Alenda. 🍊
Me desperté animada. Ayer, por primera vez en mucho tiempo, tuve una cena familiar con mis padres. Si bien mi madre apenas habló palabra alguna, mi padre fue el que animó el ambiente, intentando hacer chistes y comentarios sobre la comida. Estaban solucionando sus problemas financieros, y eso significaba que las cosas en casa empezaban a mejorar.
Mientras me vestía con el polo de las olimpiadas y el buzo escolar, me sentía llena de esperanza. Al parecer, el haberme saltado las cenas porque me hostigaba tanta grasa, valió la pena. La camisa se ajustaba perfectamente a mi silueta y me hacía una cintura increíble, tanto que me quedé avergonzada y salí del baño después de lavarme el rostro con agua fría. Dejé mi cabello suelto y, antes de salir, acaricié a Casper, mi gato, que ronroneó satisfecho. Me eché un poco de colonia de rosas, disfrutando del aroma fresco que me envolvía.
Pedí un coche por aplicación y, cuando llegué a la escuela, sentí todas las miradas sobre mí. El nerviosismo se apoderó de mí mientras caminaba hacia mi salón. En el camino, una chica de primer año me sonrió y dijo:
"¡Me encanta cómo te ves hoy!"
Me sonrojé inmediatamente. No estaba acostumbrada a recibir elogios de esa manera. Además de que claramente estaba utilizando un tono algo coqueto.
"Gracias", murmuré, y aceleré el paso hacia mi salón, sintiendo el calor en mis mejillas.
Al entrar, sentí nuevamente todas las miradas sobre mí. Especialmente la de Sandra, que no dudó en acercarse y apretar mis mejillas.
"¡Qué linda estás hoy, Ale!", dijo con su típica sonrisa traviesa.
El resto del salón me rodeó, lanzándome comentarios atrevidos y alabando mi apariencia. Me sentí como un tomate maduro, roja hasta las orejas, mientras todas reían divertidas.
Naomi llegó justo a tiempo, seguida de dos madres del comité que habían venido a apoyar a las estudiantes. Una de las madres me aplicó un poco de maquillaje, rubor y algo de color en los ojos. Me sentía como una muñeca en proceso de transformación.
Cuando ya nos estábamos marchando al patio para iniciar la presentación, Sandra se acercó a mí con un brillo labial en la mano.
"Un toque final", dijo mientras aplicaba el brillo en mis labios.
Se equivocó un poco y lo borró con su dedo, mirándome a los ojos. Fue un momento de tensión que me hizo contener la respiración. Ver de cerca su rostro era una maravilla, sus largas pestañas me dejaba hipnotizada.
Luego, salimos con Naomi hacia el patio, y noté cómo muchas chicas de primer año volteaban a verme sin disimular. De cierta forma era algo incómodo, en mi antigua institución si veían a una chica que les parecía guapa le echaban una ojeada y una vez que estaba lo suficientemente lejos, se ponían a hablar de ella.
"Mañana tendrás una fila de pretendientes", bromeó Naomi, guiñándome un ojo.
Abrí los ojos con sorpresa, aún me estaba acostumbrando al ambiente homosexual que inundaba la institución, y con el actuar de la brigadier pensaba que era de las personas que se rehusaban de hablar del lesbianismo con total normalidad.
Nos sentamos en el patio, escuchando las palabras de la directora antes de iniciar con las presentaciones. Pude ser testigo de lo bien que era recibida la máxima autoridad del colegio por las estudiantes, algo no muy común.
"Ella debería seguir con su cargo el próximo año, estoy segura que el futuro director arruinará todo"
"Te juro que la amo, la última vez me regaló una toallita higiénica cuando lo necesitaba"
"Verdad, es una persona muy amable"
"Si se trata de ella no me importa escucharla todas las formaciones y eventos, hasta su voz es agradable"
Empezó con el baile del primer año, y me divertí con los pasos y las bromas de mis compañeras. Las risas genuinas junto a las palabras humorísticas era una combinación refrescante.
Pero cuando llegó nuestro turno, sentí los nervios apoderarse de mí. Todas las estudiantes se pararon con entusiasmo, mientras que yo dudaba de imitarlas, Sandra me dio una palmada suave en el hombro y se colocó al frente de las filas junto a Naomi, mientras yo me quedaba atrás. Podría haber estado siquiera después de ella pero no me consideraron como una estudiante que bailaba bien y eso empeoró mi estado de ánimo. Aún con los nervios, empecé a bailar, pero a mitad de la coreografía me olvidé de los pasos y seguir el ritmo se volvió una tarea imposible. Mi mente parecía haber olvidado la secuencia correcta del baile, me quedé inmóvil, avergonzada, sintiendo que había arruinado la presentación que tanto esfuerzo había tomado a mis compañeras.
Justo cuando empezaba a agobiarme, escuché una voz llamando mi nombre. Volteé y vi a Siena, una chica de segundo año que me había consolado antes. Otras chicas de primer año siguieron su ejemplo y me animaron, dándome fuerzas para seguir. El hecho de que emplearán palabras motivadoras fue suficiente. Me esforcé por mantener el ritmo y logré finalizar el baile bien.
Orgullosa de mí misma, fui a agradecer a Siena por su apoyo. Ella se encontraba sorbiendo un vaso de jugo de plátano, sonriendo de oreja a oreja mientras que su rebelde cabello rojo se deslizaba por su rostro, dando una apariencia distraída.
"Gracias, Siena. De verdad, me salvaste", dije, sonriendo.
"Las amigas están para ayudarse", respondió ella, devolviéndome la sonrisa. La familiaridad que nos envolvía se debía a su apoyo en el incidente de ese día en la cafetería, podía decirse que era una buena amiga. Hablamos un rato sobre las novedades del colegio, y antes de despedirnos, Siena me pidió mi número para mantenernos en contacto. Saqué mi celular y se lo di.
En ese momento, una fuente ráfaga de aire pasó por mi costado, ocasionando que algunas hebras de mi cabello siguieran la dirección del viento. Al levantar la vista, me encontré con los intensos ojos de Sandra, aquel marrón oscuro que fácilmente se podía confundir con negro brillaban como el sol del verano, rápidamente desvió la mirada y se centró en su conversación con Naomi. Acción que me confundió de haberlo presenciado, Sandra no era el tipo de persona que huía de un contacto visual.