Mi Más Bonita Casualidad

Capítulo 1

"Los cambios son para los valientes, los cobardes prefieren quedarse donde están aunque no sean felices"- Cris Ospina Cortés.

🌼

Otra vez iba a llegar tarde, mamá se había ido temprano a una reunión, estaba apunto de tomar la cartera pero no la necesitaría y mi celular estaba muerto.

Corri escaleras abajo y tomé el abrigo de la percha, estaba por largarse a llover pero si llegaba rápido el agua no me alcanzaría, espero. Salí disparada de la casa, Kyle me había dicho que me vería en el pequeño callejo donde siempre nos encontrábamos. Íbamos a salir a cenar y después una película en su casa, la rutina de siempre.

Llevaba unos jeans azules con un cinturón negros que acentuaba mi cintura. Una remera negra mangas largas, una vans blancas y mi campera de cuero, falso por supuesto. Tenía que caminar 8 cuadras hasta, el callejo, así que empecé avanzar a paso rápido.

Amaba Londres, el cielo las casas y edificios, la personas, se podría decir que mi vida era normal.

Padres divorciados, papá se quedó con la custodia de mis hermanos y mamá con la mía, vivíamos en New York, y solo teníamos siete años cuando nos separaron. Ellos se fueron a vivir a Miami, mientras que mamá y yo vinimos a Londres. Papá y los chicos llamaban de vez en cuando, pero nunca venían a Londres y yo nunca fui a Miami.

 

Cansa de caminar, pare un segundo a contemplar el cielo, debían de ser las 7, pero ya había oscurecido un poco. Pobre Rachel, pensé. Mi mejor amiga, se resfriaba muy seguido, le había llamado esta mañana para saber cómo se encontraba, cuando atendió sonaba como si se estuviera muriendo. Me reí y seguí avanzando entre la gente que caminaban a paso apresurado por las calles de Londres, evitando que la lluvia los atrapará.
 

Estaba cansada de la misma rutina de siempre, del instituto a casa, y de la casa a la cena de mamá. Era todo tan aburrido.
 

Empecé a caminar más rápido cuando doble la esquina y vi el auto de Kyle aparcado en el mismo lugar de siempre, un poco más oculto que de costumbre. Había comenzado a llover y yo a mojarme, corrí hasta el auto y me quedé parada a mitad de la calle cuando vi un movimiento brusco en el auto. Los vidrios estaban empañados y el auto se sacudía de un lado a otro, no me negaba a pensar que era el auto de mi novio, tal vez era otro auto. Pero cheque la matricula y era la misma. 
 

Dos manos se sostuvieron de la ventana trasera una pequeña y la otra más grande. 
 

Dios mío, estaba a dos metros del auto, a dos malditos metros del auto cuando Kyle levantó la vista de la chica y nuestros ojos se encontraron. Estaba teniendo sexo en el auto, con otra chica, pero no era cualquier chica ese pelo rojo no le pertenecía a otra que a Jessica. La susodicha al ver que Kyle había parado y estaba mirando hacia otro lado que no era ella se detuvo. Siguió su vista y me vio, estaba sonriendo, ella había sido la que me había enviado el mensaje, por lo general Kyle y yo arreglabamos nuestras salidas una semana antes, pero hacia una hora me habia dicho que nos encontráramos aquí.
 

No podía moverme, no podía creer lo que estaba viendo, cuando vi que Kyle se empezó a cambiar, me obligue a moverme, a correr lejos de aquí.
 

Corri con todas mis fuerzas, parecía que la lluvia no iba a parar durante un par de horas más, pero lo agradecí, ya que la lluvia hacía pasar desapercibida las lágrimas que brotaban de mis ojos y corría por mis mejillas. Me imagina que el maquillaje no había durado mucho.
 

Lo único que podía escuchar era mis pies pisando cada charco que se aparecía en mi camino, y algunos autos a lo lejos. Llovía muy seguido en Londres, y no me quejaba por ello. Amaba leer un libro, mientras las gotas golpeaban la ventana y el techo. Se estaba por hacer de noche, lo suponía por las nubes azules que se extendían por el hermoso cielo. 
 

Maldigo el momento en que decidí que sería mejor no traer mi cartera, mi celular y un maldito paraguas. Mi ropa estaba pegada a mi como una segunda piel, el pelo lo tenía hecho una maraña, al igual que mis pensamientos. Maldita sea ¿por que tenia que llover hoy? Pensé frustrada.
 

Pero, claro, creía que iba a pasar la noche en casa de Kyle, ese maldito. De solo pensar en lo que acababa de ver se me revolvía el estómago y un gusto horrible me invadia la boca, tenía ganas de vomitar. 
 

Frene en seco llevándome ambas manos a la boca, me apoyé en un edificio a una cinco cuadras de la casa de Rachel. Respire profundo sintiendo que me faltaba el aire. Todo a mi alrededor pasaba en cámara lenta. Había dejado las llaves en la cartera y mamá estaba en una reunión, osea que volvería tarde. Y Roxan, mi nana, se habia tomado el día libre, ya que nadie estaría en la casa.
 

Cansada de la mala jugada que me pasaba mi cabeza, empecé a correr esas cinco cuadras, al cruzar las calles sin mirar a mi alrededor, muchos autos empezaron a tocar la bocina e insultarme.
 

De seguro este era el peor día de toda mi existencia. Algunas personas que estaban debajo de los pabellones de las cafeterías o de alguna tienda de ropa, me miraban como si estuviera loca. Y lo estaba no había nadie en la calle, solo dos o tres personas apuradas con un paraguas.
 

Por alguna razón me reconfortaba no ser la única a la que se le había olvidado el paraguas. Los truenos se hacían cada vez más fuertes.
 

Sabia que Rachel, estaba en casa porque había cojido un resfriado, pasaba muy seguido por el clima. La señora Kepler, abrió la puerta y me miró horrorizada de arriba abajo. De seguro parecía un mapache, sucio y mojado.
 

–Adda, Cariño que a ocurrido– me pregunto al verme a los ojos, los sentía hinchado y mi cabeza me dolía demasiado. 
 

Rachel asomó la cabeza en mi dirección, estaba recostada en el sofá de la sala tapada hasta la cabeza. Se levanto de golpe y se acercó a mi. Cuando estaba por hablarme, no pude contener más mis lágrimas y me derrumbe en los brazos de mi mejor amiga.
 




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