En un castillo abandonado rodeado solo por desierto se alzaba una edificación muy antigua casi parecía que se iba a caer en ese mismo instante, la puerta principal debía medir unos 10 metros era de madera y tenía unos diseños antiguos , se encontraba semiabierta al entrar el panorama era desolador lo que antes parecía haber sido un mercado solo quedaban algunos palos de madera ya rotos y llenos de polvo, unos metros más adelante se levantaba una edificación que tenía dos escaleras y terminaban en la misma puerta de madera un poco as pequeña que la primera, al abrirla había una alfombra roja llena de polvo, habían sillas alrededor; pero estas eran nuevas de madera y sin polvo; al final de la alfombra habían tres escalones y un trono que era de oro puro y tenía un cojín de terciopelo rojo.
Sentado en el trono estaba un hombre de unos cuarenta años, tenía el cabello corto de color negro, una barba que de lejos bien podía pasar desapercibida, sus ojos eran de color negro, su cuerpo era bien formado, tenía la mano sobre su mentón y su expresión era de una furia que estaba por explotar. Con la otra mano chasqueo sus dedos y un hombre bastante delgado de su misma edad que tenía el traje bastante sucio, estaba arrodillado sin mirar al rostro de aquel que lo había llamado, parecía temblar
-. Sí, amo – dijo con voz temblorosa
-. Aún no tengo resultados de Vlad ¿Dónde está? – su voz era ronca y el tono era más alto de lo normal
-. Es un gran guerrero debe haberse tomado su tiempo – dijo jugando con sus dedos sin levantar la cabeza, estaba más nervioso que antes
-. No me mientas – gritó – se bien que ha muerto
-. Am… amo perdón – hizo llegar su cabeza hasta tocar la alfombra – pensé que era más fuerte
-. Estoy rodeada de inútiles – se levantó y lo pateo en las costillas, su súbdito chillo de dolor y no se defendió solo quedo ahí donde había caído – Gaspar - gritó observando a su alrededor
-. ¿qué acontece? – respondió el desde una esquina totalmente oscura, tenía una ligera sonrisa de satisfacción al ver a Luzbel tan enfurecido
-. Te divierte este pequeño percance – dijo regresando a su trono – solo es una demora aunque debo reconocer que el chiquillo se ha vuelto más fuerte; pero aún no sabe de su origen y eso juega a mi favor, y recuerda que sin su mate él simplemente es más débil.
-. Puede ser; sin embargo – comenzó a caminar de un lado a otro – que haya encontrado a un entrenador y él lo esté ayudando
-. Eso no le servirá – dijo mirándolo fijamente – no juegues conmigo sabes que aún te tengo en mis manos conozco tu punto débil Gaspar y no te conviene
-. Es cierto – dijo él – pero tu bien sabes que no puedo controlar lo que suceda fuera de tu fortaleza y tus informantes no son capaces de procesar bien la información.
-. Ya falta poco para terminar con esto y tú sabes que el tiempo se te agota – se esfumó en una neblina negra. Gaspar aprovecho para acercarse a Rey quien aún no se había levantado.
-. ¿Estás bien? – lo ayudó a sentarse tomándolo por el brazo
-. Sí, aunque cada vez golpea más débil – se tomó las costillas y respiró profundo para comprobar que no tenía ninguna fractura
-. Su enfermedad está avanzando, y si no consigue la sangre de Sebastián pronto, se volverá loco y ya no podrá… - Rey lo miraba extrañado sabía que la sangre de Sebastián era parte del antídoto; pero aun así faltaba algo para que completara su curación.
-. Sebastián no es el hijo de la Diosa porque ella tuvo una niña… - Gaspar le hizo un gesto
-. Él no lo sabe y eso nos da una ventaja; pero aun así la sangre de Sebastián es igual de valiosa que la otra – solo esperaba que Sofía descubriera pronto su origen. Él sabía que Luzbel tardaría un poco más en descubrirlo y eso le haría ganar tiempo, se había ido hacía tiempo ya que su aura había abandonado el lugar hace mucho; aunque se le hacía muy difícil controlar sus poderes tenía mucha magia en él.