-. Esto ha tardado más de lo esperado – la voz de Luzbel resonaba, su cuerpo aún no estaba tan débil como se esperaba – pero al fin podemos dar la batalla final y yo podre alzarme como el todopoderoso que siempre debí ser. Sus sirvientes aplaudían y vitoreaban, habían magos, ciclopes, vampiros, hombres lobo, ogros y por supuesto demonios ; tenía un ejército de fuerza considerable.
-. Atacaremos al anochecer – alzó su voz nuevamente – están en casa de la hija de nuestro amado mago Gaspar – unos sirvientes traían a Gaspar encadenado en una plancha de metal; estaba totalmente golpeado; pero aún así se mostraba fuerte e indómito no se rendiría ante él
-. No lo lograrás – dijo haciendo puño con sus manos
-. Aún no has aprendido – rio – no podrán contra mí yo seré él nuevo rey y todos se inclinarán ante mí, ni siquiera tu esperanza te mantendrá vivo; sin embargo yo lo haré para que veas con tus propios ojos como muere tu adorada hija
-. No podrás – grito – ella es más fuerte de lo que crees
-. Ya veremos – dijo golpeándolo en las costillas – dentro de unas cuantas horas. Llévenselo
Gaspar luchaba por soltar sus cadenas; pero era imposible en cuanto un espía había llegado con la noticia de que Sofía apoyaba a Sebastián, lo había mandado a apresar y él mismo lo golpeaba; pero como sus fuerzas menguaban no era tanta la tortura. El actuaba muy bien el dolor, necesitaba liberarse para ayudar a su hija.
Rey había estado en todo momento a su lado lo había alimentado; pero por petición del mismísimo Gaspar no lo había liberado al menos no hasta que llegara el momento adecuado.
Ese encierro le servía para meditar y concentrar su energía, estaría listo para la batalla
Cada uno de los aliados había hecho un pacto con el demonio reclamando ciertos territorios, a ciertas personas para castigar y sobre todo un poco de poder que le conferiría la sangre del hijo de la diosa; así es aún no sabían toda la verdad.
Luzbel siempre trataba de sacar mayor ventaja haciendo que cada uno jurara lealtad a su nombre, cuando él fuera el soberano del mundo y llegará la época de la oscuridad.
Todos segados por la ambición de poder, lo seguían ciegamente sin discutir una idea o contradecir alguna orden; tenían la esperanza de ser el brazo derecho del rey.
El líder de los magos había solicitado que le dejarán a Sofía para drenar toda su magia poco a poco; Luzbel pareció pensárselo un poco y al final aceptó no creyó que su sangre fuera tan valiosa.
Pero al parecer el líder de los magos sabía la verdad y una sonrisa triunfal se dibujó en su rostro cuando su deseo fue concedido.
Las horas pasaban y todos se preparaban para enfrentar la batalla.
Sofía estaba más feliz que nunca; pero estaba ansiosa por terminar eso de una vez. Eran casi las seis cuando Rafael apareció ante ellos con una armadura dorada que brillaba cual sol…
-. Ha llegado el momento – anunció
-. Está bien, pero somos muy pocos
-. Te equivocas – la diosa entro seguida de hadas, elfos guerreros, magos y brujas blancas, vampiros y hombres lobo todos allí luchaban por mantener el orden del mundo y solo perseguía ideales guiados por la luz.
-. Yo también vengo acompañado – detrás de Rafael aparecieron un pequeño batallón de ángeles con armaduras parecidas y un poco menos relucientes
-. Esta batalla acaba aquí – dijo Sofía
-. Si querida – su madre se acercó a ella – pero te falta algo – con un movimiento de sus manos hizo aparecer una armadura plateada en ella – ahora si estas lista – Sofía sonrió
-. A ti también te hace falta algo hijo mío – Rafael se acercó a Sebastián y le indicó que cerrara los ojos de a poco una armadura igual a la de él protegía su cuerpo; pero esta tenia las líneas de un color negro
-. ¿Por qué esta diferencia? – Señalo las rayas - porque tu madre las envió para protección – él sonrió y asintió