Despedida
Al estar en frente de la puerta de la funeraria empecé a llorar, ya que no soportaba esto y la verdad aun quería que me dijeran que esto era una broma.
Entramos y empecé a saludar a todos sus familiares y al llegar a su hermano no soporté más y empecé a llorar sin consolación, luego de eso entramos al lugar donde se encontraba la caja y al ver la caja retrocedí y como hoy vine con Isaías él me sujeto.
—¡No por favor déjame ir, me niego a aceptar esto, me niego a aceptar que él está ahí! —Le dije llorando y viendo la caja.
—Sami entra por favor, recuerda que te tienes que despedir de él ya que ellos aún oyen después de muertos. —Me dijo él alentándome a entrar.
—Eso es lo que me niego a hacer, me niego a despedirme de él, a aceptar que Matthew ya no está, que ya no lo veré más, por favor. No quiero, por favor aún no quiero. —Le dije llorando hasta ya no poder más.
—Sami lo tienes que hacer, vamos. —Me dijo dándome un pequeño empujón y tuve que aceptar, ya que en el fondo de mi ser sabía que tenía que despedirme de él.
Al entrar y estar a la par de la caja empecé a sobarla mientras mis sollozos eran cada vez más fuertes, ya que me negaba a aceptar que él estuviera así, me dolía respirar con tan solo pensar en eso, pensar que su alegría se apagó y sus fuerzas cedieron. Todo el trayecto hasta llegar acá me quería convencer de que era una broma y que al estar acá el me recibiría diciendo que estaba bien y que todo había sido un juego, pero al ver esta caja se que no es así y eso me quita las ganas de seguir.
—Sami, despídete de él, dile lo que quieres decir, no te guardes nada, eso es necesario para poder sanar. —Me dijo Isaías y al escucharlo empecé a llorar más.
—Matth, mi amor ¿por qué se fue? ¿Por qué me dejo?, por favor se lo suplico regrese, lo necesito aquí a mí lado, no me deje sola, despierte por favor, dígame que esto es una broma, que no lo he perdido para siempre, que es mentira que no volveré a escuchar su risa, que no me volverá a abrazar, no puedo seguir sin usted. Matth dígame cómo seguir si usted no está a mi lado, como seguir sin escuchar su voz, sin ver esos hermosos ojos que tanto me enamoraron, sin que usted me haga reír. —dije abrazando la caja, sin importarme nada más. —Lo amo, es el amor de mi vida, es todo para mí, nunca lo olvidare, con usted se llevó todo de mí, por favor regrese, no sé cómo seguir si no está. Nos faltó tanto por vivir juntos, tantas cosas por hablar, tantos sueños sin cumplir y ahora me queda tanto dolor por vivir. —Dije besando la caja.
—Está bien, vamos. —Me dijo Isaías.
—Quiero verlo. —Dije sin separándome de la caja.
—Sami ¿en qué quedamos? —Me dijo, pues habíamos quedado en que no lo vería, ya que sería muy traumático para mí.
—Por favor. —Le dije llorando.
—No Sami no quiero que te traumes, mejor recuérdalo como era lleno de vida y sonríete ya que así sería como él quisiera que lo recordaras. —Me dijo alejándome de la caja.
Estar ahí me lastimaba ya que no podía creer que él se hubiera ido sin despedirse sin decir adiós, aun sabiendo que yo no lo deje y eso me mataba más. Después de un rato llegaron mis padres y hermanas y cuando los vi corrí hacia mi papá ya que necesitaba abrazarlo.
—Mi niña. —dijo mi papá sobándome la cabeza, mientras me abrazaba.
—Papi, se fue, se fue mi mejor amigo, mi confidente, mi esposo, el amor de mi vida, no sé qué hacer sin él, papi se llevó todo de mí. —Le dije al borde del colapso.
—Lo se princesa, lo siento mucho. —me respondió mientras me abrazaba fuerte.
—Ya nunca lo veré, no volveré a escuchar su risa, no volveré a escuchar su voz, no me volverá a abrazar, no me volverá a hacer reír como él lo sabe hacer, esto duele demasiado. —Le dije cada vez más cansada emocionalmente. Luego se eso no me despegue de la caja. Donde se encontraba mi vida.
El entierro fue aún peor, ya que no queríamos dejar ir la caja hasta que nos agarraron para que la soltáramos, la verdad es que ver cómo le echaban tierra encima de la caja me partía el corazón quería salir corriendo y detenerlos, todos estábamos mal, la mamá de Matthew se desmayó y yo no dejaba de gritar, a punto de desmayarme ya que me quería desahogar y sacarlo de ahí, ya que mientras más tierra le echaban encima, más me dolía el corazón.
Después del entierro mis padres me llevaron a mi casa, aun cuando insistían que me quedara con ellos no acepté ya que quería estar sola, en mi cama la cual aún guardaba el olor de Matth. Al llegar y despedirme de todos, subí al cuarto donde tenía a nuestro hijo el oso y me fui a nuestro cuarto, acostándome en el lado donde dormía Matth y empecé a llorar.
*****
Las siguientes semanas fueron horribles ya que yo lloraba a cada rato porque a cada lado que iba me recordaba de los momentos que pasamos juntos, tal vez crean que estoy loca pero lo que me ayudaba era escribirle y aunque a veces tenía la esperanza que los leyera nunca pasaba, también veía nuestras fotos y videos juntos, también veía el video de nuestra boda, abrazaba a nuestro hijo y así estuve por más de tres semanas y sentía que hasta reír era malo y no podía. Simplemente pasaba mi tiempo libre encerrada en mi habitación, casi no comía, no me arreglaba, no salía mucho, ni me gustaba hablar con nadie, aunque a veces venían mis padres y mis amigos aun así yo no me sentía feliz. Hasta que vino la mamá de Matth a mi casa.
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Editado: 16.01.2023