Cuando te volví a ver me pediste que volviéramos a salir como una pareja, pero yo me rehusé, no quería que la engañaras. Por la razón que fuese, ella era tu esposa y debías de respetarla. Entonces, me pediste que no me casara con nadie más, que buscarías la manera de divorciarte.
Por aquel tiempo era casi imposible que alguien disolviera un matrimonio y, consciente de ello, decidí continuar con mi vida, aunque al inicio tenía la ilusión de que tal vez dentro de poco aparecerías con el documento en mano diciendo que volvías a ser soltero, pero el tiempo pasaba y todo seguía igual.