Mi Mejor Amigo

Capitulo 28

Un dolor asfixiante

 

Me desperté hasta el siguiente día mientras los rayos del sol entraban por mi ventana, estaba sola en mi cuarto ya tapada y la verdad sentía que había despertado de una horrible pesadilla, lo cual espero y ruego que eso sea, así que intentando tener una buena actitud y dejando atrás la pesadilla que tuve donde Matth me dejaba rompiendo mi corazón en mil pedazos, me levanté de la cama y me dirigí al baño a hacer mis necesidades, cepillarme y lavarme la cara luego de eso me coloque algo más cómodo y me dirigí a mi mesita de noche para agarrar mi celular y debajo de mi celular había una nota.

*Espero que descanses, me quedaré en el cuarto de visitas y espero que hoy podamos hablar más calmados de lo que te dijo Matthew ayer. Te quiere tu amigo Isaías.*

Esa simple nota hizo que ese horrible dolor volviera y me diera cuanta que no fue una pesadilla como quería pensar y que en realidad Matthew me dijo todas esas cosas horribles, era tanta la presión que sentía en mi pecho que me tuve que sentarme en mi cama ya que me estaba mareando. Ya sentada en mí cama empecé a sollozar y sentí mi rostro mojado y me di cuenta que ya estaba llorando nuevamente. 

Estaba en mi cuarto abrazada a mi osito, ya que él no tiene la culpa de lo que me dijo Matthew, así que aun quería a mi osito y más en estos momentos. Ya eran las once de la mañana y yo no había desayunado, desde que leí la nota y me di cuenta de mi realidad, se me fue el apetito y solo quería estar en mi cuarto llorando y viendo todos los vídeos y fotos que tenía con él (si lose es algo masoquista, pero que él no me quiera no ara que yo deje de amarlo de la noche a la mañana, eso es prácticamente imposible) así que cuando estaba finalizando el último vídeo alguien toco mi puerta.

—Pasen. —Dije aun abrazada a mi peluche mientras limpiaba mis lágrimas aunque sabía que mis ojos hinchados me delatarían.

—Lo siento, pero te traje algo de comer. —Me dijo Isaías mostrándome una bandeja con panqueques y nutella junto a un vaso de leche.

—Gracias, pero la verdad no tengo hambre. —Le dije sentándome un poco en la cama.

—Sami tienes que comer un poco, te puede hacer mal no comer tu mejor que nadie debería de saberlo. —Me dijo dándome la bandeja.

—Está bien lo intentare. —respondí intentando comer un poco, ya que si mi mamá se da cuenta que no comí es capaz de llevarme a un doctor. Después de comer no todo pero casi la mayoría de la comida le entregue la bandeja a Isaías.

—Gracias por la comida y no quiero sonar grosera pero quiero estar sola. —Le dije con los ojos cristalizados, ya que estaba llorando antes de que entrara y ahora quiero llorar aún más, simplemente siento que no podré dejar de llorar jamás.

—Está bien, como tú quieras, pero te quiero recordar que mañana nos vamos hacia la Universidad, ya que en dos días empezamos las clases. —Me dijo levantándose de la cama.

—Bueno quizá yo me vaya en una semana, ya que aún no me siento lista para salir de aquí. —Le contesté entre un susurro, ya que no quería que mi voz se escuchara temblorosa por mi llanto reprimido.

—Eso si no, no dejaré que te deprimas y dejes tus obligaciones por alguien que no vale la pena, así que mañana nos vamos. —Me dijo en tono de orden, lo cual me enojo mucho y explote.

—¡Para empezar tu no conoces a Matthew como para hablar así de él, otra cosa, quién te crees tú para hablarme así, te cuento que estoy lo suficientemente grande como para que me des órdenes y si yo decido quedarme me quedaré y ahora me haces el favor de salir de mi cuarto y si vas a venir a darme órdenes mejor ni vengas que no te necesito! —Le dije gritando y sacándolo a empujones de mi cuarto, para después cerrar la puerta con todas mis fuerzas y sentarme enfrente de ella abrazando mis piernas sin dejar de llorar, ya que esto me está matando, porque no estaba llorando por lo que acaba de pasar, aunque en realidad me dolió lo que me dijo pero lo que en realidad me hacía llorar es Matthew ya que ya no soporto más, esto es más fuerte que yo y la verdad no sé cómo salir de esto, no sé como hacer para no sentir esto que me mata poco a poco, yo más que nadie sé que no tengo que dejar todo por esto, pero la verdad es que no fue una simple ruptura donde pierdes a tu novio, no esto fue diferente ya que yo aparte de perder a mi novio, perdí a mi mejor amigo, a mi confidente, a mi primer amor, una parte de mí, una parte que sin ella me siento más rota y más vacía que nunca, simplemente es la primera vez que siento un dolor tan grande y no sé cómo manejarlo. Así que después de llorar por unas horas sentada ahí decidí levantarme y al levantarme me dirigí a mi cama cuando me estaba acostando tocaron la puerta.

—Adelante. —Dije aún con lágrimas en los ojos.

—Mi niña. —Me dijo mi mamá y mi papá entrando. Y al verlos me sentí como una chiquilla que necesitaba refugiarse en los brazos de sus padres, así que sin poder evitarlo empecé a llorar y mi mamá se acercó rápido a mí para abrazarme.

—Mi niña, tranquila. —dijo mi papá acercándose.

—Esto duele. —Fue lo único que les pude decir entre sollozos.

—Lo sabemos, ya Isaías nos contó lo que pasó, pero tranquila todo estará bien. —Me dijo mi papá abrazándome y me quede en los brazos de ambos hasta que me dormí.

Cuando desperté estaba sola en mi cama, con comida en la mesita de noche la cual sabía que había dejado mi mamá, así que me senté en mi cama y empecé a comer, ya que si no comía me haria mal, después de comer me di cuenta que ni siquiera sabía qué hora era pues mi cuarto estaba con la luz encendida, así que busqué mi teléfono y me di cuenta que eran las diez de la noche y sabía que a esta hora todos dormían, así que con mucha pereza salí de mi cama y me dirigí hacia la cocina cuando deje los trastes sucios, luego de eso me dirigí a la nevera ya que necesitaba una dosis extrema de chocolate eso significa helado de brownie con nutella y jarabe de chocolate, así que cuando ya tenía todo me di la vuelta para irme a mi cuarto y vi a Isaías recostado en la puerta, lo cual me hizo dar un salto.




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