Mi mejor accidente, Tú

Capítulo 10 - Isabella

He pasado todo el camino viendo por la ventana, me extraña no recibir un comentario estúpido de su parte, pero al mismo tiempo me alegra, porque realmente no quiero ir a ninguna parte con él, estoy tan enojada de que intentara besarme que podría explotar con cualquier pequeñez, de lo único que tengo ganas es de hundirme en mi cama y dormir por mínimo diez horas, pero por esta estúpida cita y la maldita foto no puedo hacerlo.
– ¿Por qué tan callada? – Rompe el silencio, me limito a mirarlo.
– Estás realmente hermosa hoy – Alzo una ceja mostrándole lo poco que me importa – Dime algo... ¿No vas hablarme en toda la noche?
– ¿Qué quieres que diga?
– Cualquier cosa.
– Eres un idiota.
Vuelvo a mirar por la ventana, esta vez se me viene a la cabeza una imagen de Nill, a quien no he visto hoy en todo el día. De hecho, creo que no lo he visto en toda la semana, aunque siendo sincera tampoco he estado muy atenta en estos días, lo único que domina en mi cabeza es la cuenta regresiva para acabar con lo del falso noviazgo. De todas formas quiero creer que no me he cruzado con él, porque realmente tuvimos un momento, es decir casi me besa, y su respuesta cuando le pregunte... ni siquiera sé que creer, sí quiso besarme creo que no intentara otra vez porque es muy probable que ya le llego el chisme. Tomo una larga respiración y hago una mueca a mi reflejo en mmi ventana, Es extraña la manera en que me hace sentir, recién acabo de conocerlo y por todo lo que hemos pasado, no sé si deba cuestionarme tan pronto si me gusta o no...
– Llegamos. – Alejandro abre la puerta del auto del lado en el que me encuentro. Hasta ese momento no había notado que nos habíamos detenido.
Entramos en el restaurante y un hermoso y cálido ambiente me envuelve, el mesero nos indica la mesa donde están sus padres; su madre una mujer rubia muy elegante, su padre un hombre de semblante duro, pelinegro y de tés canela.
–Buenas noches – Se hacen los respectivos saludos de cortesía e inmediatamente se pasa a la presentación oficial.
– Mamá, papá, les presento a Isabella, mi novia.
– Mucho gusto – Le tiendo la mano a la señora.
– Mery Borja – Dice sonriente después de levantarse. Me giro hacia el señor que se levanta de igual forma y me saluda.
– Un placer señor Castro – Le doy una cálida sonrisa y ruego a Dios para que no se acuerde de mí, ya que él y mi madre son muy buenos amigos y ni ella ni mi padre se pueden enterar de todo esto. El señor parece se limita a asentir.
Tomamos asiento y luego de un par de comentarios se nos acerca un camarero que toma nuestra orden y al poco tiempo vuelve con nuestra comida.
– Y bueno cuéntame ¿qué le vistes a mi hijo?– Me pregunta el señor llevándose un bocado de comida a la boca, su esposa lo regaña y Alejandro le lanza una mirada sombría – Es un bueno para nada – Afirma mirando a su esposa encogiendo los hombros.
– No le prestes atención linda – Comenta Mery.
Tomo un poco de vino haciendo una pausa para repasar mi actual estado, si quiero puedo vengarme de Alejandro en este momento por obligarme hacer todo esto, puedo pararlo todo justo ahora y de paso vengarme por lo de su exhibición en la escuela y dejarlo como una mierda con sus padres. Por alguna razón no lo hago.
– A veces actúa como un idiota, pero es muy lindo conmigo, y también me hace reír – Tomo su mano sobre la mesa para hacer más convincente la declaración, él la besa y me sonríe. Sé que no es del todo cierto lo que dije y que por lo quiero ayudar.
–Bueno pareces una chica muy educada y de buena familia. Tal y como mi hijo se la merece.
– A mí me sorprende que sean novios, la última vez que nos vimos querían matarse.
– ¿La última vez? ¿Es que ya a conocías a esta señorita? – Pregunta el señor a su esposa.
– Cariño, esta es la hija de Ana. – Pierdo el color y golpeo la pierna de Alejandro con fuerza. Mis papas van a matarme.
