Coronación

Nahiara

Desperté justo alado de mi madre como cuando pequeña, me levante sin hacer ruido yendo a mi aposento, justo ahí me bañe y arregle, cuando salí justo estaba por tocar Luan quien venía para decirme que el desayuno estaba servido, también me dio las instrucciones de como llegar al comedor sabiendo que no se el camino. Al llegar puedo ver como hay un gran banquete en una mesa para dieciséis comensales, la verdad es tanta que mi apetito se ha ido, bueno, eso en realidad sería una mentira porque amo la comida, pero creo que esta vez si es mucha…

Dejando de lado ese punto veo como mi madre junto a Erick y Adonis llegan, ella viene con un precioso vestido que llega al suelo ¿Cómo es que tiene puesto un vestido así tan temprano? Me pregunto, aunque en realidad es hermoso, no veo sus alas pero si su corona, es de lo que me parece oro blanco acompañado con diamantes. Dejo de admirarla cuando se sienta justo en el medio, yo lo hago a un lado, la verdad se me hace mucha mesa para cuatro personas.

-Buenos días- habla

-Buenos días- respondemos los chicos y yo al unísono

-Veo que están de humor-

-Como no estarlo con nuestra reina de regreso- responde Erick

-Es cierto, hiciste falta Tiana- dice Adonis

-¿Yo que puedo decir mamá? Me alegra mucho tenerte de nuevo conmigo- la tomo de la mano mientras me da una de sus miradas llenas de amor, llegan unas mujeres de servicio que comienzan a servir lo que creo es jugo de naranja para mí y una bebida blanca para los demás

-Antes de iniciar quisiera agradecerles muchachos, quiero agradecer a Erick por estar frente al reinado acompañado de Alayna, a ti Adonis por cuidar de mi niña y no abandonarla ni un segundo. También te quiero agradecer a ti Nahiara, mi niña, porque a pesar de todo lo que descubriste de mi y tu pasado no dudaste ni un segundo en venir por mí, en arriesgarte a entrar en un mundo del que te prive desde muy pequeña. A los tres, muchas gracias- dice en medio del llanto, tal vez para los demás no lo parezca, pero yo reconozco esa caricia en mi mano.

-¡Por la reina!- dice el blanquecino

-¡Por la reina!- hacemos un brindis, sé que es juego de naranja, pero algo es algo ¿Qué no?

Estuvimos desayunando muy tranquilamente, bueno, si se le puede llamar desayuno porque estoy a punto de salir rodando de este lugar, aunque he de admitir que todo está sumamente exquisito, no hay de que quejarse. Casi termino cuando mi mamá saca un tema más a relucir…

-Erick, casi lo olvido, necesito que prepares todo para la transferencia de poder, el título de Adonis como nuevo miembro de la corte y la ceremonia de coronación para mi hija- cuando dice la palabra coronación me empiezo a atragantar con mi juguito de naranja el cual estaba disfrutando mucho.

-¡¿Mi que?!- pregunto alterada mientras intento retomar la respiración

-Tu coronación hija, tu coronación, es obvio que la tenemos que hacer eres mi hija además de que soy reina, lo que te convierte en futura heredera de mi puesto, mientras tanto tengo que reconocerte frente al pueblo como mi hija y princesa, ¿pues que esperabas jovencita?- ok, tiene razón en eso

-Bueno, si tienes razón, ¿pero no es algo que se pueda hacer privado?- hago notar la suplica en mi voz

-Aunque quisiera no lo se puede, es obligatorio, pasando esta escena por encima… ¿Puedes preparar todo, Erick? -

-Si mi señora-

-Muy bien, es momento de prepararte Nahiara, tengo que enseñarte lo que harás durante la ceremonia, que debes llevar y otros detalles más- dice con voz demandante, ante la cual no puedo refutar si es que no quiero terminar con un coscorrón en la cabeza

-Este va ser un día muy largo…- me susurro

                                                                             °~°~°

Después de una semana completamente agotada ha terminado lo que mi madre nombro “entrenamiento”, bueno, también he de considerar que durante este tiempo no a sido mi mamá sino mi reina según sus palabras, al principio pensé que no sería tan pesado y alomejor hasta lo disfrutaría pero que equivocada estaba me digo a mi misma porque así lo fue. Primero empezamos con el idioma natal, algo que para ser realistas no se me dificulto mucho, pero aparte de este se me enseño otro, el latín, en cuanto me lo empezaron a inculcar me enamore de el como espero el de mí, fue amor a primera vista así es señoras y señores, me enamore de un idioma es que no puede haber amor más sincero que el suyo, están hermoso, tan puro que es imposible no amarlo.

Eso es lo único bueno que puedo rescatar, lo demás fue una tortura, después de mis clases lingüísticas empezamos con la elección de mi nombre porque según la reina he renacido, por lo que tengo derecho a escogerlo yo misma, dijo que podría basarme en mi fecha de nacimiento, en la numerología o en uno que me guste, hasta la fecha aún no decido cual me gusta por lo que he levantado la incertidumbre de mi superior. Pasando de eso tuve clase sobre cómo hacer un discurso y decirlo frente a la gente con total seguridad, sinceridad y sencillez en mis palabras, también me enseñaron el lenguaje corporal que tenía que mostrar, no solo para eso, sino también para la vida cotidiana, cada uno de mis movimientos esta milimétricamente medido, ni hablar de que me han hecho estudiar la geografía del lugar, las costumbres y la cultura que tienen, también me hicieron repasar cada uno de los rincones del castillo y pueblo.

La peor de las partes fue cuando tocaron el tema de usar un vestido ¡No señor!  Ni muerta me pongo uno, bueno, no es que los detesté al punto de no querer verlos pero no son de mi sumo agrado, con decir que me fui a esconder al cuarto de lavado para que no me encontraran y así evitar que me tomaran medidas. Algo que termino en un completo desastre, pues cuando dieron conmigo use mis habilidades para crear gran espuma en el lugar y así perder, estaba a punto de salirme con la mía pero un montón de soldados ya me esperaban afuera, aunque puedo decir que valió la pena ver a la recta Tiana empapada de espuma con una cólera de los mil demonios, una que se aumento cuando quiso hablar pues una burbuja salio de su boca, no lo soporte más y termine cayendo al suelo en carcajadas, incluso algunos soldados se pusieron como tomates evitando reír.