Debo decir que una cosa es montar moto con unas de tus amigas y otra muy diferente es montar con un chico descamisado y estar peligrosamente pegada a él, con tus manos puestas en su ardiente chocolatina. Ahora piensa en que ese chico sea especialmente aquel que te hace volverte líquido con sus palabras, sonrisas, guiños y solo porque la vida funciona así, te manda fuertes cargas de corrientes con cada contacto. Bien ahora sobre eso súmale que ese chico es Nill. Definitivamente es diferente, Nill es Nill.
Verme de la manera en la que estoy en estos precisos instantes con él hace que se me erizan los vellos de la nuca con una corriente que también me pone cada centímetro de la piel de gallina.
Afirmo mi agarre en sus costillas, creo que lo nota porque su sexy chocolatina se contrae y eso hace que mis mejillas ardan, a pesar de la fría brisa que nos golpea. Si pregunta le diré que fue por el frío, si eso es.
Ahora que lo noto, él ni siquiera muestra algún índice de frío, más bien su cuerpo está tibio como si estuviera cerca de una fogata. Por alguna extraña razón una imagen de Jacob, el de Crepúsculo llega a mí y me sonrojo aún más.
Aproximadamente tres minutos después de ese pensamiento llegamos y gracias a Dios porque creo que su cercanía me estaba afectando. Me bajo de la moto y busco las llaves en mi bolso, pero no las encuentro. Mierda, ahora tendré que timbrar.
La pequeña esperanza de que podía salvarme de enfrentar esta situación frente a mi mamá se esfumaba en mis manos. Decido tocar la puerta en lugar de usar el timbre aunque eso no cambie nada. Me giro hacia Nill para despedirlo.
– Gracias por traerme – Reconozco, abrazando mis brazos del frío. Ahora que ya no lo estoy abrazando el frío es muchísimo mayor. Mis dedos hormiguean en ausencia de su contacto.
– Fue un placer obligarte – Me ofrece con un guiño.
Ruedo los ojos, pero no puedo evitar dejar escapar una sonrisa que él contesta con otra sonrisa.
Me giro hacia la puerta y luego lo miro frente a mí sentado en su moto con los brazos cruzados en su pecho alternando su mirada entre mí y la puerta. La puerta que mi mamá abrirá en cualquier momento y esto mundialmente va ser difícil de explicar.
– Creo que deberías irte.
– No hasta que te abran.
– Especialmente por eso debes irte. Sería difícil de explicar si mi mamá abre y nos ve así – Se auto señalo y el frunce su ceja en duda. Su mirada me recorre de pies a cabeza, cuando llega a la mitad de mi cuerpo le señaló su pecho y alzó una ceja por lo que se mira a sí mismo y ríe.
– Sí, sería comprometedor.
– Lo es.
– Igual no me iré hasta que estés dentro – Doy una gran exhalación. Este hombre va hacer que me castiguen.
Tocó la puerta de nuevo, esta vez más fuerte nada pasa. Ningún movimiento de la puerta, nada. Me aburro de esperar y decido violar la cerradura de mi propia puerta.
– Ven aquí. Necesito que me cubras, si alguien que no debe ve esto podría vaciar la casa – Explico, mostrando mis tijeras y señalando la cerradura con ellas, él se acerca y se coloca detrás de mí tapándome con su cuerpo. Yo introduzco mi tijera en la cerradura contando como la tercera vez en la semana que hago esto, me siento algo criminal.
– ¿Cómo demonios haces eso? – Susurra en mi cuello – Me detengo por un segundo gracias a que su aliento en mi cuello hace que me estremezca. Maldición debe dejar de hacerme eso.
– No lo sé, un día quería ir a una protesta con Ann y Laura a la que papá no me quiso dejar ir y cuando se durmió lo intente y simplemente lo hice. Desde entonces lo hago cada vez que lo necesito – Doy otro movimiento que abre la puerta.
– Eso es sexy – Susurra, pero como ésta tan cerca no puedo evitar escucharlo. Me mira y un leve sonrojo aparece en su rostro.
Una combinación no sana para mí de su versión de chico malo y la del chico que se sonroja está justo enfrente de mí, en cuanto su mirada se fija en mis labios da un paso hacia mí e instintivamente yo retrocedo otro. Vuelve a hacerlo, pero esta vez estira la mano tras de mí y agarra la puerta cerrándola nuevamente y cuando vuelvo a retroceder mi espalda choca con ésta. No tengo a donde ir y él lo sabe perfectamente.
– Kiss me – pido en mi cabeza cuando me ofrece una sonrisa con un aire de maldad maravilloso. Él pone sus manos en la puerta a ambos lados de mi cara, inclina su cabeza y sin esperar más me besa.
¡Me besa! Oh por Dios ¡Me está besando!
De todas las veces que me imagine como sería mi primer beso jamás me lo imaginé así; en la puerta de mi casa al riesgo inminente de que mi mamá aparezca en cualquier momento, a las pasadas diez de la noche y sucia de harina. La verdad es que los libros y las películas habían subido bastante mis expectativas, pero si lo miramos de ese modo no está del todo alejado... Estoy aquí sí en mi puerta, sí sucia de harina, pero bajo una hermosa y estrellada noche fría y tengo un descamisado y sexy chico frente a mi besándome de una manera extraña, pero maravillosa.