Mi mejor accidente, Tú

Capítulo 11 (Parte 2) - Isabella

Siento algo mojado bajo mi nariz, fuerte un olor a alcohol me trae de vuelta. Abro mis ojos escrutando mí alrededor para ver a Ann y a Laura ajustar sus rostros a una expresión de alivio, me incorporo y me siento derecha. Encuentro a Vane, Alex, Christian y Sebastián repartidos por mi sala y a Luis atando a Nill en una silla del comedor.

– ¡Isabella explícales! Diles que no te hice daño, que nada malo te ha pasado.

–¡¡Cállate!! – Luis lo golpea en la cabeza y Sebas le pone un trapo en la boca.

– ¿Amiga, estás bien? – Ann me pregunta bajo la atenta mirada de todos en la sala. Asiento con la cabeza y esta me abraza.

– ¿Qué hacen todos aquí? ¿Por qué tengo la camisa de Nill puesta? ¿Qué hace él atado? ¿Qué hay con las armas mortales? ¿Alguien que me explique? me dará una jaqueca – Me quejo confundida con una mano en mi cabeza.

– ¡Los que necesitamos explicaciones somos nosotros, niña! – Habla Laura – Bajamos las putas escaleras por el Ratero Asesino Violador ¿recuerdas? ¿Qué demonios paso? Te encontramos ¡Explícanos!

Lo había olvidado por completo. La situación llega a mí de la misma manera como un puño impacta en un rostro, entonces miro a Nill con preocupación.

– Ay Dios mío ¿te golpearon? ¿Estás bien? – intenta contestarme, pero el trapo en su boca impide que se entiendan sus palabras, asiente – Chicos ya sé que esto se ve muy raro, pero estoy bien, Nill no me hizo nada. Pueden soltarlo, les explicaré todo – indico. Se miran unos a otros, pero ninguno mueve un musculo.

Sobre protectores... que más hermanos mayores que ellos.

– Te encontramos inconsciente y sucia de sangre... solo explícanos que fue lo que paso ¿quieres?, después decidimos que hacer con él – Luis. Vane me ofrece un vaso de agua con azúcar, me tomo un sorbo y hablo.

– Cuando Laura subió las escaleras escuche un ruido en la cocina, mire hacia allá y vi la sombra de un hombre con un cuchillo en la mano acercándose. Me asuste y grite – Me levanto y cojeo hasta Nill y le quito el trapo de la boca, su rostro se estaba poniendo rojo probablemente no estaba respirando bien.

– Era yo, pero no es lo que todos piensan – indica, después de una bocanada de aire – Les puedo explicar todo si me lo permiten. Los chicos se miraran entre sí y luego de la aprobación de Luis y Sebas.

– Habla – Expresan al unísono con cara de pocos amigos.

– Ayer llegué a casa de Laura por unos apuntes de historia y su mamá me dijo que se encontraba aquí así que decidí venir hasta acá, y sí era bastante tarde, pero realmente necesitaba que alguien me explicara y Vane es pésima haciéndolo. Antes de llegar pasé por una pizza y me demoré más de lo planeado, cuando estuve en la entrada noté la hora y como era tan tarde y ya estaba aquí me decidí por darte la pizza e irme.

Llamé a la puerta, pero no abrieron así que quise irme, entonces escuché el sonido de la televisión e instintivamente rodé la manija de la puerta. No pensé que lo haría pero se abrió sin esfuerzo y no pude evitar no entrar. ¿Saben? Las encontré dormidas en el mueble de la sala, completamente solas y admito que fue atrevido de mi parte, pero fue mucho más irresponsable dejar la puerta sin seguro, por eso quise darles un gran susto para cuando despertaran. Al principio quise despertarlas con un gran susto, pero no importo el ruido que hice, no despertaron. De hecho, pase mi moto encendida hasta el patio y las subí una a una por las escaleras y ustedes ni se inmutaron, incluso llegue a pensar que les había pasado algo, pero cuando Laura ronco en mi oído e Isa dio vuelas en la cama noté que solo estaban profundamente dormidas.

Dormí en el sofá porque me negué a dejarlas solas e hice un plan para asustarlas en la mañana, en la cocina dejé la nota anónima que hice mientras me preparaba desayuno. Creí que las asustaría lo suficiente para que fueran más precavidas, pero el susto me lo he llevado yo cuando a medio cocinar me sobresaltó el sonido de un fuerte golpe que me hizo cortar con el cuchillo con el que picaba el tocino, sin pensarlo me asome a las escaleras en busca del origen del estropicio con el cuchillo en la mano, asustando a Isabella que al verme grito atemorizada

– "¡Tiene un cuchillo!" – Exclamé

– Sí. Yo la mire totalmente confundido, luego al seguir su mirada a mi mano solté el cuchillo y me le acerqué a pedirle que se calmara. Le prometí que no le haría daño, le expliqué que solo era yo, y le pedí que me mirara.

– Es cierto, no me hizo nada – Admití, respaldando su versión.

– ¿Por qué demonios llamaste a la policía entonces? – Pregunta Laura con el ceño fruncido.

– Me asusté cuando vi su sombra con el cuchillo en la mano, y cuando se acercó a mí creí que me haría daño, por eso le gritaba que me dejara – Confieso un poco avergonzada, mirando las caras de todos.

– Luego pasó lo más confuso, cuando la ayude a levantar se ensucio con mi sangre y se desmayó. No sabía que le tenía miedo a la sangre así que entre en pánico y la lleve hasta el sofá mientras la llamaba, la sacudí y le palmee la cara, pero no reacciono. En ese momento apareció Laura, gritándome y mirándome como si hubiera cometido el peor crimen del mundo – Se gira hacia ella – Empezaste a golpearme y luego entraron ellos que también me gritaron y se me lanzaron encima, me golpearon, amordazaron y todo eso sin permitirme explicar la situación, y bueno mírenme, sigo estando amarrado...




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