Mi mejor casualidad

Capítulo 15: Viaje espectacular

Anthonella:

Me desperté a las 6:30 y estaba en el hospital me quedé a dormir ahí porque no podían darme de alta, tenian que hacerme varios exámenes para verificar que no era una intoxicación tan grave. Me hicieron una serie de exámenes que no duraron muchos, el doctor Ruiz se quedó a hablar conmigo acerca de mi inusual alergia que por accidente la descubrí.

Nunca había probado mariscos y por eso decidí que esta ves sería diferente y los iba a probar, las anteriores visitas que tuve en la playa, no comimos mariscos porque a mi mama no le gusta, porque dice que era la comida favorita de mi padre y los recuerda mucho a él, asique nunca los comemos.

El doctor por obvias razones me prohibió comer mariscos. También me dijo que esta ves había sido leve porque no ingerí muchos y por una extraña razón la intoxicación no hizo presencia al momento en que los ingerí, sino más bien en la noche fue Nicolás el que me despertó porque estaba con escalofríos y fiebre alta. Se muy bien que a mis 16 años la fiebre muy alta no me puede dar convulsiones, porque eso solo les pasa a los bebes menores de 2 años, y yo, aunque soy muy infantil, ya no soy un bebe.   Mi mamá es una doctora muy buena, y me ha explicado eso en varias ocasiones porque debido a su trabajo no puede pasar todo el tiempo en casa como quisiera, asique me ha enseñado como cuidarme, que hacer o que no hacer cuando me sienta un poco mal.

A las 7:10 llega Nicolás por mí, está un poco preocupado aun, porque tiene una cara de preocupación, aunque por lo que supongo el doctor ya le ha de ver contado sobre el estado de mi salud.

Me levanto de mi cama, y solo traía esa incomoda bata, que te dan en el hospital, la cual tiene una abertura por la parte de atrás, no me acorde de ese pequeño gran detalle y me pare de golpe de la cama, cuando escuche que Nicolas comenzaba a reírse como idiota, sentí que mi alma se salió de mi cuerpo y regreso junto con la vergüenza,no sabía qué hacer, mi cuerpo está bloqueado, no soy buena reaccionando asique  solo salí corriendo a cambiarme.

No tenia mas ropa de la que llevaba puesta esa noche, y a Nicolás no se le ocurrió traerme ropa limpia, es que los hombres no se ponen a pensar en esas cosas, es como que no se fijaran en lo que las mujeres queremos, son todos unos despistados.

Después de tener un desahogo mental, no tuve más opción que colocarme mi short floreado, con una camiseta negra holgada, que me tapaba el short, asique me toco hacerle un nudito aun lado para disimular que no era de mi talla, me puse mis tenis blancos con estrellas. Me hice una coleta alta, que hacía resaltar el tamaño de mis ojos y el volumen de mis pestañas. Tenía que lograr no parecer una chica enferma, porque llegaría a ver a mis suegros y eso me daba mucha vergüenza, porque conociendo a Nicolás ya les dio la noticia, y además el escándalo que hicieron sus primos el día que se me declaro, asique era casi nula la posibilidad de que no supieran que su hijo tiene novia.

Sali del baño y Nicolás estaba más precioso que nunca, traía una camiseta blanca al cuerpo que, uff, hacía que se le notaran sus abdominales, y una bermuda estilo militar, que combinaban con sus tenis haciéndolo ver un chico rudo y rebelde, acompañado de una gorra para no quemarse del sol. Salimos del hospital y nos subimos en su moto, conducía muy rápido y mi cabello podía juguetear con el viento, y podía sentir el aroma que tenía, mmm, era demasiado rico, siempre huele tan delicioso que me dan ganas de morderle para probar si sabe rico, se que suena algo psicópata, pero olía demasiado rico, era una mezcla de arándanos con coco, o algún aroma parecido, que hacía que mis cachetes salivaran más de normal.

¡Dios mi lado psicópata, y hambriento, salía de mí, sin que yo pudiera controlarlo!

Sin darme cuenta, ya habíamos llegado a la casa, y…

¡Todos están esperándome reunidos en la puerta!

Sentí como Nicolás tomaba mi mano, con cierta delicadeza, tragué en seco y fui decidida saludarlos a todos, porque sería muy descortés no hacerlo, además que todos me estaban esperando muy entusiasmados.

No fui capaz de saludarlos cuando recibí un abrazo por parte de los padres de Nicolás, fue un abrazo un tanto grosero y brusco, creo que así ellos demuestran su amor, pero me dolió un poco asique hice una leve mueca, porque por la noche me pusieron un suero y ellos me empezaron a ultrajar a su antojo, pero se que es debido a la emoción.

Sus primos y sus novias me saludaron, y pasamos a la sala donde habían preparado sanduches de mermelada, mis favoritos, pero tenía mucha vergüenza de comerme uno, asique preferí a que sus padres me ofrecieran, y así poder devorar uno con mucha felicidad.

-Mmm, están deliciosos, para chuparse los dedos-

-Pues yo los hice mi ciela, obvio iban a ser buenos- me dijo Sebastián con mucho orgullo, ante su obra magistral de comida.

Le susurre en el oído Nicolás que vayamos al cuarto porque necesito una ducha, y no quiero ser grosera al levantarme de la mesa e irme como si nada.

-Ya venimos, vamos al cuarto-

¡Corre, Corre!, enserio necesito una ducha, porque huelo a burro viejo.

Llegamos al cuarto y el se quedo en la cama, mientas yo me tomaba una relajante y confortable ducha, con pétalos de rosa alrededor, junto con una espuma blanquecina que recorría y rosaba por todo mi cuerpo, dándole forma, mientras de fondo se podia escuchar una canción tocada en violín, y luces comenzaron a salir de todos lados,podia sentirme como una verdadera diva.

Bueno no fue así, tengo una gran imaginación y me deje llevar, pero si que fue una ducha muy reconfortante, con cada gota de agua que caía lentamente por la regadera, hacía que me desprendiera de ese olor desagradable.

La ducha era muy amplia, y vino a mente una idea: y si… “perreo”. -¿Que podría salir mal?-.

Empecé a perrear con toda el agua recorriendo mi cuerpo y mientras hacía eso, un residuo de jabón que había quedado en el piso de la ducha hizo que me resbalara y me cayera de trasero en el piso.




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