– Oh Any – Sonríe llamándome con un diminutivo del nombre de mi madre, como normalmente lo hace cuando nos vemos – Que grande y hermosa estás, disculpa el no haberte reconocido.
– Gracias, y tranquilo hace tiempo que nos vimos por última vez – Camuflo mis nervios con una sonrisa.
– ¿Cómo están tu padres?
– Está bien, mamá está en casa de papa, ayudándolo ya que tuvo un accidente.
– ¿Aún sigue allá? – Afirmo con la cabeza y desvío la mirada, no quiero hablar de ese tema. Es la otra razón por la que estoy tan de mal humor.
El resto de la cena se va en conversaciones vanas sobre la comida y anteriores reuniones de nuestras familias, cuando terminamos de comer Alejandro paga la cena y nos despedimos de sus padres. Al subir al auto retomo mi cara amarga aunque para ser sincera ya no estoy tan molesta, solo me limito a mirar el cielo nocturno por la ventana hasta que Alejandro destapa el techo del carro permitiéndome una mejor vista. Miro en su dirección sorprendida por el gesto, pero se limita a darme un asentimiento de cabeza. Me pierdo en mis pensamientos mirando la luna sin emitir palabra hasta que el auto se detiene y descubro que nos encontramos en un parque de niños.
– ¿Qué hacemos aquí? – Pregunto extrañada, deben ser las nueve pasadas de la noche.
–Baja del auto, te invito un helado y charlamos – Lo dudo un momento, pero al ver la inquietud en su rostro bajo del auto y espero a que compre los helados.
Cuando regresa con los helados nos dirigimos a unos columpios, me siento en uno y quito mis zapatos que se hunden en la arena para dejar a pies jugar con ella, él divertido se sienta en el otro columpio junto a mí.
– Gracias – Expresa después de tragar la primera cucharada de su helado. Dirijo mis ojos a los suyos – Por no mandarlo todo a la basura y hacerme quedar mal delante de mis padres incluso cuando yo te amenace con delatarte con los tuyos.
– Ya ves que no soy como tú. Además, sé que tú papa y tú no se llevan perfectamente.
– Igual que tú y tu padre – Lo miro y asiento. Desde que nos conocemos sabemos que casi odiamos a nuestros padres – Perdón por jugarte sucio.
– Tengo una mejor idea que la de perdonarte. Termina con lo del noviazgo falso, y deja de comportarte como un idiota.
– Está bien, lo que tú digas, eres libre desde mañana – Afirma levantando las manos en muestra de rendición – Pero no es eso de lo que quería hablar, en realidad yo necesito pedirte perdón por todo el daño que te hice cuando estábamos juntos y...
– No quiero hablar de eso – Mi voz suena fría y mi cuerpo se pone rígido, no quiero hablar del tema, no quiero recordar el desastre de mi primer intento en el amor.
– Escúchame por favor – Pide agarrándome por la muñeca cuando me levanto del columpio.
– No quiero hablar, suéltame.
– Al menos dame la oportunidad de explicarte, aunque decidas seguir odiándome. Te lo debo, por todo lo que has pasado por mi culpa – Doy un profundo respiro y me siento nuevamente en el columpio a escuchar lo que tiene que decir, pero no lo miro porque así es más fácil para mí
– Lamento haber sido un imbécil, tú te abriste conmigo y yo solo pensaba en jugar contigo, cuando te pedí salir conmigo eras una chica más, pero luego, a medida que te iba conociendo me atrajiste tanto que solo pensaba besarte, en tomar todo de ti y hacerlo mío, no supe tratarte, ahora sé por qué tu negativa con los besos y tu nerviosismo, no supe valorarte, yo...
– Que tengas buena noche y... gracias por escucharme – Comenta más tarde cuando llegamos a mi casa, le doy una última mirada y entro.
Con la cabeza dándome vueltas por el contenido de la noche me dirijo hacia la sala, echada en mí sofá comiendo crispetas y viendo lucha libre encuentro muy cómoda a Laura. Niego con la cabeza y tiro junto a ella reclamando mi lugar, le robo crispetas y miramos la televisión sin ningún tipo de preguntas de su parte hasta quedarnos dormidas.




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