Sofía no salía del asombro el destino la había favorecido su corazón latía a mil por hora cuando estaba cerca de Sebastián, y ella quería alejarse porque sabía que cuando encontrara a su mate ella sería desplazada y olvidada; pero ahora todo daba un giro de 360 grados, él era su alma gemela aquel que sin importa que estaría a su lado y esa unión duraría por siempre, finalmente podría formar una familia; sin embargo había todavía un gran vacío en su corazón.
Aunque no quería ensombrecer ese momento, y ella no podía dejar de pensar en su padre estaba segura que no había muerto; pero quien lo tendría necesitaba descubrir que era lo que estaba pasando ¿por qué no había vuelto? ¿Qué estaba haciendo, estaba bien? ¿Estaría prisionero? Lo único que conseguía era más preguntas que respuestas.
Sebastián había abandonado su departamento y se había mudado a casa de Sofía, rebozaban de felicidad al despertar cada mañana juntos aun cuando solo se daban besos y abrazos, ella no sentía estar preparada para perder su virginidad había días en lo que a pesar de estar al borde de la excitación siempre se frenaba y rogaba porque él no se molestara o se cansara de ella; pero él siempre repetía que la esperaría hasta el día que ella estuviera lista eso la calmaba; aunque la inquietud estaba sembrada en lo más profundo de su corazón.
Iban a los trabajos juntos; sin embargo por seguridad mantenían en bajo perfil su relación, uno de los dos entraba primero mientras el otro solo esperaba unos minutos antes de entrar; era muy difícil estar separados, al salir tenían un lugar donde se encontraban para irse juntos, era difícil pasar desapercibidos en un pueblo tan pequeño.
Un fin de semana ella se encontraba revisando los libros dentro de las cajas de su papá, necesitaba encontrar una pista sobre cómo podría sacar todo el potencial de las habilidades que él poseía, ya estaba a punto de darse por vencida, un libro con una cubierta de cuero marrón cuyas hojas parecían que al menor contacto se romperían y justo en el centro las hojas no se juntaban como si hubiese algo adentro, lo abrió delicadamente y solo encontró una hoja doblada en tres partes , lo sacó y dejo el libro a un costado para revisar ese extraño papel. Dentro tenía lo que parecía un mapa dibujado con lápiz había un camino de piedras al costado un rio y en el medio de este una “X”, era su casa; pero en el medio del río no había nada; al final de la figura había una pequeña reseña que decía “nada es lo que parece, no necesitas aguantar la respiración si encuentras la piedra correcta”.
Salió corriendo a la cocina y Sebastián tenía una taza de café en sus manos la miro confundido y ella le extendió la carta, él dejo la taza a un costado y miró detenidamente, buscó una respuesta en sus ojos porque él no comprendía nada parecía un dibujo hecho por un niño.
-. Cariño no entiendo – dijo confundido
-. Es un dibujo mío; pero no tenía esa “X”, papá debió dejarlo como una especie de pista
-. Oh! – Su cara era de película, su boca formaba una “o” casi perfecta, y sus ojos parecían que iban a salir de sus cuencas – pero hace demasiado frío no me quiero meter a nadar.
-. No seas miedoso – acarició su mejilla y le dio un pequeño beso en los labios – debemos ver que esconde – quitó el papel de su mano.
-. Sabes que no te puedo decir que no a nada – tomo su mano y salió tras de ella. Cuando llegaron él estaba en bóxer y ella con un polo y un short diminuto, se sumergieron y no podían ver dentro del agua entonces usaron sus pies para palpar alguna roca diferente pasaron unos 30 minutos después ya pensaban en rendirse y él toco un roca cuadrado, si era una roca cuadrada perfecta.
-. Esta es – chilló emocionada
-. Bien veamos cual es la sorpresa – jalo la roca y debajo de ellos todo comenzó a caer como en un pozo, como no había de donde se sujeten cayeron y unos gritos salieron de ambos, cuando ella se calmó hizo que flotaran antes de caer, sabía que estaban cerca del suelo porque iba bajando poco a poco y parecieron unos 10 centímetros. El lugar era totalmente oscuro, ella no pensaba con claridad tenía miedo y estaba aferrada al brazo de Sebastián.
-. Tranquila – trataré de ver si hay alguna luz, se concentró y vio parpadear un par de focos y le pareció ver una especie de interruptor al lado derecho a unos cuantos metros, tanteando hasta encenderlo, la habitación se ilumino dando paso a unos estantes inmensos llenos de libros antiguos que estaban en frente de ellos al costado había un pasadizo en frente de los estantes había una especie de laboratorio para realizar pociones.
Decidieron adentrarse por el pasadizo caminar un par de minutos y salieron a una especie de arena para entrenamiento.
-. Esto es… - no encontraba palabras para describir – gigante – dijo girando para ver todo el lugar
-. Lo sé; pero no recuerdo que mi padre me haya traído para acá
-. Quizá era un entrenador de ciertos magos u otros
-. No lo sé , vayamos a investigar en los libros puede haber respuestas – no sabía si estar molesta porque le haya ocultado su lugar o decepcionada porque no confiaba en ella. Todos los libros era referente a una guerra que se libraría entre demonios y magos, no mencionaba a ningún vampiro.
Tomo el primer libro y cayó una pequeña nota “Hija mía: si has llegado al salón de entrenamiento y yo no estoy contigo significa que no podré ayudarte; pero no temas puesto que pronto estarás con tu pareja y si es el correcto podrá entrar junto a ti de lo contrario la magia lo sacara de inmediato” una sonrisa se dibujó en su rostro, estaba al lado de la persona correcta.
El libro era sobre una historia de dos almas gemelas descendientes de una diosa y de un ángel de Rafael para ser exactos, ellos serían los responsables de vencer a Lucifer o el nombre que haya tomado de en ese tiempo. La mujer sería hija de la Diosa y su sangre sería la más valiosa y poderosa tendría habilidad tanto en magia como otros poderes que aún no se especificaban.