Si no, llamaríamos demasiado la atención. Pero tiene que haber contacto ocular; en caso contrario, no funciona.
- ¿También se lo haces a los tuyos?
- Con un lamia no funcionaria, ni con un vampiro poderoso. Co un creado joven no supondría gran problema – respondió con altivez.
- ¿Un <<creado>>? – pregunté frunciendo el ceño.
- Un vampiro. Así los llamamos los lamias.
- ¿Cómo se crean?
- No es sólo a través del mordisco, como todos los humanos se imaginan, sino que es fundamentalmente una decisión del lamia…. O del vampiro.
- ¿Me estás diciendo que un vampiro puede crear a otros?
Su gesto se volvió duro.
- Sí, pero no les está permitido; se les castiga con la muerte.
Preferí no seguir en esa dirección por la forma en que respondió.
- ¿Y cómo se mata a un lamia o un vampiro?
Yoongi levantó una ceja.
- Rompería cualquier ley por ti, Hana, pero no ésta; por favor, no te lo tomes a mal.
No parecía que fuera a ceder, así que asentí.
- ¿Cómo te convertiste en lamia? – pregunté mirando las hojas en el suelo -. ¿Y qué pasó entonces?
- Exactamente lo que dice ahí. Se soltó un cable, perdí el equilibrio y me caí – dijo con aspereza.
- ¿Ya lo habías leído?
- Claro – asintió.
- ¿Es cierto lo del sabotaje?
- Nunca se demostró, pero había sospechas. Antes de la función lo comprobamos todo, siempre lo hacíamos. El cable no debería haberse soltado – dijo con una sonrisa triste – Éramos famosos, Hana, las ciudades nos pagaban mucho dinero por actuar, y la gente se peleaba por vernos. Había envidias, algunas compañías nos causaban problemas, quizá porque éramos extranjeros. Ellos también querían actuar en Nueva York, pero nos eligieron a nosotros – melancólico, miró por la ventana.
- ¿Ya eras un lamia? – pregunté.
- No – respondió dándose la vuelta – el accidente provocó el cambio. Menos la columna vertebral, me rompí todos los huesos que me podía haber roto. Estaba muerto, pero mi cuerpo se negó a aceptarlo, aunque todavía era demasiado joven para el cambio.
- ¿Cómo fue? – me incliné hacia adelante.
Soltó una amarga carcajada.
- Un infierno. Cuando llega el momento, el cuerpo te va cambiando poco a poco. Se pierde el apetito y uno se vuelve más sensible al sol.
- Pensaba que a los lamias no les afectaba.
- A un lamia adulto no le afecta apenas, pero justo antes y después del cambio sí somos bastante sensibles – me aclaró – A mí me pasó todo de golpe. Mi cuerpo intentaba curarse, pero nadie debía enterarse de que había sobrevivido a una caída desde treinta metros de altura. Además, durante el cambio necesitaba beber. La habitación del hospital estaba rodeada por la prensa – Se pasó la mano por el pelo – Mi hermano se gastó una fortuna en sobornos para que la gente <<olvidara>> que había visto algo extraño.
- ¿Por qué no les hizo olvidar como tú quisiste hacer conmigo? – interrumpí – Como también le hiciste al director para que no le dijera nada a mi tío, ¿no? No lo chantajeaste como me dijiste.
Yoongi se encogió de hombros sin mala conciencia.
- Era lo más fácil.
- No tienes escrúpulos.
- Si es por la gente a la que quiero, no.
- ¿Hay muchos de vosotros en la ciudad?
- No, este sitio es muy pequeño – dijo, y apretó los labios – Que yo sepa sólo hay un lamia y dos o tres vampiros, su progenie.
Tenía la sensación de que me ocultaba algo.
- ¿Los conoces?
- Apenas he tratado con el lamia un par de veces – dijo, y me miró de reojo – Es el dueño del pub.
Pensé en Dahyun….ella trabaja ahí, y me levanté alarmada. Yoongi me leyó el pensamiento.
- No te preocupes, sus empleadas están bajo su protección, y es tan viejo que nadie osaría enfrentarse a él.
- Entonces ¿hay otros?
- Hay un par más de paso. La mayoría de nosotros, sea por lo que sea, no aguanta mucho en un lugar.
- ¿Y a qué viniste tú, Yoongi?
Se quedó un instante en silencio.
- Vine buscando a alguien – murmuró, y fijó la mirada en el suelo.
- ¿A tu hermano? – pregunté, y él asintió - ¿Qué le ha pasado?
Me dio la espalda y se puso tenso.
- Sólo sé que ha desaparecido sin dejar rastro – dijo cerrando los puños.
- ¿No tienes ningún indicio? – me levanté y le puse la mano encima del brazo.
- Uno, y todo parece indicar que lo mataron – dijo un golpe contra la pared que me hizo estremecer – Me niego a creerlo; somos gemelos: si estuviera muerto lo sentiría. Sigue vivo – dijo mirando al vacío – Sigue vivo – repitió desesperado.
Le abracé y estuvimos así un buen rato.
- ¿Y ahora qué?
Tarde un instante en comprender a qué se refería. Me encogí de hombros.
- Pues nada – respondí – No eres exactamente lo que me esperaba, pero qué le voy a hacer. Además, sabiendo lo que ya sé de ti, no corro más riesgo por seguir contigo. – lo miré a los ojos – Yoongi, nunca me has hecho ningún daño, sino todo lo contrario, me has protegido y hasta me has salvado la vida. Tú mismo me dices que infringes leyes por mí. ¿Por qué tendría que dejarlo contigo?
- Soy un lamia.
- Y yo humana, ¿qué más da?
- Bebo sangre humana.
- Pero a mí no me has tocado, ¿dónde está el problema?
- Estás loca, Ahn Haneul, ¿no te lo han dicho nunca?
- Me han dicho cosas más bonitas – dije – Por cierto, ¿cuándo bebiste de Dahyun y de Jungkook? – La pregunta lo pilló desprevenido. Apartó la mirada – Va, si no significa nada, puedes contarme cómo fue.
Me miró de reojo y dio un largo suspiro.