CADIZ
Prila por favor que no se te olvide cuidar la piedra de fuego, es muy importante para nuestra comunidad, escucho que decían, mientras ella se asomaba por la ventana observando a los jóvenes dragones practicar, se mordió el labio, de ver cuánto musculo ejercían ellos.
—Descuida Krelia, cuando te he fallado, vamos confía en mi—su mentora suspiro, ese era el detalle.
—Eso mismo me pregunto, porque a veces me pregunto qué pasa por esa cabecita tuya Prila, en verdad, como has sobrevivido.
—Creo que es un gran misterio sin resolver.
—Y te da risa—Prila sonrió como siempre lo hacía, iluminado la vida de Krelia. —Bien estas a cargo, por favor, sabes que todos los ojos están encima de ti.
—Eso ya lo sé, como si fuera incendiar todo con tocar—Krelia suspiro, uno muy largo, porque era claro que a veces hasta ella no le tenía mucha fe—Como sea, cuidado, por favor—dejo a la joven Dragona, y solo esperaba que no incendiará el lugar.
Prila había sido una de las últimas mujeres dragones después de los ataques de Cronos, el elfo cruel, causando un terror en los cinco reinos elementales, pero hablar de cronos era recodar a ese elfo, no solo a él, sino a su ejército, aquellos hombres de cuernos largos y mirada siniestra, eran seres oscuros, que se adueñaban de tu alma con el simple miedo.
Los sobrevivientes solo logran sobrevivir al tratado de paz, entre ellos, los Normis seres con ojos de serpiente, el reino de las hadas, la manada lobuna, y ciudad de cáliz, los guerreros dragones, y el reino Fae, salvo el inverno donde habita cronos y quien no había tratado de paz.
Y ahí estaba ella, una mestiza de sangre lobo y dragón, donde no encajaba en ningún lado, siendo vista como un error.
Ella siempre fue un caso perdido para todos, una dragoncita descarriada, que brincaba de lugar a lugar, su cabello negro revoloteando por todo el lugar, apenas con ciento ocho años no lograba madurar, poniendo en riesgo a la pobre Krelia, una dragona marcada por un secreto, la crio como una hija, jurando dar su vida por ella, después de la muerte de sus padres.
Hasta aquel día.
—Shuuuu, Shuuuu— escucho desde afuera poniéndose alerta, se asomó sin ver nada, una pequeña piedra golpeo la ventana, Prila puso su mirada lobuna una ventaja de tener sangre de lobo. —Prila—el susurro de su amiga lo detecto
Romelia, era una su mejor amiga y cómplice en todo, la ínsito que fueran a ver a los chicos que se encontraban practicando con sus espadas, Prila moría por ver a Goretti el hombre más guapo y fornido sobre el planta Dragón, miro la piedra total unos minutos no pasaría nada.
Se mordió el labio, entre las ganas de ver a los jóvenes sudando por el entrenamiento, o estar ahí, sí que la piedra se moviera.
—Vamos, no tardarán en terminar, y de ahí podemos verlos en las duchas.
—¡Estas loca!
—Estará Goretti—Prila le brillaron los ojos
Eso había sido un grave error, después de degustar al gran dragón de Goretti, la piedra había desaparecido, Krelia no pudo hacer nada, la orden del Cáliz era muy dura y Prila desobedeció varias veces su guardia.
No tuvo más opción que ir al ojo dimensional y esperar su suerte, el destino de ella empezaba a escribirse.
Camino hasta estar en la orilla de aquella corriente azul, su cuerpo empezó a sentirse atraído como un imán, que empezaba siendo absorbida, escucho el grito resonar de Goretti indicando que la esperaría, el corazón de la dragona latió con mayor fuerza esperaba pronto regresar, pero debía obedecer al consejo por su castigo, sería solo un año para aprender su lección.
Que podría pasar en ese tiempo pensó ella.
—Aléjate lobo, vamos, déjame en paz, no tienes otra cosa que hacer que ir no sé, a mover tu testosterona en otra parte—empujo la dragona, deseándolo espantar.
—Vamos amor, no puedes vivir sin mí.
—Eso lo veremos, atrevido.
Como toda traviesa le llega su tormento, Kalet el hijo del alfa, no iba a darse por vencido ante aquella hibrida, peligroso como atrevido, y totalmente ardiente, que no solo esperaba el descuido de su dragona para clavar sus colmillos en ese cuello tentador.
Aquel lobo soltó una carcajada mostrando sus dientes perfecto, con esa mirada azul y cabello claro, tanto que la puso nerviosa
—Así tratas al amor de tu vida Dragoncita preciosa. —ella se puso roja.
—Sera mejor que me dejes en paz pulgoso—provocando la risa escandalosa del joven lobo.
—Amor, puedes decirme lo que quieras, pero vas a terminar por ser la madre de mis dragolibitas—ronroneo erizándola.
Kalet la sujeto de la cintura, haciendo que respingara la dragona, la olfateo desde el cuello hasta su cabello, de una manera atrevida, mostrando esos colmillos seductores, Prila que estaba jodidamente perdida en manos de ese maldito seductor.
Pero reconocérselo primero se muerde la lengua.
HOLA HERMOSAS ESTA HISTORIA YA ESTA TERMINADA, IRE SUBIENDO LOS CAPITULOS POCO A POCO.