Mi mejor amiga.

Después de correr.

Sandra. 🍉

El timbre del recreo resonó como un badajo distante en el campanario de mi agotamiento. Me arrastré hasta nuestro banco de cemento, bajo la sombra moteada del viejo ficus cuyas raíces levantaban el borde de la cancha de vóleibol. De alguna u otra forma, los árboles me hacían sentir más tranquila, pero no menos culpable.

El peso de la culpa yacía sobre mis hombros, como una carga extra. Las consecuencias de mi tardanza al haber regresado a casa eran tan claras como el azul del cielo limeño: yo, la única hija de mi padre, sería la sirvienta, cocinera y ama de llaves por un día. Prepararía el almuerzo para mi abuela y para mí (un gesto de autoflagelación paterna que lo llevaba a comer un sándwich triste en su oficina). Y luego, la penitencia máxima sería dejar la casa impecable, "desde los azulejos de la cocina hasta el último peluche de la colección de tu abuela", antes de que el reloj marcara las seis. La redención, el boleto dorado, era acompañar a mis abuelos a la fiesta de la señora Elvira, un evento familiar lleno de vals, aroma a arroz con pato y las historias interminables de la tercera edad que tanto amaba.

Enserio adoraba asistir a ese tipo de reuniones, era una de los gestos más humanos que pudiera existir.

Naomi ya ocupaba su lugar en el banco, su espalda recta como si aún llevara la banda de brigadier. Sostenía nuestros dos panes con pollo, envueltos en su práctico papel manteca. Al ver mi aproximación, con los hombros caídos y la mirada perdida, su sonrisa habitual, ancha, segura, con ese brillo que desarmaba a profesores y alumnos por igual, se apagó como una vela ante un soplo. Vaya que esa chica me conocía muy bien, creo que incluso mejor que yo.

"Por el amor de la selección, Sandrita, tienes cara de haber visto a Haru coquetear con Alenda. ¿Por cierto, y Alenda?" preguntó, entregándome mi pan con una mano que parecía siempre saber qué hacer.

"Nada. Un silencio absoluto" suspiré, desdoblando el papel con dedos que sentía ajenos, torpes.

El aroma del pollo, que normalmente me hacía la boca agua, hoy me resultaba indiferente. Todo lo que tenía que ver con aquella castaña ex pituquita me abrumaba de una forma que no podía negar.

"No vino a clases"

"¿Y lo de anoche? Tu papá me llamó al celular" comentó, mordisqueando su pan "Sonaba... no enojado, sino preocupado. Es peor, supongo"

"Llegué media hora antes de la diez. Fue suficiente para desbaratar las reglas de la familia" resoplé, evitando sus ojos, que sentía escudriñándome "Ahora me espera una jornada de limpieza que haría sudar a una hormiga. Si no termino antes de las seis, me quedo viendo fotos de la fiesta por Instagram como una alma en pena"

Naomi frunció el ceño, no con lástima, sino con la expresión analítica de un estratega militar evaluando un campo de batalla. No me iba a cansar de repetirlo, realmente se tenía bien merecido su puesto de brigadier.

"Vaya, tu papá juega muy bien. Sabe que esa fiesta, con su vals y su generosidad culinaria, es tu punto débil" Hizo una pausa dramática, masticando "Y dime, ¿qué acontecimiento ocurrió anoche para merecer este destierro doméstico? ¿Con Alenda?"

Respiré hondo, el aire cargado del polvo del patio y el olor a comida escolar; no sabía por dónde empezar. Le conté, a saltos y con palabras entrecortadas, sobre la Alenda que abrió la puerta, una criatura temblorosa y pálida, aferrada a un peluche invisible, con los ojos vidriosos por lágrimas recientes. Luego, la transformación en el parque la chica con los ojos convertidos en brasas de una rabia contenida que me acorraló contra la corteza áspera de un árbol, sus palabras, cargadas de un dolor antiguo y profundo, golpeándome como puñaladas.

"Fue...abrumador" admití, buscando en el aire las palabras que no encontraba "Como si estuviera al borde de un abismo y yo, sin querer, con solo estar ahí, la estuviera empujando. Tenía los puños tan apretados que los nudillos estaban blancos, me miraba pero no me veía... y luego, cuando sonó el maldito teléfono de su papá, se esfumó. Como si nunca hubiera estado allí"

Naomi me miró. Sus ojos, del color del chocolate espeso, siempre tan perspicaces, parecían contener un conocimiento incómodo, una pieza de un rompecabezas que no quería colocar. Vi un destello fugaz, una sombra de alarma o tal vez de reconocimiento, que desapareció tan rápido como llegó, sepultada bajo una capa de pragmatismo forzado. Se suponía que debía darle tiempo, que debía dejar que ella me dijera todo; pero había pasados meses y ni siquiera había mencionado palabra alguna del incidente del baño. Y no solo era eso, porque tenía esa extraña sensación de que ella sabía más de lo que debería saber y ni me lo quería decir.

"Bah" dijo, encogiéndose de hombros con una energía que no parecía del todo genuina "Suena a uno de esos dramas adolescentes que veíamos los sábados por la tarde mientras devorábamos queques. Crisis existencial, problemas familiares, hormonas en estado de rebelión y noches de salidas. Ya se le pasará. Es lo de siempre"

Desvió la mirada hacia la cancha vacía, donde un balón solitario rodaba abandonado. Quería preguntarle que era lo que sabía, y cuál era el motivo para mantenerlo oculto.

" Oye, ¿y si voy a tu casa después de clases? Te echo una mano con la Operación Limpieza Total. Dos pares de brazos avanzan el doble. Así no te pierdes el vals de tu abuelo, que es lo mejor de la noche" sugirió con una sonrisa divertida.

La oferta me tomó por sorpresa. La miré, agradecida por el salvavidas que me lanzaba pero aún perturbada por esa mirada elusiva que no lograba descifrar.

¿Por qué cambiaba de tema tan abruptamente?

"¿En serio?¿No tenías que estudiar para el examen de sociales o ayudar a tu hermano con algo?" quise indagar.

"Nada que no pueda posponer por salvar a mi mejor amiga de una noche de limpieza solitaria y castigo paterno" respondió, terminando su pan con un último mordisco decisivo "Además, limpiar contigo seguro es más divertido que escuchar a mi hermano masacrar el cajón peruano en la sala. Suena como una manada de guacamayos cojos en pleno terremoto"



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En el texto hay: chicaxchica, lesbianas, saga

Editado: 25.10.2025

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