Mi Mejor Apuesta

Prefacio: La candidata imperfecta.

—¿Qué te parece Aurora Abadiano?—

Gael puso su celular frente a mi cara para mostrarme la foto de la susodicha, como si no supiese de quién se tratase.

Que haya sido la primera en la lista no me sorprendió. Y no es precisamente porque su nombre y apellido comenzaran por la letra "A". 

La razón por la que el idiota de Gael la ha mencionado es porque me he visto—desagradablemente— relacionado con ella en las últimas semanas.

—¿Sacaste esa foto de su red social?—inquirí.

—Sí, ¿cómo lo sabes?

—Porque tiene filtros y no parece un alma en pena. Pasa a la siguiente y echa esa foto al cortafuegos dee tu celular. Puede llenarlo de virus.

—De hecho, no tenemos a más candidatas.

—¿A qué te refieres? Estoy seguro que vi a más de una chica de primer año en los pasillos de la universidad. 

—Toda la fraternidad ha acordado que ésta es la candidata perfecta.

Mi rostro no debió reflejar nada bueno. Gael tragó grueso y retrocedió un paso. 

La candidata perfecta.

Ni siquiera sé porqué osaron en ponerla entre las candidatas.

Walter decidió interceder. Lo miré, esperando que no dijera algo igual de ridículo. Aunque es mucho pedir de su parte. Walter creía que era muy convincente con sus sonrisas encantadoras y su actitud de promovedor de negocios piramidales.

—Solo piénsalo. La gordita anda haciendo estragos en la universidad con tu nombre. Deberías hacer lo mismo con el de ella.

—No voy a poner ni uno solo de mis dedos en ella. Ni siquiera por todos los miles de dólares que vayan a ofrecerme.

—Medítalo un poco, Donovan. Con todo lo que ha pasado estas últimas semanas, tú y la gordibuena son el tema principal en todo el campus. Eres el líder de la fraternidad y ya has aceptado cumplir con la tradición anual, si la escoges a ella, estoy seguro que las apuestas subirán ¡Haremos historia en el campus y en la fraternidad!

—Y tendremos mucho dinero— acotó Gael. Walter chasqueó sus dedos y lo señaló.

—Eso. Mucho dinero. Es lo más importante.

—Los imbéciles harán sus apuestas con cualquier chica, porque así son los imbéciles. Pueden escoger a cualquiera,incluso a la señora Lucrecia. Prefiero un millón de veces acostarme con la anciana que con ella. 

—¿Acaso te gusta y por eso te niegas?

Suspiré al escuchar la insinuación de Gael. A veces dudaba del resultado de su coeficiente intelectual.

—Si me gustara no me esforzaría en estar el menor tiempo posible cerca de ella. Sé que tú no posees el don del buen gusto y no voy a juzgarte por eso, pero ya estoy pierdiendo demasiado tiempo en esto como para perderlo aún más con alguien como Abadiano. Sólo dime otro nombre, acordemos la fecha y terminemos con esto. No tengo todo el día.

Me crucé de brazos en el sillón. La cuarta parte de la fraternidad estaba en la casa para elegir a la candidata y yo sólo tenía siete minutos con cuarenta segundos para permanecer allí y llegar a un acuerdo. Se miraron entre sí. Pensé que iban a resignarse y continuar con la elección, pero al juzgar por la mirada maliciosa que el idiota de Gael me dirigió, supuse que esto llevaría más tiempo de lo planeado.

—¿Soy solo yo o Donovan parece tener miedo de no cumplir con la fecha exacta si escoge a Aurorita?— no me equivoqué. Gael era muy predecible. 

—Pienso lo mismo.

Tampoco me sorprendió que el resto lo apoyara. Me recosté en el sillón, decepcionado y dispuesto a escuchar sus vanos intentos de convencimiento.

—Es evidente que cualquier otra chica de primer año que escojas accederá encantada a estar contigo tarde o temprano. Eso le resta emoción al asunto— argumentó Kevin.

—Pero con Aurorita...No lo sé….— Walter ladeó su cabeza de un lado a otro—,los resultados son impredecibles y más emocionantes y todos sabemos por qué— sonrió.

—Creo que por eso teme perder, porque sus cronogramas no servirán con ella— se burló Gael.

Lo observé, imperturbable.

 Estos idiotas estaban disfrutando esto porque podían— por una vez en sus miserables vidas— divertirse a mis costillas.

Estaban jodidos.

No soy el espectáculo de nadie.

—¿Presión grupal? ¿En serio ese es su mejor método de convencimiento?— miré divertido a Gael—. Esperaba más del mejor estudiante de leyes— apretó sus labios. Me levanté del mueble  y caminé hasta la cocina para buscar algo de comer antes de irme al conservatorio—.Confío en mis habilidades, pero no me apetece malgastarlas. Es patético que hayas lanzado patadas de ahogado intentando herir mi orgullo.

—Al menos lo intenté. Pero soy honesto cuando digo que tal vez te estés acobardando— abrí la nevera y saqué cuatro manzanas verdes—.Hasta los monstruos pueden sentir miedo por ser derrocados.

El golpe sordo de la puerta de la nevera fue lo único que se escuchó después de su frase. Lo encaré, aburrido de la situación. Además de él y Kevin, el resto de la hermandad no parecían dispuestos a seguir insistiendo con la misma chica. 

Miedo.

Reí. Me enterneció lo ingenua que las personas podían llegar a ser al creer que podía tener miedo por no salir victorioso en una  tradición que me pareció tan poca cosa.

Sin embargo…

No había nada que me gustara más que aceptar los retos y dejar en claro quién era el invicto.

Observé mi reloj. Faltaban tres minutos para marcharme. Caminé hasta la salida sin decir nada. Giré el pomo y abrí la puerta. Antes de salir por el umbral, señalé a Gael con la manzana.

—Anota a Aurora Abadiano como la seleccionada para la apuesta.Haré que caiga cuando termine el semestre.

Le di un mordisco a la manzana y salí del lugar escuchando los gritos eufóricos de mis hermanos de fraternidad. Sonreí, triunfante.

No obstante, incluso el guerrero invicto no debe asumirse ganador antes de la batalla. Lo sabía a la perfección, pero nunca lo tuve presente.

Hasta que me crucé con la rarita fanática de la ropa retro.




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