Mi mejor casualidad

Capítulo 16: Lunes

Anthonella:

Me despierto con el sonido de mi alarma, prefiero poner de alarma una canción que me agrade para así levantarme con muchos ánimos mientras canto.

Agarro mi cepillo de cabello y lo utilizo como micrófono, mientras pongo mi canción favorita en los parlantes, solo me fata un foco de discoteca y pumm tengo una fiesta privada dentro de mi cuarto.

Mi niña bonita, sonrisa de princesa

Que es una obra maestra de los pies a la cabeza

Risa perfecta, tan simple y tan coqueta

Por más que ella se esconda la delata su bellezaaaa.

En mi imaginación me veo en una típica película ochentera, me encuentro en el campo rodeado de una infinidad de flores que huelen muy rico, utilizo un vestido rojo de mangas cortas, que me llega hasta los pies y por esta razón tengo que levantarlo con mucha delicadeza cuando camino, estoy descalza y puedo sentir como el césped juguetea con cada uno de mis dedos causándome cosquillas placenteras, mi cabello corto esta suelto con unas ondas ligeras haciendo que resalte el color de mis ojos cafés. Empiezo a caminar y suena una canción: Umbrella de Rihanna. A lo lejos en lo infinito puedo notar que viene mi príncipe azul, usando un pantalón negro ajustado, con una camisa blanca, en la cual cruzaban un par de tirantes negros, su camisa estaba remangada las mangas tres cuartos, y su cabello jugueteaba al ritmo de la canción, sus hermosos mechones castaños recorrían por su hermoso rostro haciéndolo ver sexsy pero encantador.  

Ambos al notar la presencia del otro empezamos a correr con una sonrisa sincera impregnada en nuestros rostros. Cuando por fin nos encontramos, toma mis caderas y me besa apasionadamente como más nadie sabe hacerlo, puedo sentir sus labios tan suaves junto con los míos, nos separamos y empezamos a bailar conforme avanzaba la canción.

Todo este momento tan perfecto y mágico se termina cuando mi madre entra a mi cuarto, esta arrimada en el marco de la puerta sobre su hombro, cruzando ligeramente los pies y viéndome con una sonrisa de lado muy picarona.

-Estas así por un chico ¿verdad? -

-Emm…. Nnnoo…sssii..- no podía pronunciar una sola palabra, mi madre estaba haciendo contacto visual conmigo y no sería capaz de mentirle.-Si, es por un chico- doy un suspiro muy leve  y trague en seco, esperaba el sermón por parte de ella.

-Tranquila, a tu edad es normal amor- vamos ya se te enfría el desayuno-

Cuando salió del cuarto solo me recosté en mi cama viendo mi sensual techo blanco con estrellas, me encanta la astronomía, y debido a eso tenía un firmamento que yo misma dibuje y pinte en mi techo, claro que fue con la ayuda de mi madre, y a decir verdad nos quedó muy chulo.

Me puse mi uniforme, que ya lo había planchado anteriormente, no me gusta el orden, pero si me gusta planchar, me relajo al ver que cada una de las imperfecciones, y arrugas que se formaron en la ropa, desaparecen al sentir el calor que emana la plancha.

Hoy tengo que colocarme el uniforme de parada, asique me toca ponerme la falda, no es muy baja pero tampoco es muy alta, el rector dijo que la falda sea un poco baja, pero muchas chicas no comprendieron el mensaje y parece que en vez de falda llevan una pupera, cada que caminan les veo hasta por donde no entra el sol. Y no es nada placentero ni agradable, tener que presenciar eso, claro que los hombres no lo ven igual.

Acabo de alistar mis cuadernos y veo que en la pantalla de mi celular aparece el nombre de Nicolás, me está llamando, exploté de la emoción.

Habló con una vos gruesa y firme:

Paso por ti, para llevarte al colegio.

No pude contestar y ya me había colgado, me deprimió el hecho de que no me dejara hablar, pero pasaría por mí y llegaríamos juntos al colegio, eso daba a saber que lo de nosotros ya era algo confirmado y serio, todos nos verían entrar juntos, y recibiría muchas miradas aniquiladoras por parte de las chicas que llevan “puperas”, pero meda igual, desde ahora deben saber que él es MIO y no comparto.

Acabé el desayuno delicioso que mamá me había preparado, estaba para chuparse los dedos, y fui rápidamente al baño para cepillar mis dientes y colocarme perfume. No paso mucho tiempo de eso y sonó una moto estacionarse en la puerta de mi casa seguido de unos golpes en la puerta, no sabia porque toco la puerta si había timbre, talvez y no lo noto.

Me despedí muy cariñosa de mi madre, y me subí en la moto, me coloqué el casco y empezamos a conversar hasta llegar al colegio.

El estacionó la moto, y como era de esperarse, los chicos se quedaron boquiabiertos al ver que yo me bajaba de su moto, las chicas me dieron unas miradas aniquiladoras. Si las miradas mataran, yo, ya había muerto ese día mínimo unas 10 veces y estaba a tres metros bajo tierra. Él tomó mi mano y caminaba con firmeza, mientas daba cada uno de mis pasos se escuchaban murmullos por parte de todos los estudiantes, era ese momento en que todos pasamos de ser invisibles a ser el centro de atención.

Sentía como una oleada de calor recorría cada centímetro de mi cuerpo haciendo que hiperventilara en exceso, mis mejillas se tornaron rojas, mis manos empezaron a sudar, y Nicolás lo noto.

-Tranquila mi gatita, no es para tanto- me dio una sonrisa tranquilizadora, y mis hormonas empezaron a relajarse al igual que yo. Mi tez comenzó a recobrar su color normal, mis respiraciones se normalizaron porque parecía que me iba a salir el corazón de mi pecho y tendría que atraparlo con mis manos para que no huya de mí. Llegamos a nuestro salón y antes de que mis pies puedan atravesar la puerta, giro mi cuerpo y me beso.

-Si así inicio mis clases, prometo estar atenta- sonreí con una ligera pizca de malicia.

Entre y fui directo a mi asiento, donde Cleo me miraba con una mirada matadora, me rectifico, hubiera muerto mínimo 11 veces, pero ella era capaz de revivirme para volver a hacerlo.




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