18 de enero 2018
Calor... Es todo lo que siento, con ojos cerrados toco mí frente, sudor se haya en ella. Siento como algo ácido sube por mí garganta, tambaleante me levanto y corro al baño.
Mí cuerpo tiembla, mientras vomito en el váter una punzada dolorosa se instala en mí vientre, lágrimas se escapan de mis ojos. Nosé que sucede.
Débilmente me levanto, tiro de la cadena y mojo con agua fría mí rostro. Comienzo a llorar, otra punzada mucho más fuerte me hace gemir, voy hasta mí cama y me acuesto en ella, tomo mí celular que está en la mesita de luz y con manos temblorosas llamo a Sebastian.
Uno... Dos... Tres... Cuatro tonos y corta. Vuelvo a llamar pero está vez da apagado. Otra punzada más, toco y respiro hondo, toco mí rostro y me siento quemar.
Marco el número de Aidan y en el primer tono contesta
—¿Nai?— su voz ronca me indica que lo desperté.— Nai son las tres de la madrugada... ¿Que sucede?.
Comienzo a llorar todo el cuerpo me tiembla, quiero hablar y siento que me falta el aliento.
—N-o m-me s-siento— respiro pesadamente, la garganta me quema— b... bien.—escucho ruido al otro lado
—tranquila, tranquila— dice y escucho ruidos de llaves— estoy yendo.
Me levanto nuevamente y agarrándome de las paredes comienzo a caminar hasta la puerta de entrada, en todo el camino siento como mis piernas flaquean, hasta que escucho sus golpes en la puerta. Abro y apenas me ve me abraza.
—Diablos, Naira...— toma mí rostro y saca el cabello de mí frente, presiona sus labios en este y maldice—estas ardiendo...vamos... iremos a tu habitación— pasa su brazo por mí cintura y camina conmigo hasta la habitación— y te tomarás un baño.
Me encuentro en ropa interior en la tina, bajo agua fría. Con sus manos me arma un moño alto para no mojar mí cabello y con una jarra comienza a tirar agua por mí espalda.
Tirito con fuerza y me abrazo -lo más que me deja mí vientre- a mis piernas.
—Calma Nai,—dice dejando de lado la jarra y tocando mí frente— la fiebre está comenzando a bajar. Me ayuda a salir de la tina, me envuelve en una toalla y me deja en la cama—dejaré que te cambies, mientras iré a prepararte un té.
Me coloco ropa interior seca, un short y una remera que llega hasta abajo de mí trasero. Siento mis ojos pesado, me acuesto y finalmente me duermo.
Me despierto al escuchar gritos, asustada me siento en la cama, ya no siento el calor terrible pero estoy mareada.
—Ella es la madre de mí hijo,— escucho la voz de Sebastian— y necesito verla.
Miro el reloj de mí celular las cinco y cuarenta de la mañana.
—Ella está durmiendo ahora, ven después.— está vez es la voz de Aidan el que se escucha. Salgo agarrándome de las paredes hasta estar cerca de ellos.
—Tu no eres nadie para impedir que...
— Sebastian corta al mirarme.
—Que diablos...— digo al tiempo que Sebastian me abraza fuertemente.
—¿Estas bien?— pregunta soltandome , me toma el rostro y comienza a escanear que no tenga nada.
Mis ojos se desvían hasta Aidan que mira todo con cejas fruncidas. Agarro las manos de Sebastian y las alejo de mí rostro.
—Si, estoy bien— digo alejándome de el unos cuantos centímetros.
—perdoname, mí celular estaba apagado... ¿Necesitas que te traiga algo?— pregunta metiendo las manos en su bolsillo. Niego y sonrío con labios apretados.
—Descuida...
...
Incomodidad... ¿Sientieron esa incomodidad cuando están con sus padres viendo películas y comienza una escena de sexo?¿Que por más que intenten no verlo, la escena sigue y sigue? Bueno, aquí no hay padres, no hay película, ni escena de sexo... Solamente Aidan, Sebastian y yo, en un silencio que asfixia. Mí estómago se cierra y dejo el té a un lado, dos par de ojos me observan.
—¿Quieres otra cosa?— pregunta Sebastian, niego.
—Se pueden ir... Si quieren. Yo me encuentro bien y...
—No— responden los dos al unisono, se miran y sus cejas se fruncen aún más de lo que ya estan.
Miro el reloj que se encuentra arriba de la nevera, están por ser las siete de la mañana , estuvimos una hora y media en silencio.
—Yo... me iré a dormir— Sebastian asiente y sigue tomando su café, Aidan lo mirá y negando se levanta para acompañarme. Cuando me ve acostada se sienta a mí lado y toma mí mano.
—Hoy me he asustado— su voz suena ronca, bajo sus ojos se ven unas sombras oscuras.
—¿Has dormido?— le pregunto mientras miro sus dedos, lo veo negar y una sensación de culpa se instala en mí pecho, mis ojos se enrojecen y las primeras lágrimas caen.
—Hey no...— se acerca más y me abraza—no llores— comienzo a hipar, el acaricia mí cabello—¿te duele algo?—pregunta preocupado y yo niego repetidas veces.
—No—sorbo vergonzosamente por mí nariz, seco las lágrimas con el dorso de la mano—S-solo... solo que por mí... Por mí culpa no has dormido... y me siento mal por eso— el ríe y me abraza mucho más fuerte. Besa mí cabeza varias veces antes de separarse.
—Eres una Boba, estoy bien descuida—mira su celular y ve la hora—yo me iré— dice mirándome ahora a los ojos— te dejaré con el idiota aquel— susurra, frunzo mis cejas.
—Oye no le digas así...— lo miro seria. El sonríe en forma de disculpa y besa cortamente mis labios
—Lo siento— se levanta y hace una referencia— Bella dama, he de irme.
Al abrir la puerta de la habitación vemos a Sebastian de brazos cruzados.
—Adiós— dice Aidan y desaparece por el pasillo. Sebastian se acerca y queda a los pies de la cama.
—¿Estás mejor?— susurra. No se sienta, solo se mantiene de pie.
—Ahora me siento mejor— digo comenzando a taparme con las frazadas.—es bueno que estés aquí—está vez no lo miro— y... Quería pedirte disculpas, por lo que dije hace unas semanas... Estaba enojada... Yo quiero que mi hijo sepa quién es su padre...