Nuevos comienzos y viejas tensiones.

Alenda. 🍊

Volteé disimuladamente a mi costado, tratando de no llamar mucho la atención. La delegada del salón, Xiomara, estaba sentada en la carpeta junto a la mía. Situación que me parecía extraña, teniendo en cuenta que no habíamos intercambiado palabras.

Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando, enfocó sus ojos en mí, con un rostro serio que me hizo sentir un nudo en el estómago. Desde esa vez que había amenazado con la mirada a una compañera por no seguir los pasos correctamente y reírse con su grupo, había preferido mantener cierta distancia para evitar conflictos. Avergonzada y asustada al ser descubierta, bajé la mirada rápidamente y fingí revisar la galería de mi celular, aunque no tenía nada interesante que ver.

De repente, Sandra y Naomi entraron corriendo, visiblemente cansadas por el esfuerzo de llegar a tiempo y evitar la tardanza, el cabello desordenado y las muecas de complicidad las delataba.

Sandra, siempre tan energética, se sorprendió al ver que Xiomara había cambiado de sitio. Naomi, en cambio, miraba a Xiomara con seriedad, como si estuvieran en una especie de duelo silencioso. Las miradas entre ellas eran intensas, sin parpadeos, como una batalla.

"¿A qué se debe su cambio, delegada?" cuestionó la brigadier, cruzando los brazos.

Sin embargo, Naomi no esperó que alguien respondiera, dejó su mochila en su silla y se dirigió hasta el pupitre del profesor para pedir permiso e ir a los servicios higiénicos, retirándose del aula sin mirar atrás.

Sandra, con su típico humor relajado, me sonrió y bromeó.

"Alenda, parece que ahora tendrás una compañera de carpeta. ¡Qué suerte!"

Sandra se sentó y volteó hacia mí.

"¿Qué tal tu fin de semana, Alenda? El mío fue una locura con mi familia", me dijo con una sonrisa que siempre lograba animarme.

"Pues... me quedé en casa. Mis padres siempre están en la empresa, así que no salgo mucho", respondí, tratando de sonar casual.

Sandra me miró sorprendida.

"¡Eso suena aburrido! Deberíamos salir algún día. ¿No te gustaría?" Pero antes de que pudiera responder, Xiomara interrumpió.

"Alenda tiene potencial para ser una excelente alumna. Con más tiempo para estudiar, no debería perderlo en distracciones", dijo Xiomara, con un tono de voz que hizo que todo se sintiera incómodo.

Bajé la cabeza, sin saber qué decir. Nunca nadie me había interrumpido de esa forma, no recuerdo que alguna chica de mi antiguo salón haya comentado algo en una conversación que no era con ella.

Sandra intervino, aún con una leve sonrisa pícara.

"Alenda aún no está acostumbrada a tu personalidad, Xiomara. No deberías agobiarla tan rápido" habló con un tono relejado "Además, ella es mi protegida." agregó con un cierto brillo en sus ojos.

Xiomara dejó de escribir y nos miró. Busque apoyo en mi amiga ella me dio leves caricias en los dedos.

"Por eso mismo, es nueva. No deberías hacer que se incline por malos hábitos."

Sandra rió, sin perder su alegría.

"Alenda es genial, y puede ser aplicada y divertida a la vez, Xiomara. ¡Relájate!"

Buscó en su mochila y me dio un chicle de sandía. Naomi regresó y también le dio uno. Cuando intentó darle uno a Xiomara, ella respondió con un seco "no".

La primera hora de clases pasó mientras escuchaba al profesor y copiando lo de la pizarra. Por lo que probé mis lapiceros favoritos y ordené adecuadamente la información según mi gusto.

En la segunda hora, la profesora nos pidió que formáramos equipos de cuatro y hiciéramos una infografía sobre la familia. Naomi, con su buena letra, dijo que escribiría, pero Xiomara tomó los plumones y declaró que lo haría ella porque tenía buena ortografía y era rápida.

Antes de que Naomi pudiera protestar, Sandra intervino para suavizar la situación. Yo solo la observé y llegué a la deducción que era una líder nata.

"Naomi, ¿por qué no subrayas las ideas importantes y las organizamos en la cartulina? Alenda, ¿puedes encargarte de los dibujos?"

Asentí, contenta de poder ayudar. Me puse a dibujar, pero me demoré un poco y los dibujos salieron algo infantiles, entonces Xiomara criticó mi aporte.

"Alenda, tus dibujos deberían representar adolescentes, no niñas viendo caricaturas."

Me sentí mal, viendo cómo había pintado los dibujos con tanto esfuerzo. El tono que la delegada había utilizado era un tanto parecido con el de mi madre, ambas compartían un desdén por lo aniñado. Desde luego que me quedé callada y agarré otras hojas blancas para dibujar algo más realista y con la típica frescura juvenil.

Sandra hizo un gesto y enfrentó a Xiomara, acercándose a ella.

"No sé por qué hoy estás más exigente que de costumbre, pero no voy a permitir que trates así a mis amigas. Y hablo en serio", dijo con una sonrisa forzada y una mirada seria que me dio escalofríos.

Tal vez era el hecho de que era una institución pública y siempre habían problemas entre las estudiantes, porque tener una mirada amenazadora en las alumnas de ese colegio era algo común.

Luego, Sandra volvió a su entusiasmo habitual y organizó al grupo para que termináramos un buen trabajo. Al ser uno de los primeros grupos, la docente nos felicitó y luego de pedir nuestros nombres completos, agregó una buena nota en el registro de su área.

En la hora del recreo, me senté en las gradas mientras Naomi y Sandra jugaban vóleibol con otras chicas. Por el tumulto alrededor de ellas supe que era un deporte muy festejado, a cualquier tiro del balón, ovaciones se escuchaban.

No sabía jugar y temía que la pelota me cayera en la cabeza, por eso decidí ser parte del público. Admiré las habilidades de Sandra, y me sonrojé cuando se subió el polo del colegio para secarse el sudor de la frente, mostrando su cintura marcada. No fui la única, algunas chicas un tanto atrevidas tomaron fotos de la escena. La piel trigueña de Sandra era relevante, se veía como algo atractivo, aparte del cuerpo atlético que tenía.