Mi mejor error

Capítulo 8

Harry leyó varias veces el expediente que tenía en las manos sin saber qué más hacer. El ser un profesor en esa escuela, fue solo el inicio de su plan, pero las cosas no estaban saliendo cómo tenía planeado. Había pasado un mes completo desde que inició una amistad con Valery y ni él podía entender todo lo relacionado con eso.

— ¿Qué tal llevas todo?

— No creo que haya avanzado mucho —dijo Harry, pasándose una mano por el cabello—. Ella no tiene nada que ver con las cosas que ha estado haciendo su esposo.

— Entonces, pasa el informe y termina tu trabajo de profesor —su amigo, Jariel, se sentó frente a él—. Si ella no tiene nada que ver en eso de su esposo, no hay razón para que sigas ahí. ¿O sí?

— No, voy a quedarme un poco más con ella, lamentablemente no puedo darme el lujo de hacer las cosas de ese modo y ni hablar de que posiblemente esté más tiempo con ella porque su esposo resultó ser un abusivo asqueroso —Harry apretó el puente de su nariz—. Me siento algo cansado actualmente, no sé siquiera qué debo hacer y ella no me ayuda mucho.

— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué es lo que va mal contigo?

— Creo que me gusta —susurró—. Casi dos meses y esa mujer me pone los pelos de punta. La miro, y veo que es alguien que está sufriendo por un matrimonio, que lo único que trae son problemas —observó que sus compañeros estaban trabajando en otra cosa—. Voy a perder mi empleo si sigo así.

— Debiste tomar el trabajo que se te estaba dando en la empresa de ese tal Zeus. Ya no estarías con tantos problemas como los de ahora —farfulló su amigo enojado—. Me estás dando dolores de cabeza que no necesito en estos momentos. ¿Sabes lo que eso significa?

— Que encontré algo que nos puede servir —chasqueó los dedos—. Recuerdo que Valery me comentó que él tenía una amante con la que se veía muy a menudo.

— Es una de las modelos más codiciadas de todo el país —le recordó—. ¿Qué tiene que ver?

— Que ella debe saber al menos un poco de los negocios ilícitos que hace ese sujeto. ¿O no?

— Por eso es que eres el mejor —Jariel chocó el puño con su amigo—. ¿Qué harás?

— Lo mejor que sé hacer —se encogió de hombros—. Sacarle información a Valery, tú irás a buscar información con la amante, mientras más rápido hagamos esto, podremos ponerle fin a todo de una vez por todas.

— Vaya, veo que quieres hacerla a un lado luego de todo —su amigo entrelazó los dedos—. Harry, te conozco mejor que nadie y esto no lo estás haciendo por el trabajo, sino por lo que ese hombre le hizo a tu hermana antes de casarse con Valery. Ya has visto que ella es una buena mujer, que le tocó un esposo espantoso…

— Ya lo sé.

Harry dio por finalizada la charla con su amigo, se dispuso a realizar el reporte que le tocaba ese día. Zeus Blake era conocido como uno de los hombres más codiciados de ese lado de New York; se acostaba con tantas mujeres que hasta le parecía extraño que siguiera estando con la misma mujer. Jariel se haría cargo de eso. 

Una de las razones por las que se metió a trabajar en esa escuela, es porque Valery podría estar involucrada en los desfalcos que ese hombre hacía a diversas empresas, hasta en las cuentas que poseía en las islas fantasmas ya era mucho.

La hora de la salida estaba prevista, y él no se lo pensó mucho antes de tomar las llaves de su auto, la chaqueta e irse por dónde mismo entró. 

Mientras conducía hacia su casa, recordó a Valery, la manera en la que se movía en las clases de baile, también cómo daba movimientos que le hacían levantar más de una cosa.

Durante el tiempo que ha estado con ella, ha descubierto un montón de cosas que le gustan mucho. Ella se seguía abriendo, y se daba cuenta de que tampoco era el tipo de mujer que se dejaba engañar por ningún hombre, y menos de él. Eso le hacía verse más interesante. Tenerla con él debía ser algo que debía estar fuera de sus límites… frunció el ceño al encontrarse con Zeus fuera de su casa, con varios hombres y por inercia puso su arma de reglamento en la parte trasera de su ropa y luego caminó hacia él.

— ¿Quién es usted y por qué está en mi casa? —preguntó ceñudo y haciéndose el tonto—. ¿No sabe que está invadiendo propiedad privada?

— Me imagino que mi esposa ya le dijo quién soy. No tiene por qué fingir —mencionó Zeus, chasqueando los dedos hacia sus empleados para que se alejaran—. No lo quiero cerca de Valery.

— ¿Qué?

— Cómo lo escucha, no lo quiero cerca de mi esposa. Ella no merece estar con un hombre cómo usted y tengo que decirle que lo único que está logrando es que mi matrimonio se termine y créame que es lo que menos quiero en estos momentos.

— ¿Por qué me dice eso? ¿Qué tiene que ver lo que Valery quiera hacer con su vida? ¿No es usted quién tiene a mujeres por montones en su cama a la espera de que le haga caso? —ladeó la cabeza—. Las amenazas no son lo mío, sabemos que usted lo único que hará es que me despidan del trabajo que tengo.

— Tienes muchas agallas, señor West. ¿Ya nos conocemos desde antes?

— No.

— ¿Seguro? Por qué considero que su rostro se me hace muy conocido.

— Lo único conocido que verá de mí en estos momentos es mi puño estampado en su rostro —bramó enojado—. Largo de mi casa y nunca vuelva a menos que sea con algo necesario. Lo que haga su esposa es algo que me tiene sin cuidado. Es su problema y tiene que cuidarla, no venir a decirme a mí que soy yo quién tiene que hacerlo. ¿Estamos?

— Por lo que veo, estás muy seguro de tus palabras —Zeus ladeó la cabeza—. Ella es mi esposa, el tiempo que ha estado contigo han sido difíciles para mi matrimonio. Si lo que quieres es dinero, te lo daré…

— ¿A cuántas mujeres usted le habrá dicho esas mismas palabras? —preguntó asqueado—. ¿A cuántas jovencitas les dijo esas palabras para que abortaran a sus hijos?

— ¿Qué estás diciendo?

— Pregunto por qué se me hace difícil creer que un hombre cómo usted me está ofreciendo dinero y sobre todo, me diga que ahora está en busca de una salida para que su matrimonio dure —Harry metió las manos en sus bolsillos—. Te recomiendo que no busques hacerme enojar. Valery hace mucho tiempo que perdió el interés en ti.




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