Mi mejor error

Capítulo 11

Zeus entrecerró los ojos al ver que Valery estaba hablando con Martha de cosas que, por más que quiso saber, no pudo. El rostro de su amante cambió a uno lleno de consternación y supo que la loca de su esposa le dijo algo fuera de lugar.

— Zeus —Alexander se puso delante de él, antes de que pudiera decir algo—. Quiero que a tu esposa de su asistente durante un rato, necesito hablar de algo delicado con ella y no puedo hacerlo.

— ¿Qué? —preguntó, mirándolo—. ¿Qué te traes con esa chica?

— No me traigo nada que te importe, pero en verdad necesito que la mantengas alejada de tu esposa por unas horas —sentenció—. Me está colmando la paciencia que no tengo en estos momentos.

— Lo lamento, pero…

— Lo haces o yo mismo me encargo de que tu querida esposa no vea la luz del día nunca más —decretó Alexander, con mucha seriedad—. No me importa lo que tengas que hacer.

Zeus se quedó mirando al sujeto que le estaba dando órdenes y se preguntó qué tanto se traía con esa chiquilla. Le indicó que esperara ahí en lo que iba a resolver ese pequeño problema, luego fue hacia dónde estaba su esposa para tomarla del brazo y alejarla de Martha.

— Tenemos que hablar de algo importante, Valery —sonrió hacia los presentes—. Me la llevaré por un momento.

— Claro, es tu esposa —dijo Mariel, la hermana de Valery.

— No —dijo Gema, tomando el brazo de su jefa—. Ella no puede irse sin mí.

— Suéltala, serán unos minutos —siseó dándole un leve empujón—. Tengo que hablar con mi esposa a solas.

— Espera aquí con mi hermana, Gema —pidió Valery—. Regresaré en un momento —sonrió para calmarla y ella asintió—. Vamos.

Zeus ni siquiera miró a la que fue su amante en el pasado, simplemente sacó a su esposa de ahí para conversar con ella de forma calmada. Saludaron a un grupo de personas que se encontraron en el camino, él buscó con la mirada algún sitio que pudieran usar para conversar a solas.

— Ya me puedes soltar —dijo Valery, quitando la mano de su esposo de su cuerpo—. Me parece repugnante y más que te la quieras dar de estúpido delante de todas esas personas. ¿Por qué no le dijiste a tu amante que no tienes con qué caerte muerto?

— ¿Por qué te empeñas en arruinarme la vida? ¿Qué es lo que quieres de mí?

— Te di la opción de darme el divorcio por las buenas —Valery cruzó los brazos en su pecho—. Ahora atente a las consecuencias de tus actos.

— No me amenaces —chistó Zeus, mirándola fijamente—. No tienes idea de con quién te estás metiendo y soy de armas tomar.

— ¿Por qué le dijiste que vinieras si lo que quieres es salvar nuestro matrimonio? —preguntó dolida—. ¿No ves que me haces daño?

— Tú me hiciste más daño al acostarte con Harry —trató de mostrarse dolido—. Vi las marcas en tu cuerpo mientras estábamos hablando y no puedo creer que hayas hecho eso. ¿Qué te sucedió?

— ¿En verdad me estás preguntando qué me sucedió? —Valery miró el techo incrédulo—. Me preguntas qué fue lo que me sucedió —movió el cuello de un lado a otro—. No me amas, nunca lo harás y eso es lo que más me molesta —susurró—. Pasé todos los años de este asqueroso matrimonio tratando de entenderte, buscando la manera en la que pudieras verme con otros ojos porque te amaba tanto que acepté cada una de tus infidelidades sin importar nada —su voz sonaba dolida—. Esta noche está esa zorra aquí, con un vestido que compraste para ella y una pulsera que también se la compraste —se echó aire con las manos para no llorar—. Me duele todo esto, Zeus. Sin embargo, mi amor se acabó cuando me di cuenta de que no vales nada.

— Podemos arreglar nuestro matrimonio —trató de tocarla, pero ella se alejó—. Vamos a terapia…

— ¡¿Para qué iremos a esa jodida terapia?! ¡¿Para justificar tus infidelidades hacia mí?! —casi lo golpea—. ¡Me tienes harta!

— No grites, alguien puede escucharnos y no es bueno que las personas sepan de lo…

— ¡Con un demonio que me importa lo que digan las personas! —le apuntó—. ¡A ti no te importaba eso!

— ¡Ahora me importas tú!

— Lo único que te importa es que todos sigan viendo que somos el matrimonio perfecto —los ojos de Valery se sintieron más pesados por las lágrimas—. Tres veces estuvimos juntos durante todos estos años, y las tres veces fueron contigo borracho.

— ¿Quieres saber la verdad de todo? —el rostro de Zeus se descompuso—. ¿Recuerdas el viaje que hiciste con tu querida hermana?

— ¿Eso tiene que ver? —preguntó confundida, y secando las lágrimas de sus ojos—. ¿Ahora dirás que te fui infiel ahí?

— Lo fuiste —Zeus la tomó por los hombros, y la arrinconó en la pared—. No estaba borracho, Valery —acercó sus labios a los de ella—. Sé que estuviste con otro hombre en ese viaje, que la pasaste de lo más genial con él, mientras que yo me quedaba aquí esperando por ti. ¿Cómo fue posible que mi querida esposa se fuera con otro hombre?

— Mientes…

— No miento, pregúntale a tu hermana entonces con quién estuviste en ese viaje —pasó su pulgar por los labios de Valery—. Me llegaron fotos tuyas, desnuda, con juguetes que imaginé que los habías comprado únicamente para ti. Sin embargo, los usaste con ese sujeto de rostro desconocido y me sentí tan enfermo que salí a beber y a tener algo de acción con alguna de esas chicas que tanto odias y opté por regresar a casa y tener sexo contigo —ella comenzó a temblar de miedo al sentirlo tan cerca—. No te daré el divorcio, Valery, eres mi esposa. Estarás conmigo hasta el final de los tiempos y si tengo que desaparecer a cualquier hombre que se aparezca en mi camino, lo haré sin remordimientos.

— Eres un enfermo… —escupió—. Ahora vienes a decirme que la infiel fui yo en dónde ambos sabemos que nunca podría hacer algo cómo eso. No puedo creerlo…

— Puedes hacerlo —se alejó de ella—. Soy egoísta, un loco hijo de los mil demonios que hará hasta lo imposible para tener a su esposa con él…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.