Mi mejor accidente, Tú

Capítulo 14 - Isabella

Lo bueno de que yo haga arroz es que muchos perritos de la calle comen gratis. Desde hace tres años cada vez que intento hacer arroz esto es lo que hago, como nunca me sale cocino carne con mucha salsa y baño todo el arroz que trate de cocinar y junto con Ann recorremos las calles en nuestras bicicletas alimentando perritos sin hogar. Así no se pierde la comida y hacemos una buena acción, buen plan ¿no?

Condimento y muevo la carne mientras siento las pisadas de Ann detrás de mí. Aquí viene...

– ¡Bandida Picarona! Vela ve' – Chilla picando mis costillas. Salto en reacción a las cosquillas que me produce y al hacerlo me quemo un dedo con el sartén.

– Ann, has hecho que me queme.

– Lo siento – Admite con una risa y me mira con maldad.

– Deja esa cara que no pasó nada.

– Pero casi – Asegura con un guiño de ojo – Yo de bruta los interrumpí – hace un puchero por lo que río y niego con la cabeza.

– Eso no lo sabemos. Tal vez y no pasaba nada, ya vistes anteriores ocasiones.

– No, no vi. Solo vi esta – Vuelve a reír

–Boba. Ven y ayúdame a servir la comida en los platos desechables para que podamos llevárselos a los perritos.

– Está bien.

Entre la dos revolvemos todo el arroz con la carne y sus jugos para que se camufle el sabor del arroz y luego lo servimos en los platos.

– Oye Isa hay algo que no entiendo.

– Dime.

– ¿Cómo llegó Alejandro a nuestro colegio?, estudiaban en diferentes escuelas hasta donde nos contaste.

– No lo sé, cuando lo vi fue en la escuela detrás de mí rogándome para que volviéramos y como no accedí empezó a ser malo conmigo. De ahí las bromas y las venganzas. Supongo que le pidió a su papito millonario que lo cambiara para estar conmigo.

– Oh ya entiendo. Ja, siempre me pregunté por qué lo odias tanto. Pensé que había sido por esa vez que metió una cucaracha en el bolsillo de tu falda.

– Sí. Por eso también – Mi cara cambia de expresión – Y todavía no me he vengado por eso, gracias por recordármelo.

– MAPS perdón, sé que eso no fue...

– Tranquila, ya no me da vergüenza, ahora me da risa a decir verdad. Pero igual quiero vengarme.

– Planearemos algo grande. Créeme si antes amaba ayudarte en tus venganzas ahora más – Sonrío, pero ella cambia de expresión – Por cierto, acabo de ver una publicación en Facebook donde dice que termino contigo.

– Sabes, el día de la cena habló conmigo, me pidió disculpas y prometió cambiar si le daba una oportunidad. Acordamos que intentaría comenzar de nuevo, como amigos si él dejaba de hacer estupideces y terminaba con la farsa del noviazgo asumiendo que todo era una mentira. ¿No lo hizo cierto?

– No, solo eliminó el estado donde declaraba que eran novios y posteo " Isabella y yo hemos terminado, por favor no hagan preguntas" y puso un emoji triste.

– Payaso ridículo, pero ya vera cuando se me ocurra algo.

Salimos con nuestras bicicletas y la comida en las canastas de estas en dirección cualquiera en busca de animales callejeros. No llegamos a alejarnos mucho cuando encontramos el primer grupo de perritos hambrientos, nos detenemos y les ofrecemos una porción de comida a cada uno y luego de ver que se comen más de la mitad seguimos con nuestra tarea, hasta que ya solo quedaban dos platos.

– Creo que ya hemos terminado, solo me queda un plato – indica Ann, bajando de su bicicleta y estirando las piernas.

– A mí también me queda solo uno ¿hacia dónde vamos ahora?

– No lo sé, el ejercicio y el olor de tu carne me tiene hambrienta. Creo que si mi MAPS me invitara unos tacos ahora tal vez le concedería un deseo – Declara agotada. Pienso inmediatamente en los libros de su saga favorita; Hush Hush, los cuales llevo insistiendo que me preste desde hace más de tres meses.

– ¿Cualquier cosa? – Cuestiono y ella asiente – ¿amiga que te parecen unos ricos tacos de Mexicano justo ahora?

– ¿Lo dices en serio?

– Sí, estamos a unas dos cuadras de aquí.

– No sabía que tenías dinero – Sonrío como un angelito y manejo en dirección al restaurante.

Llegamos al restaurante y al entrar veo justo a quien buscaba, Eduardo, un chico que conozco desde hace dos años que iba conmigo a clases de pintura y que según él está locamente enamorado de mí.

– Hola Edward ¿cómo estás? – Pregunto lo más coqueta que me sale. Ann me mira extrañada.

Edward al oír mi voz gira su cabeza en mi dirección y al hacerlo deja caer un tazón con vegetales. Él se encuentra detrás de la barra donde se puede ver como cocinan cada plato, ya que manejan el sistema de cocina abierta.

– Ho… Hola Isa, rato sin verte. – habla notablemente nervioso acercándose a nosotras – Ann ríe y yo voy al punto.

– Ed, mi amiga y yo queremos unos tacos – Comento con una amplia sonrisa.

– Sí, tacos – Repite Ann.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.