Mi Mate...Una Bruja

COINCIDENCIA - ACCIDENTE

SEBASTIÁN

-. Señorita Sofía – salí algo apresurado de la oficina – debo disculparme

-. ¿Por qué? – pregunta confundida y se levanta tan rápido que por un momento pensé que iba a terminar en el piso

-. Son las 5 – señalo mi reloj de mano, ella parecía que no se había dado cuenta

-. C-creo – trata de no tartamudear –que el trabajo nos ha mantenido concentrados y el tiempo se ha ido muy rápido

-. Es correcto – miro hacia el escritorio – quedan un par de carpetas, será mejor revisarlos mañana

-. Mejor terminamos – replica – es poco

-.La verdad tengo hambre – mi mano va hacia mi estómago – la invito a cenar. una cena/almuerzo

-.Esta bien - Una ligera sonrisa asoma en su rostro,

-. ¿Vamos? – señalo la puerta, y estoy relajado mañana podré estar otro momento con ella

-. Si vamos – ella parecía buscar algo

-. ¿Pasa algo? – inquirió y paso mi mano por la nuca

-. M... mi... mi morral lo dejé en mi antiguo puesto de trabajo y lo necesito porque ahí están mis llaves y demás – responde de corrido sin tomar aire

-. No hay problema, iremos por él y luego a cenar – digo más tranquilo ya que extrañas ideas estaban apareciendo en mi cabeza, asiente y caminamos al elevador para ir a su piso, llegamos la veo dar un paso y de ahí se congela me voltea a mirar - ¿le sucede algo?

-. Te- te- tengo miedo – dice al fin se coloca a mi costado y agarra mi brazo con ambas manos, su rostro a perdido el color esta pálida

-. Tranquila yo estoy aquí – mi mano acaricia las suyas y siento como de a pocos afloja su agarre y se va relajando

-. Gracias – ambos caminamos hacia su antiguo escritorio toma sus cosas y regresamos al elevador. Pongo el elevador en marcha al llegar solo está el de seguridad ya todos han ido a casa, en todo el camino ella no ha soltado mi brazo, se siente tan bien el contacto de sus manos, de pronto me doy cuenta que ella trata de alejarse; pero no la dejo... no quiero. Salimos a la vereda y me quedó congelado, no conozco mucho y no sabría a donde llevarla

-. ¿Qué pasa? – la siento algo preocupada

-. Es que – me rasco la nuca –no conozco los lugares y menos restaurantes que hay aquí

-. Mmm… - estaba a punto de reír; pero hacía un gran esfuerzo por que no se le escapara la carcajada que contenía – podemos ir a una cafetería

-. No hay algún restaurante, quiero decir… - mis dedos no dejaban de moverse sobre mis muslos – no me agrada el café

-. Está bien, vamos a un chifa ¿te parece? – trata de mirarme a los ojos y yo solamente intento evitarla me siento avergonzado

-. Discúlpame – suelto con mi mirada puestas en mis zapatos- soy algo quisquilloso, no quiero incomodarte, es que… - no me deja terminar y coloca un dedo sobre mis labios

-. Ven – me jala – caminemos un rato – yo solo asiento

Estamos en la plaza que es considerado el centro del pueblo, todos dicen que desde aquí cualquier forastero podía ubicarse así fuese la primera vez que llegase, era amplia, en cada esquina había un palmera de unos 20 metros que daban luces de su antigüedad, la iluminación era óptima, la gente se sentaba en las bancas y charlaba algunos padres estaban con sus pequeños, algunos jóvenes estaban en grupos, estaba atento observando todo y de repente llego un olor exquisito que llama mi atención; y mi estómago se hace presente, y sé que mis mejillas están como tomates

-. ¿Es chocolate? – preguntó cabizbajo

-. Sí y no – responde con una sonrisa es tan hermosa – son manzanas acarameladas, canchita, quequitos y pequeños dulces

-. ¿Quisiera poder probarlos? – estaba avergonzado y ansioso

-. Está bien – sonríe, compramos un par de cada cosa y un par de botellas de agua. Sofía me llevó a una de las bancas y conversábamos mientras comíamos, terminamos y solo reímos; era la primera vez que me sentía tan bien y podía ser yo, no actuar como el hijo del CEO que todos esperaban ciertos modales que debía mostrar ante ellos.

- Déjame llevarte a casa - era ya demasiado tarde – es tarde y en parte es mi culpa que estés retrasada

-. Tranquilo – dice más seria - aquí es tranquilo, no me va a pasar nada

-. Por favor – insisto y llevó mi mano sobre la suya – esa es la única manera de que yo esté tranquilo

-. No es neces… - no la dejo terminar, la levanto de una manera brusca, tengo un extraño sentimiento y de la nada una rama de la palmera cae, justo donde ella estaba sentada, siento su corazón acelerado y trato de mirar sus ojos no sé si tiene miedo o esta confundida; pero justo en ese momento me parece ver a Helen a lo lejos, parpadeo un par de veces e intento encontrarla de nuevo, aunque ya no hay rastro de ella.

-. Por favor, permíteme llevarte – vuelvo a insistir

-. Es... está bien – logra articular. Estoy decidido a protegerla; pero siento que si yo permanezco a su lado el peligro será aún mayor, debía saber que ha pasado eso no fue un accidente sería demasiada coincidencia. Sentí mi corazón agitado, parecía que alguien lo apretaba tan fuerte que dolía, tomé un taxi y la lleve a casa, me despedí y decidí caminar a mi departamento que quedaba a unos quince minutos de su casa (no estoy seguro).




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