Mi mejor amiga.

Viernes de vagabundear.

Sandra. 🍉

Me desperté con el sol entrando por mi ventana y el sonido insistente de mi despertador. Hoy era viernes, el último día de la semana escolar, por lo que debería finalizar con broche de oro.

Apagué el aparato y me levanté, sintiéndome bastante animada. Me vestí con el buzo y el polo blanco del colegio, aún no me apetecía ir con la falda y la blusa de la institución.

Después de vestirme con el uniforme del colegio, bajé a la cocina para desayunar rápidamente y salir a tiempo. Estaba emocionada por ver a Naomi y a Alenda, y las demás del grupo.

"Últimamente te veo muy emocionada, ¿qué ha pasado?" cuestionó mi padre, sirviéndose más avena.

"¿Es malo estar bien?" contraataque, dando un sorbo a mi bebida.

"Claro que no, eso es bueno, que mi hija esté pasándola bien con sus amigas" respondió con una gran sonrisa.

Adoraba a mi padre, él siempre era un amor conmigo, cuidándome y dándome consejos cuando no sabía que hacer.

Mi abuela salió de la cocina, sentándose en la mesa, puesto que mi abuelo había salida temprano. Me apresuré al comer mis alimentos, no debía llegar tarde otra vez.

Salí caminando apresuradamente hasta el paradero y tomé el primer carro que vi, aunque estaba repleto de gente, tuve que hacerme un espacio.

Sin embargo, justo cuando llegué al portón principal del colegio, recibí un mensaje de Naomi.

"No voy a poder ir hoy, estoy enferma, ¡la próxima semana nos vemos!"

Un suspiro de desánimo escapó de mis labios. Naomi siempre hacía que las mañanas fueran más alegres. Guardé el celular en el bolsillo de mi buzo y miré a mi alrededor. Me quedé parada en la entrada, esperando que el resto de mis amigas llegaran. Las estudiantes estaban entrando al colegio, y escuché algunos comentarios que me llamaron la atención.

"¿Te enteraste? Hoy casi no habrá clases, los profesores están en huelga."

"Sí, parece que hay problemas con sus sueldos otra vez."

Eso explicaba por qué había tan pocos profesores alrededor. Decidí dirigirme a mi salón, un poco decepcionada por no poder pasar el día con Naomi, pero tratando de mantenerme positiva. Justo cuando estaba por entrar al aula, vi a Alenda caminando sola. Sonreí y corrí hacia ella, envolviéndola en un fuerte abrazo.

Ella siempre parecía brillar entre todas, su apariencia y el uniforme era una grandiosa combinación, nunca había conocido en persona a una chica tan bella como ella.

"¡Alenda! Me alegra verte. ¿Cómo estás?" le dije, soltándola y mirándola con una sonrisa.

Alenda me devolvió la sonrisa, aunque parecía un poco sorprendida por mi entusiasmo.

"Hola, Sandra. Estoy bien. Me alegra verte también."

Nos pusimos al día rápidamente con las noticias sobre la huelga de los profesores. Decidimos que, ya que no habría muchas clases, podríamos aprovechar el día para relajarnos un poco.

Dejamos nuestras mochilas en el salón y fuimos a la cafetería y compramos helados de hielo, yo elegí sabor a maracuyá y Alenda optó por chica morada. Debía aprovechar los últimos rayos del verano consumiendo cosas frías sin miedo a contraer gripe.

"¿Sabes? Deberíamos hacer algo divertido," sugerí, con una sonrisa traviesa.

"¿Cómo qué?" preguntó Alenda, curiosa.

"¡Vamos a cruzar nuestros brazos y morder el helado de la otra!"

Tenía en mente el juego que hacía de niña con Naomi, del intentar comer nuestros respectivos helados mientras una intentaba quitar aquel aperitivo de la otra. De esa formas perdí muchas paletas de mi preferencia, pero también probé mil veces el sabor de chica morada.

Alenda se rió, pero aceptó el reto. Nos miramos fijamente y, riendo, cruzamos los brazos y mordimos los helados. Su risa fue contagiosa, pero al momento de subir la mirada y encontrarme con sus ojos café me perdí, fue algo mágico.

El frío del helado en mi boca contrastaba con la calidez del momento, y no pude evitar reírme. Aquella cercanía calentó mi corazón más que el sol, tal vez porque no casi todos los días conocía una chica así de estupenda.

Después de terminar nuestros helados, fuimos al salón. Alenda sacó su libreta de dibujo y me mostró los dibujos de su gato, su trabajo era admirable, tenía un toque realista y animado.

"¿Cómo es tu mascota?" quise indagar, en un primer momento pensé que solo tenía perros de raza.

Ella sonrió y sacó su móvil, entrando en galería y enseñándome todo el álbum de imágenes de que tenía.

Una notificación nos distrajo, era un recordatorio que decía algo que no debía olvidarse.

"Ser cariñosa con Casper"

Hice una mueca, inevitablemente, consideraba a Alenda como una chica amable y simpática, aunque no se me hubiera ocurrido que tenía novio. No es como si fuera algo sorprendente, ella era hermosa y seguro su pareja también, pero el poner de recordatorio ser afectuosa con su pareja no me parecía lo ideal.

"¿Quieres mucho a Casper, cierto?" pregunté, intentando no sonar tan entrometida.

"Claro, es muy tierno y lindo" contestó con un brillo en sus ojos.

Una leve punzada en mi pecho me confundió, debía sentirme bien por la relación sentimental de mi amiga, no querer cuestionar sobre el tipo al que quería.

"Te enseñaré unas fotos de él" sugirió.

Entró a otro álbum y me preparé mentalmente para la belleza del chico. Finalmente, las personas guapas salen con personas guapas. Abrí los ojos con valentía y me quedé muda. Eran fotos de su mascota, solo que ahora con ropa incluida.

Casper era un gatito bebé, de pelaje blanco y esponjoso, con unos lindos ojos azules.

La vergüenza me invadió, había confundido el nombre de su gato con el de su posible pareja. Mi corazón empezó a latir rápidamente mientras intentaba calmarme y no reírme de mi misma, había quedado en ridículo. Tenía ganas de preguntarle si tenía pareja, pero sonaría como una persona chismosa, así que me contuve.

Alenda volteó y luego de titubear unos segundos, me pidió que posara para ella.



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En el texto hay: chicaxchica, lesbianas, saga

Editado: 12.11.2024

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