Salida de dos
—Sí, gracias —le respondí con mis maletas en las manos.
—Nos vemos luego —dijo para luego irse. Luego de eso entré las maletas al lugar para luego entrar yo y cerrar la puerta detrás de mí. La habitación era bonita, tenía dos recámaras, las cuales estaban vacías ya que mi compañera de cuarto aún no había llegado, un baño grande, la cocina, una sala amplia y un balcón con una vista hermosa y todo ya estaba amueblado. Así que entre a una de las habitaciones y empecé a desempacar todas mis cosas y aprovechando que estaban dobladas las guarde, ya que la verdad soy muy desordenada y sé que en menos de una semana toda la ropa estará hecha un desastre. La verdad es que con eso me molestaban en mi casa ya que aunque me encanta decorar las cosas, ser detallista y en los estudios soy un poco ordenada la verdad es que mi habitación siempre era un desastre, aunque no estuviera sucia siempre mantenía ropa tirada en todos lados hasta puesta en mi máquina de coser y los zapatos igual, también los cuadernos, si cuando limpiaba me molestaban o cuando mi papá entraba a mi cuarto decía. "si me pierdo saben que las quiero" o "Creo que encontré a mi tía la que estaba perdida desde hace como dos años, está aquí metida entre tu desorden" si así de exagerados pero la verdad es que aunque limpie siempre se desordenan todas las cosas, es como si tuvieran vida propia o eso quiero creer.
Después de colocar toda mi ropa, zapatos, cosas personales, decidí escribirle a mis padres, para avisarles que ya estaba aquí, también le escribí a Matth, aunque allá ya sea de madrugada, también le escribí a mis amigas y la verdad es que las extrañaba mucho ya que estaban en otros lugares, la única que se quedó en una universidad la cual está como a media hora de aquí es Camil y eso me alegra ya que la veré más seguido. Después de escribirles a todos, quedé con Camil de juntarnos en un centro comercial, el cual está como a quince minutos de aquí, ahora nuestras salidas serían de dos, sin las chicas, solo nosotras dos, lo cual sería extraño pero al menos no estaría tan sola como pensé que lo estaría y eso es un alivio.
Agarre mi teléfono dinero y mis llaves para luego dirigirme a la salida y cerrar luego baje las horrorosas escaleras que me hacen sudar y después me dirigí al estacionamiento, me subí a mi auto para empezar a manejar, no sin antes colocar mi música vía bluetooth en el carro.
Al llegar me estacione y baje para luego entrar al centro comercial, llegue a la heladería donde quedamos en juntarnos entonces la vi sentada, perdida en su móvil. Así que me acerque en silencio y la asuste al punto de que casi tira su móvil.
—Me asustaste. —dijo algo agitada con una mano en el pecho y viendo con asombro.
—Ese era el chiste. —conteste riendo escandalosamente.
—Pero casi boto mi vida. Si eso pasa yo me muero. —dijo ella viendo su celular.
—Pero no paso así que no seas exagerada, vamos a comprar que quiero un helado. —Ella solo se rio y se levantó de su lugar para dirigimos a pedir los helados.
—Buenas noches señoritas, ¿que desean ordenar? —nos preguntó el chico que atiende el lugar.
—Buenas noches, yo quiero una banana Split especial de chocolate por favor. —respondí sonriendo amablemente
—Con mucho gusto, cuáles son los tres sabores que desea en la banana. —Dijo tecleando algo en la computadora que tenía frente a él.
—Brownie, chocolate con galleta y chocolate normal. —respondí nombrando mis sabores favoritos.
—Está bien, ¿quiere crema batida? —me siguió preguntando.
—Si por favor. —respondí.
—¿Quiere chocolate y caramelo encima? —Me preguntó.
—Sí, gracias. —le respondí con una sonrisa en el rostro.
—¿Manía o anicio? —Me pregunto enseguida.
—Manía por favor. —Le respondí muy emocionada.
—Entonces usted desea una banana esplit, la cual quiere que los tres sabores de helado sean brownie, chocolate con galleta y el último chocolate normal, la quiere con crema batida, chocolate y caramelo encima junto con manía. —Dijo repitiendo todo lo que le ordene.
—Así es. —respondí sonriendo, mientras imaginaba lo delicioso que sería mi helado.
—Con gusto y ¿usted señorita no va a querer nada? —Le dijo dirigiéndose a Camil.
—A mí solo deme un helado mediano de yogurt de queso y fresa por favor. —respondió Camil con su móvil aún en la mano.
—Bueno está bien, en un momento les entregó sus helados. —hablo el chico dándose la vuelta para preparar nuestra orden.
—Gracias. —respondimos las dos a la vez, luego de eso pagamos y nos entregaron nuestros helados, así que nos sentamos en una de las mesas para poder comer y empezar a platicar.
—Y cuéntame ¿cómo te fue hoy? —me pregunto Camil mientras yo estaba concentrada en la delicia que tenía enfrente.
—Pues al principio bien, solo que con un problema. —le respondí tomando el primer bocado de helado y cuando lo saboreé sentí la gloria.
—¿Enserio y por qué? —Me pregunto mientras comía su helado.
—Es que cuando llegue al edificio donde están las habitaciones me di cuenta que están reparando el ascensor, así que me tocó subir por las escaleras con las maletas pesadisimas y lo peor es que mi habitación estaba hasta el quinto piso. —Le dije, volviendo a meter helado en mi boca.
—Pobre de ti, ya que odias el ejercicio, me imagino la tortura que pasaste. —Me dijo riéndose un poco.
—Hay si fue horrible y la verdad seguiría ahí subiendo las escaleras de no haber sido por Isaías. —Le dije con mucha naturalidad.
—¿Y por qué? aparte ¿quién es él? —Me dijo confundida y ahí recordé que no lo conoce. Ups que despistada ¿no?
—Aaaa, es un chico que conocí y me ayudó con las maletas por cuatro pisos. —Le dije riendo, pensando en lo vergonzosa y lamentable que debí de haberme visto para que él me ofreciera su ayuda.
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Editado: 16.01.2023