Fernando es mi mejor amigo, tiene seis años, juntos reímos y la pasamos increíble, nos llenamos de tierra cuando jugamos en el patio de la casa y nos encanta convidarnos comida cuando estamos probando lo que cocina su mamá, la señora Mariel. Es un poco extraño porque no estoy acostumbrado a esto, me siento muy a gusto jugando en la tierra y en el agua bajo el sol y con piedras o a las escondidas pero cuando quiere jugar los videojuegos o en su Tablet como él le llama, se entretiene ahí por completo y no me hace caso, además de que no me deja jugar, extraño un poco a Jaime, tiene mucho que no se dé el, su padre era un maquinista de locomotora y todo el tiempo nos poníamos las ropas de su papa y sus gorras para jugar a que manejábamos el tren juntos, no tenía Tablet ni nada de eso, íbamos juntos a todos lados incluso me llevaba a su escuela y prefería jugar conmigo antes que con sus amigos de la escuela, la comida no era tan rica como la que me comparte Fernando pero creo que nuestra amistad duró más de lo que durará esta vez con Fernando.
Viven ellos juntos pues al parecer su papá, el señor Javier un día decidió salir y no regresar más, y eso que según Fernando, él y su mamá se hicieron novios desde la secundaria un catorce de febrero.
Mi juego favorito es el de las escondidas, corremos y gritamos cuando nos atrapamos pero su mamá se la pasa haciendo ese sonido de ¡sh! para que nos callemos y nos vayamos a otra habitación de la casa mientras ella tiene pegado al oído un aparato con el que habla y con el que se enoja demasiado, además de pasársela fumando, aunque cuando nos quedamos con su abuelo es mejor porque aunque gritemos el señor no nos escucha, dice Fernando que está sordo.
Hoy es un día un poco triste, me siento un poco mal por Fernando, se cayó de una mesa en la que subimos para jugar a que manejábamos un avión y en una turbulencia salió disparado para un costado de la mesa raspando su brazo, aunque quise ayudarlo no pude hacer nada más que esperar a que llegara su mamá, lo curo pero también le dio unos golpes que lo hicieron llorar más que cuando se cayó de la mesa.
Nos encerraron en su cuarto como castigo sin videojuegos ni Tablet, esa tarde le dije a Fernando que le contaría sobre Jaime mi mejor amigo antes de que lo conociera a él y accedió muy atento así que comencé.
—jugamos desde que tenía cuatro hasta que tenía casi once, fueron los siete años más felices hasta que te conocí Fer, en los días de sol tenía un balón de cuero con el que salíamos a jugar al fútbol durante horas y un carro de metal pequeño que jalaba con una cuerda y sonaba mientras yo corría atrás de él, hasta que los dos termináramos cansados, él solo fue a la escuela un año porque en las mañanas trabajaba repartiendo periódicos en las casas de todos los vecinos, de doña Mari, de don José, de doña Martita, de don Plutarco y de don Melitón, todos le daban una moneda y para todos lados corríamos y algunas veces los perros nos correteaban, era gracioso porque a él lo correteaban pero a mí solo me ladraban y si me acercaba a ellos se alejaban pero si Jaime corría yo también lo hacía con él, esas monedas que Jaime juntaba se las daba a su mamá para que nos hiciera una sopa de pan muy rica y nos quedamos una para comprar canicas y un refresco .
— ¿Y qué pasó con Jaime? ¿Dónde está? —preguntó Fernando con cara de preocupación mientras ambos estaban sentados en la cama,
—me fue olvidando, conoció a más gente y ya no me buscaba y aunque estuviéramos juntos hacia como si no me viera, como si fuera invisible, llegó a los doce y ya ni se acordaba de mí, ahora andaba en una bicicleta y salía muy perfumado a ver a unas niñas de la colonia así que no me quedó otra opción que irme poco a poco a caminar por las calles e irme a mi casa a dormir hasta que te encontré Fer.
Fernando me abrazo tan fuerte que me dijo al oído
—nunca te voy a dejar mi mejor amigo.
Y se rodaron unas lágrimas por su rostro. Nos fuimos a dormir porque los ojos le ardían a Fernando de tanto llorar, tanto de la caída, como de los golpes de su mamá, como la historia que le conté, a la mañana fuimos al colegio y juntos estuvimos hasta regresar a casa, su Tablet se le fue devuelta y Fernando cambió un poco, aunque seguía jugando esas cosas virtuales me incluía más, nos tomábamos como dice el “selfis” para que siempre las tenga como nuestros recuerdos, nunca nos enojamos y eso que ya tiene dos años que somos amigos, tenía una libreta llena de dibujos nuestros, desde unos jugando y otros donde dibujaba a su mamá y a nosotros en el patio de la casa, alguna vez me dijo que me iba a dibujar y Salí muy bien, mi cabello negro y mi cara blanca con mi camisa y mi corbata la hizo exactamente igual, no me gustaban los puños con escarola de mi camisa pero él los hizo que se vieran perfectos, mis pantaloncillos cortos, mis tirantes y mis calcetas largas también las dibujo muy bien y arriba de la hoja le puso con letras en colores << mi mejor amigo>>.
En cuanto Fernando empezó a ir al segundo año de la escuela sus amigos le iban ganando más, conforme iba pasando el tiempo me quedaba en la esquina del salón esperando a que terminara de hablar con ellos para que me hiciera caso hasta que un día vio mi cara cuando no pude aguantar las lágrimas de sentir lo mismo que me pasó con Jaime y corrió a verme para decirles a sus amigos que yo era su mejor amigo y que si podía jugar con ellos, por supuesto se rieron y le dijeron que lo acusaran que estaba loco, no les hizo caso y nos fuimos a jugar a las escondidas como siempre en el patio de su casa.