Mi Mate...Una Bruja

ENTRENAMIENTOS: FRUTOS

Sebastián camino despacio y la abrazo por atrás, Sofía se dio vuelta y su expresión cambio estaba muy preocupada tenía golpes por doquier, moretones, magulladuras, su ropa estaba hecha trizas

-. ¿Qué te pasó? Te cayo un meteorito – estaba realmente preocupada - ¿seguro que estas bien?

-. Estoy bien solo que fue un poco duro el entrenamiento – sonrió – solo necesito limpiarme

-. Vamos a ducharnos y luego bajamos a cenar – tomo su mano y lo llevo a la habitación, se desnudaron en un santiamén y ya en la ducha ella se encargaba de darle besos en cada una de sus heridas mientras pasaba el jabón, ese juego fue demasiado para ambos y terminaron haciendo el amor. Salieron y fueron a cenar, ella había preparado un delicioso asado para que el pudiera recuperar sus fuerzas.

Durante la cena la conversación fue a mena y Sofía estaba feliz porque él pudo cerrar un ciclo.

Los días transcurrieron y los entrenamientos eran duros; pero a la vez productivos se había vuelto un experto con cada arma, ya ninguna significaba un peso extra debido a que sus músculos se habían incrementado mucho, todo su cuerpo estaba tonificado. Era ya casi el final cuando Sebastián lograba encajar muy buenos golpes o ataques con sus armas que llenaban de orgullo a su padre; sin embargo él decía que faltaba un poco.

Estaban luchando con dos espadas, estaban sudorosos, jadeantes; pero aun así e miraban fijamente de pronto Sebastián tomo un impulso resultando tras de él con una espada en el cuello u la otra en su estomagó.

-. Bien – soltó sus espadas – el entrenamiento a finalizado – sonrió ampliamente

-. Debo reconocer que he mejorado mucho – dijo relajándose – crees que ya estoy listo

-. Te diré algo – coloco su brazo rodeando su nuca – de todos mis descendientes para esta guerra ninguno había logrado ganarme

-. Wow – clavó sus ojos en los de él – es en serio

-. Nunca bromearía con algo así – su tono de voz cambio – estas más que listo

-. Espero que esta sea la última guerra

-. Yo también – suspiró y miro al cielo – yo también. Ah por cierto lo olvidado te tengo una sorpresa

-. ¿De qué se trata? – lo examinaba de pies a cabeza

-. Bueno en realidad son dos

-. Ya no des más vueltas hombre

-. Tranquilo – Rafael hizo aparecer su espada la cual emana un brillo blanco especial y se podía sentir una energía muy fuerte – este es un regalo para ti – se la extendió

-. No creo – Rafael levanto su mano para hacerlo callar

-. Es un regalo solo tómalo eres digna de ella

-. Gracias – tomó la espada y practico unos cuantos movimientos, lo cual sintió como si toda la vida esa arma la hubiese usado

-. Te queda bien – dijo riendo – la segunda - dio un paso al costado para mostrar a alguien de pie tras él – te espera

-. Es… - no pudo terminar por el nudo que se había formado en su garganta corrió para ver a la cara a aquel extraño, cuando llegó a su lado su corazón parecía que iba a salir de su pecho – papá

-. Hijo – ambos se fundieron en un abrazo y Rafael tenía los ojos vidriosos en realidad él era un hijo muy bueno – lamento haber tardado

-. Lo importante es que ya estas acá – dijo mientras limpiaba sus lágrimas – supongo que ya sabes la verdad – el asintió – espero no me odies

-. Por supuesto que no los dos forman parte importante de mi vida – dijo tomando en una de sus manos la mano de Rafael

-. Dile a Sofía que, mañana la espero para iniciar su entrenamiento; pero no vendré solo – se fue riendo y caminando hasta desaparecer

-. Ven te presentare a Sofía, te va a encantar es la mujer perfecta – sin darse cuenta ya se encontraban en casa – y además es súper especial

-. Para tenerte así debe serlo – rio – y por lo visto has mejorado mucho

-. Es mi mate – dijo riendo – por eso me trae así de loco

-. Amor siéntate ya te sirvo la comida – grito ella desde la cocina

-. Ven – jalo a su padre y fueron a la cocina – te la presentare

-. Amor, quiero presentarte a mi padre – ella giro algo sonrojada no esperaba su visita, le brindo una sonrisa – ella es la mujer de mi vida

-. Encantado hija – le extendió la mano; pero ella lo sorprendió con un abrazo repentino – sabes que lo traes loquito – señalo a Sebastián quien de inmediato se sonrojó

-. Y él a mí – lo miro tiernamente – siéntense les serviré la cena – ambos asintieron y la boca se les hizo agua al ver apanado que se veía muy bien

Comieron yantes que se le olvidara a Sebastián le dio el recado de Rafael y ella estaba ansiosa por saber quién más la entrenaría. Sofía hizo aparecer un colchón en la sala para que su suegro pudiera descansar, y todos se fueron a descansar estaban exhaustos. Sebastián prometió que ahora él la mimaría después de cada entrenamiento, y le dijo que no se diera por vencida por más fuerte que pareciera o doloroso; ella solo asintió.




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