¡Jodida mierda!, realmente no pensé terminar en el hospital en mi primera semana de clases, es que ese colegio y esa chica me han recibido de las maneras más extrañas y extremas que alguna vez me pude imaginar, primero el robo en el banco y ella desmayada en mis brazos y ahora esto. Literalmente tuve que joderme una pierna para no arrollarla con la moto. ¡Mi moto!, de seguro se estropeo toda. Solo espero que no se la haya llevado el tránsito. Es la única cosa que me queda de papá.
Me llevo las manos a la nuca y noto mi bata y las cosas a mí alrededor, mi cuerpo está rodeado de cables y aparatos, y el frío del aire acondicionado se mete a través de la raja de la bata hasta llegar a mi trasero.
Llevo alrededor de dos horas en el hospital ya me curaron las heridas, me cogieron puntos y mañana me pondrán un yeso en la pierna. Pero eso ahora mismo no me importa, solo pienso en una cosa, Isabella. Aún sigo sin comprender todo lo que pasó ¿es que esa chica está loca o qué? ¿Cómo se le ocurrió cruzarse así de repente? ¿Y qué hay con ella? desde que llegué a ese colegio no he parado de cruzarme con ella y no en las mejores situaciones ¿Es que tiene una tendencia de ponerse en peligro o qué mierda? la conozco hace menos de una semana y ya llevo dos sustos con ella...
Mis pensamientos hacen un pare brusco cuando la veo pasar por mi puerta, en una camilla. De inmediato levanto mi dorso hasta sentarme en la cama y busco la forma para intentar levantarme, quiero ir hacia ella, estoy muy preocupado para preguntar por su estado, necesito verla de cerca.
Cuando caí al suelo con la moto debí darme un golpe en la cabeza porque me desoriente y no tuve conciencia de mí hasta cuando me encontré sentado en un andén al lado de la morena de grandes cachetes, Jessica. Desde ese momento no supe más de Isabella y a pesar de todo el tiempo que llevo aquí, nadie me dice nada.
Me levanto de la cama torpemente quitando la pierna de la torre de tres almohadas donde hace unos instantes tenía ubicado el pie y poniendo este en dirección al suelo. Miro los cables de mis muñecas y sigo su dirección hasta un tubo metálico del cual cuelga un suero que se filtra en gotas en mi cuerpo, unas gotas de sangre manchan el suero en el momento en el que bajo la mano, una mueca de dolor arruga mi rostro. Alzo la mano de inmediato y me afirmo en el tubo, bajo una a una mis piernas, primero la derecha y luego la izquierda con el mayor cuidado que puedo tener. Pero no importa cuán cuidadoso sea una vez intento avanzar un dolor desgarrador me abraza y me hace caer de cara al piso, conmigo cae también el tubo haciendo un ruido estruendoso.
– Maldita sea – Expreso molesto y adolorido desde el piso, con las molestas pelusas de la alfombra en mi cara.
Unos pasos apresurados hacen vibrar el piso y el rostro asustado de una enfermera ocupa mi visión cuando levanto el rostro y apoyado en la fuerza de mis brazos me siento en el piso.
– Por Dios, joven Nill ¿Se encuentra usted bien? – Exclama exaltada, mientras me ayuda a incorporarme.
– Estoy bien – Le aseguro – Solo he intentado levantarme para ir al baño – Miento.
– ¿Y por qué no me llamó por el botón como hace un rato? – Me cuestiona una vez estoy sentado en la cama.
– En realidad yo quiero que me hagas un favor, necesito que me ayudes en algo – Mi rostro se acomoda en una auténtica cara de "Por favor no te niegues" y mientras ella me quita el tubo plástico de suero manchado de sangre para cambiarlo por otro, le pido amablemente que me ayude a llegar hasta el lugar en el que está Isabella.
Su primera reacción es mirarme dudosa, pero luego de un par de palabras parece entender mi posición y accede a ayudarme, con la condición de que sea solo por esta vez, dos minutos y con ella vigilándome.
– Está bien cómo tú digas – Acepto ilusionado con la posibilidad de verla.
–Bien, espérame aquí iré a ver en dónde está y si realmente te puedo llevar hasta allá.
Cuando la enfermera vuelve trae consigo una silla de ruedas en la que me pide que me siente cuando la acerca hasta mí, accedo y le pido como último favor; que me ayude a vestir, porque aunque sea hombre no me apetece andar con las bolas al aire mientras ando fuera de mi cuarto de hospital.
La enfermera que se llama Lidzy, me informa mientras me hace sostener el suero en alto con la mano, que solo tengo un minuto para estar con Isabella y que sea lo que pretenda hacer no debo alterarla porque se encuentra inconsciente y en observación. Llegamos a su habitación que es exactamente la que está al lado izquierdo de la queda frente a la puerta de mi cuarto, entramos y Lidzy me deja seguir solo hasta su cama mientras ella divide sus miradas entre lo que hago y lo que pasa fuera de la puerta. Supongo que se arriesga bastante al ayudarme en esto.
Me acerco a ella y la estudio en su cama inconsciente, tiene el cabello esparcido en su pecho y le llega hasta la cintura, su rostro se ve algo pálido, pero no tanto para preocuparse. Tanto su apariencia como las maquinas a su alrededor no me indican que tenga algo realmente grave, por lo que suelto un suspiro de alivio y me relajo un poco.