Mi mejor casualidad

Capítulo 18: Miércoles

Anthonella:

Me desperté de la manera más bella que se puede tener, me caí de cara de la cama conta el piso, me muevo como cuica en la cama, y sin darme cuenta me resbalé, y quedé en el piso envuelta en las cobijas como un tamal.

-HEP ME- dije muy adolorida, esperando que alguien venga a mi rescate, luego recordé que mamá no está en la casa y nadie vendría a rescatarme, con mucho dolor en la cara y poca fuerza de voluntad comencé a rodar e hice una abdominal para poder levantarme del piso.

-Mi abdominal del día, está hecha- dije muy orgullosa, de mi buen físico, mientras con mi mano formaba un “like” como lo haría el mismísimo: “Gai Sensei”.

Me gusta mucho el anime, aunque casi no lo veo muy seguido debido a las tareas que nos mandan los licenciados.

Bajo a la cocina, a ver que podría prepararme de desayuno. Reviso la refrigeradora y no hay nada que llame mi atención, voy a la despensa y encuentro la premezcla para wafles, la cojo y busco la leche y me preparo unos deliciosos wafles, me los merecía después de hacer una abdominal, debía recobrar las calorías que perdí haciendo ese ejercicio.

Fui a la mesa en busca de fruta, encontré fresas, algunas bananas. Recordé que en el refri vi un frasco de duraznos enlatados, asique recogí todas mis frutas para preparar mi desayuno. Puse la mezcla de los wafles en la sartén y trate de no descuidarme, porque no iba a perder mi desayuno, por ser tan despistada y distraída cuando cocino.

Saqué los wafles de la sartén, los serví en un plato, pique fruta encima, y les eche miel de abeja, el toque que le faltaba era la crema batida, pero no había tiempo para prepararla ya mismo pasaría Nicolás para llevarme al colegio, y debía estar lista. Desayune, bueno prácticamente devore mi desayuno, fui al baño me lave los dientes, y me peine, porque hay días en los que mi cabello es indomable, y hoy era uno de esos “días”, subí a mi cuarto me coloque el uniforme, hoy tendría que ponerme el calentador, y eso significaba que habría partido de básquet  entre chicos y chicas, asique me hago una coleta alta, para que mis cabellos permanezcan juntos y no se alboroten por todos lados.

Alisto mis libros y por la ventana veo que un chico muy apuesto llega en una moto, se saca el casco lentamente, pasa su mano sobre su cabello, para peinarlo, estaba puesto el calentador, pero le queda muy bien, hace que se le marquen sus abdominales. Escucho el timbre, y bajo corriendo abrir la puerta.

-Hola princesa nos vamos-

-Si mi cielo- - ¿sabes jugar básquet? Dije muy dudosa, sé que para el futbol era muy bueno, pero será igual para el básquet, porque al menos yo soy un asco jugando futbol.

-No soy muy bueno jugando, mi hermana es la apasionada por el básquet y yo por el contario soy apasionado por el fútbol-.

-Si recuerdo a tu hermana- reproche de golpe, era la misma chica que me hizo una falta, y no le cobraron, es día estaba muy enfadada con el árbitro por no haber hecho bien su trabajo, y ahora resuelta que es mi cuñadita.

-Ustedes, se parecen mucho más de lo que te imaginas-

-No se mucho de ella, solo sé que también le gusta el básquet como a mí- trate de controlarme, porque me conozco, y hubiera explotado en ese momento, porque me estaba comparando con nada más ni nada menos que mi agresora de juego.

Después de tener esa charla incomoda sobre su hermana, llegamos al colegio, estacionó la moto, y otra vez empezaron las miradas matadoras y aniquiladoras, por parte de las chicas, no pude controlar mi mirada maquiavélica al ver como ellas se morían de ganas de estar junto a Nicolás, él era el chico más popular, se hizo popular en muy poco tiempo debido a la fama que traía de su anterior colegio, mi mirada se tornó retadora, regrese mi rostro a Nicolás el cual me veía con intriga, me acerque lentamente, y le di un beso justo enfrente de las chicas que traen “puperas” el correspondió el beso, y de inmediato supo que lo estaba haciendo por molestar a esas chicas, aunque si quería besarlo pero mis ganas por fastidiarlas era más grande, mordí su labio, parecía que las chicas tuvieran rayos láser en sus miradas, porque enserio eran unas miradas de desprecio total. No cabía duda, que yo no era de grado, y era obvia la razón, les había quitado a su príncipe azul atlético, alto guapo, rebelde, eso era todo lo que ellas querían, pro no lo podían tener porque él era M-I-O.

-Eres perfecta, tienes algo de malicia, pero eres tierna a la vez, y estudiosa. Que más se le puede pedir a la vida. – ante su comentario solo sonreí ruborizada, nunca nadie antes me había dicho algo igual, pero sabía que no era igual a esas chicas plásticas, yo tenía pasión por lo que hacía, y ellas solo buscaban un chico, para de cierta manera ser más populares, pero esa popularidad no les va a llevar muy lejos en la vida.

- ¿Qué está sucediendo dentro de esa cabecita perfecta y maquiavélica? –

-No, nada, ¿solo estaba pensando en algunas cosas insignificantes?

-Espero que no estés pensando en cómo va a ser mi muerte, si algún día llegamos a terminar-

-Ósea que justo ahora estás pensando en terminar-

-No, nada que ver, solo quería saber que estabas pensando, pero no quiero terminar contigo-

- ¿Por qué yo, ¿eh?

-Porque tú eres incontrolable, y además eres la única que no se derrite a mis pies, y eso me está volviendo loco, tú me pones así-

-Se podría decir que tú eres como un metal, todo firme y duro, y yo vendría a tomar el lugar de imán, la atracción de nosotros es inevitable e incontrolable. Por más que lo intentemos evitar, son fallidos nuestros múltiples intentos, la atracción siempre va estar presente, con el fin de que ambos estemos juntos. -

-Me encantas, cuando comienzas a razonar sobre ciertos temas; pones una cara de seriedad invaluable, que no cambiaría por nada. -

-Vamos, entremos al salón, que nos van a poner falta-




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