Mi mejor desición.

~Capítulo39~

Una vez que subimos al auto , mi novio lo puso en marcha.

Mientras manejaba, yo puse la radio y sin darme cuenta comencé a cantar. Cuando la canción terminó, me volteo y veo que James estaba sonriendo.

-Lindo espectáculo. -Al decir esto no pude evitar sonrojarme.

-Perdón, me deje llevar ¿Tus tímpanos están bien? -Le pregunto riendo.

-Si, quédate tranquila que no han sufrido daño alguno. -Contestó riendo.

Llegamos a la primer casa la cual era enorme y allí había una señora de una inmoviliaria esperándonos en la entrada. 
Luego de las presentacipnes, la mujer nos guió al interior de la casa para mostrárnosla.

-Como pueden ver, la casa es amplia y es a estrenar. -Decía esto mientras estábamos entre la cocina y la sala.
-¿Cuantas habitaciones tiene? -Preguntó James.

-Cuenta con cinco habitaciones. Una principal con baño interno.

La mujer nos guió y nos mostró cada una de las habitaciones para huéspedes.

Tiene tres baños, dos en planta baja y uno en la planta de arriba aparte del baño interno.

Por suerte con los pocas personas que frecuentamos los baños no van a ser problema pienso irónicamente.

Luego de ver las habitaciones en la planta alta, salimos al patio, el cual era inmenso. Allí nuestro hijo podría correr y jugar al aire libre. Por un costado se accedía al cochera, en ella cabían cómodamente dos autos.

Luego de la entrevista, visitamos dos casas más, pero ninguna nos gustó. Así que decidimos quedarnos con la primera. James habló con la mujer e hizo los arreglos convenientes. Mañana pasaría por la inmobiliaria a firmar los documentos y pagaría el monto el cual nos resultó accesible.

Mientras nos deslizábamos por las calles en el auto, James aparcó frente a un restautante en el centro.

-¿Te gustaría merendar aquí o en casa? -Me preguntó antes de apagar el motor.

-Me gustaría merendar aquí. -Al responder, él no pudo evitar sonreír.

James detuvo del auto y lo rodeó para abrirme la puerta para ayudarme a descender. Amaba que fuese así de caballero conmigo. En los meses que llevábamos de novios, lo egocéntrico se le había ido yendo.

Tomados de la mano, caminamos hasta la entrada.

Al ingresar, divisé solo algunos comensales. Tomamos asiento junto a una de los ventanales y al instante llegó un mozo con dos cartas.

Mientas elegíamos que íbamos a merendar, el móvil de James y el mío comenzaron a sonar al unísono.

Tomé mi móvil y al prenderlo comprobé que me había llegado un mensaje de un nuevo número desconocido. Hacia días que no llegaba nada, y esto me estaba sacando de quicio.

-¿Quién es? -Preguntó James también con el ceño fruncido. Por lo visto a él también le había llegado.

-Los mensajes desconocidos solo que de un número nuevo.

Me sentía molesta. Me molestaba que me amenazaran de esa forma, para colmo no eran números rastreables y eso me frustraba más -¿Y tú? ¿Quien te envió?

-También desconocido. Cuando vengan tus padres les voy a contar el porque de tu cambio de número, ya estoy cansado de este jueguito. Se que dijimos que no le íbamos a prestar atención, pero ya me estoy hartando.

-Es hora de darle un alto. No por nosotros, sino que por nuestro bebé que viene en camino. -Todo este asunto me preocupaba y más por la vida que llevaba en mi vientre. Hasta el momento solo habían sido mensajes ¿Y si hacía algo para lastimar a James o incluso a mí o al bebé?

-Debimos ponerle un alto cuando me sugeriste lo de cambiar de números. -Le digo angustiada- Ahora lo que más me preocupa es nuestro bebé James. ¿Mira si le hacen daño o incluso a ti? No lo resistiría. No soportaría ver que te pasara algo.

Llegamos a casa luego de merendar. Durante el trayecto ninguno de los dos dijo nada.

Al llegar al departamento, nos fuimos derecho a cambiar. Fui al cuarto que tengo como guardaropa y tomé lo primero que encontré, osea una camiseta de tierantes y un short de picachu. 
Me quité los tacones -el llevarlos puestos todo el día me mata. Es como dicen "La moda, no incomoda"- y me cambié de ropa. Al terminar salí derecho a la sala.

Mientras buscaba algo en la heladera, James paso por el pasillo y se instaló en la barra.

-¿No me dirás que tienes hambre aún? -Cuándo cierro la puerta de la heladera, me giro y veo que sonríe.

-Con este bebé, tengo hambre cada cinco minutos. -Contesto sonrojándome.

-Y eso que tomaste una sustanciosa merienda. -Responde dibujando el tamaño en la merienda con sus brazos.

-Mejor me controlo porque voy a parecer una cerda antes de cumplir los nueve meses.

-Si, pero una cerdita muy hermosa. -Me contesta y ambos comenzamos a reírnos.

Miriam llegó, y junto con ella las compras del supermercado. Entre ella y James entraron las bolsas y se pusieron a acomodar todo en las alacenas.

Luego de cenar los tres y de que Miriam se marchara. Me preparé ropa para entrarme a bañar. Necesitaba sentir el agua correr, hoy había hecho demasiado calor y sentía la ropa adherida al cuerpo. 
Mientras sentía el agua en mi espalda, comencé a relajarme.

Después de mi baño, salí envuelta en un toallon y comencé a cecarme el cuerpo, me puse mi ropa interior de encaje rosa y me quedé paraba frente al espejo del ropero contemplando mi imagen, de frente y de perfil, había cambiado muy poco mi cuerpo en tan solo cinco semanas. El vientre había sufrido muy pocos cambios, los cuales se notarían en unos meses más. Aún tenía la figura y las curvas en su lugar, pero con el correr de los meses se desvanecerían con el crecimiento de mi vientre.

El mes próximo comprariamos los muebles y la cuna para vestir el cuarto de mi bebé en la casa nueva. James debía contratar pintores para redecorar nuestro futuro hogar. Había insistido en hacerlo, ya que según él no quería que corriera riesgos aunque creo que el motivo real de que no quiera se debe a la anécdota que le contó mi mamá.




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