Mi medicina

CAPITULO SIETE

―Ahg. Demonios―de un solo golpe me quité el gorro, la bata y los guantes para después arrogarlos con fuerza al bote de basura―Esto no puede estar pasando.

Yo... yo tenía que salvar a las dos.

Hubo una complicación y la madre murió. Ana tuvo que sacar al bebé tan rápido como pudo y afortunadamente se salvó.

La comisura de mis labios se cubrió en una pequeña sonrisa, al recordar la cálida piel de la bebé sobre mis manos. Era tan pequeñita, apenas cabía en la palma de mi mano, tan frágil que hasta daba miedo moverla, parecía que en cualquier momento iba a deshacerse en mis manos.

Pero mi sonrisa se borró cuando mi mente hizo memoria de la otra cara de la moneda. Me agarré el pelo y me senté en el piso con las manos en mi rostro tratando de sofocar los sollozos que salían de mis labios.

―Camille es hora de informar a los familiares ―una mano se posó en mi hombro lo que me hizo levantar mi rosto enrojecido y ver a Hugo con una sonrisa melancólica. De inmediato me paré y me dispuse a llegar a la sala de espera pero él me lo impidió .

―Si quieres, yo me puedo hacer cargo.

―Muchas gracias, pero no. Tengo que hacer esto, es mi paciente.― el solo asintió y dejó mi mano libre para que yo pueda seguir mi camino.

Mi cuerpo se congeló al ver al señor Adam sentado en una de las tantas sillas incomodas de color plomo.

Se veía...afligido.

―Buenas noches― hablé tratando de sonar firme, aunque por dentro sea un manojo de nervios .

―¿Cómo está mi hija? ¿Está bien ? ¿Puedo verla ahora ?―entre tartamudeos habló el señor Adam. Una de sus manos estaba sujetando a una joven cerca de mi edad, sus hermosos risos rubios caían de forma perfecta sobre sus hombros.

―Bueno ... Tengo el agrado de decirle que usted se acaba de convertir en abuelo― Al final de pronunciar mi oración, los dos individuos saltaron de su asiento, se abrasaron y comenzaron a dar pequeños saltitos junto con risitas de alegría .

―Yo...Who. Que alegría ... soy abuelo y- y .... Tú eres tía―dijo, abrazando completamente a su hija―. Dígame doctora, ¿Cómo está mi niña? Estará contenta cuando se entere que es madre... siempre anhelado.― fijó su vista en mi con un rayo de luz en sus ojos .

―Cuando estuvimos realizando la operación tuvimos una complicación... tratamos de hacer todo lo que estuvo a nuestro alcance pero lamento informarle que su hija acaba de fallecer.

―NO... NO ―al escuchar mis palabras se sentó de golpe y comenzó a llorar tan fuerte que hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos, su otra hija lo abrazaba tratando de calmarlo―No... ella no puede―su llanto no dejaba que se le entendiera por completo.

―Lo lamento mucho.

Agache la cabeza.

―Ella...no puede estar muerta, ella es mi bebé, es mi princesa... No. Dígame que ella está bien, que ella me está esperando que yo entre y la abrace ―atrapó mi bata con fuerza y me acerco a él, permitiendo ver con claridad el inmenso dolor que emitían sus ojos.

― Lamento mucho su perdida, señor Adam. ―el soltó su agarre para poder abrazar a su hija y poder llorar juntos.

Me comencé a alejar lentamente; no quería estorbar, era un momento privado, solo ellos dos.
Estaban asimilando la muerte de un ser querido.
Proque la muerte es así, te agarra desprevenida, te sacude y te termina dejando una sensación de dolor y vacío muy intensa.

Una vez que estuve en el marco de la puerta corrí tan rápido como pude hasta llegar al baño y empujar la puerta con fuerza.

Puse mis manos en la tapa del inodoro y comencé a vomitar, una y otra vez.

―Era su anhelo... era su anhelo, yo debí haber hecho que se cumpla.

Me asusté cuando unas manos agarraron mi cabello levantándolo.
―No puedo... Respirar

―Lo sé, tranquila―era la dulce voz de Hugo― todo va estar bien ―me acarició con delicadeza mi espalda mientras con su otra mano agarraba la parte baja de mi cabello levantándolo en una coleta alta.

Una vez que terminé, me senté en el piso juntando mis piernas con mis manos y en pocos segundos el hizo lo mismo.

Juraría que mi cara es una combinación de lágrimas y mocos.

Me debo de ver horrible, pero a Hugo no pareció interesarle.

―Sara.

―¿Eh?

―Era el nombre que le puso a su hija. Antes de operarla logramos recuperar su conciencia y dijo que le pondría Sara.

―¿Sara? ...Sara, significa princesa.

―Ella dijo que iban a vivir en una casa en la playa, que iban a adoptar un perrito porque a su padre le encantan. Su ... su esposo falleció  y ese mismo día ella se había enterado que tenía 2 meses de embarazo pero él no lo llegó a saber. Al menos ahora está al lado del amor de su vida y verán desde ... desde donde quiera que estén, crecer a su hermosa hija. Juntos .

El solo se quedó callado y tomó mi mano, apoyé mi cabeza en su hombro y comencé a sollozar nuevamente. Él sabía lo que necesitaba, tenía que dejar salir el dolor que me consumía.

Una vez que terminé de llorar me limpié mi cara con rapidez antes que viera el desastre en el que me convertí .

―Hey, no. Déjame que te ayude - tomó un pedazo de papel y comenzó a limpiar mis lágrimas en mi mejilla y mi nariz ―. Como nueva― su rostro se iluminó con una sonrisa tierna que me contagió al instante.

―Muchas gracias, no tenías que hacerlo

―Lo sé, pero quiero hacerlo.

Nos quedamos un rato mirándonos el uno al otro, como si estuviéramos solo nosotros dos, como si fuéramos los únicos en esta vida o ... en este caso, en el baño.

―En fin- rompí el silencio ente nosotros― ¿Qué hora es? ―le pregunté, ya era de noche, tenía la cena con esa familia.

― Las ocho en punto - me informó mirando su reloj.

―Maldita sea ― ya era tarde―. Tengo que irme, tengo un compromiso con una familia. Me tengo que ir... gracias por todo―hable levantándome bruscamente del suelo.




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