Mi mejor regalo.

capitulo 13

2 de Abril 2018

—¿papá... Tu que piensas?— el suspira, si rostro esta serio.

—Hija, tu sabes que te apoyaré en todo lo que te propongas... Si tú piensas que será lo mejor para ustedes, hazlo.— mis labios tiemblan y me acomodo más en la camilla, ¿de verdad haré esto?

—Tengo miedo de equivocarme... de ver qué estoy haciendo las cosas mal— susurro con voz temblorosa, la mano de mí padre aprieta la mía y una devil sonrisa aparece en sus labios.

—La vida es eso Nai, equivocarse, tropezar, caer pero siempre levantarse y seguir adelante, con o sin personas a tu lado— me abraza y besa mí cabeza.— ¿es lo que tu quieres?— su pregunta hace de mí cabeza un bucle. Mí corazón dice que no, eso no es lo que quiero, pero... Mí cabeza dice que si, que será lo mejor para Neil... Para mí.

—Si papa— hablo en voz baja con vergüenza, el suspira y apretando mí mano aciente.

—Te apoyaré en todas y cada una de tus decisiones.

Luego de que mí padre se va, dejándome en un mar de pensamientos, acomodo la almohada en mí cabeza y cerrando los ojos intento dormir. Sabiendo que los problemas no me atormentaran aunque sea unos minutos.

A la tarde aparece Sebastian y tras de el aparece una enfermera con mí niño, me lo tiende diciendo que es hora de que lo alimente. Lo tomo, como si fuera un muñeco de porcelana, que se podría romper en cualquier momento. Su pequeña cabeza está lleno de cabello fino, parecido a una pelusa. Si cara branquita, si seño levemente fruncido y sus pequeños labios... Es perfecto.

Comienza a moverse hasta que finalmente comienza a llorar, asustada miro a la enfermera y ella me indica como ponerlo para amamantarlo.

Sebas me mira, sus ojos tienen un brillo especial, algo que hace tiempo no veía, lo miro, nuestros ojos se entrelazan, hay rubor en mí rostro y termino por correr la mirada avergonzada.

—Es perfecto— digo cuando estamos solos, con mí dedo indice acaricio su suave rostro.

—Igual a ti Nai— habla el cerca de mi. Me mantengo en silencio, en uno incómodo.

...

Sebastian hace unas horas se había ido, todavía seguía dándole vueltas a todo lo que habíamos hablado.

Tocan la puerta y mis ojos se dirigen allí, de ésta aparece Aidan, en sus manos sostiene un peluche azul y en la otra unas rosas blancas, su sonrisa es grande, la mía es débil. Mis ojos se cristalizan

—Hola— susurra, se acerca a mí y besa mis labios lentamente

—Hola— respondo, mí voz es rota. Me entrega el peluche, en el tiene un listón con el nombre de mí bebé—Es hermoso Aidan...— Comienzo a llorar, no por el regalo, sinó por lo hablado horas antes con Sebastian, a llorar por lo que voy a decir—Lo siento...— digo mientras limpio mis lágrimas, mis ojos arden y mí cabeza duele. Se sienta en un banco cercano de la camilla.

—¿Que sucede?— pregunta. Cuando intento hablar me corta —antes que digas algo— mete una mano en su saco y saca una caja diminuta.— quiero darte esto...

—No— corto— déjame hablar por favor—Mí labio comienza a temblar y un nudo comienza a formarse en mí garganta— y-yo.. n-no se cómo comenzar esto, estuve hablado con... con Sebas y— mí vista se nubla, paso las manos por mis ojos, intentando limpiarlas— me ha dicho algo que incluye a Neil.— Su rostro esta serio, la mano - que sostiene la pequeña caja - vuelve a entrar a su saco. Entiende de lo que estoy hablando ya que Ríe-jadea sin gracia y me mira. Mí vista se dirigen a mis manos, no puedo mirarlo. Me avergüenza mirarlo

—¿Aún lo quieres?— Pregunta, sorbo por mí nariz y me obligó a mirarlo.

—Si— susurro luego de un rato en silencio, lo veo recargar su espalda en el espaldar de la silla y queda en silencio

—¿Estas segura de lo que quieres?— la misma pregunta de mí padre. Su voz suena rota, vuelvo a llorar, asiento y tapo mí rostro.

—Discúlpame Aidan, pero... Neil necesita a su padre... cerca. —recarga su cabeza en las manos, tapa su rostro y queda en silencio, luego de un rato habla.

—Bien— pasa una mano por sus ojos y lo restriega, se levanta y toma su chaqueta, se acerca a mí y deja un beso en mí mejilla. —te deseo lo mejor— susurra, lo miro a los ojos, rojos, cristalizados. Se separa de mí y antes que este realmente lejos tomo su muñeca y de un movimiento lo atraigo a mí para besarlo, lo beso sabiendo que será el último... Que no podré tocarlo

—Te quiero— susurro y apretó fuertemente mis ojos, mientras mí mano se encuentra en su pecho, cerca de su corazón, sintiendo sus latidos desbocado.

—Te quiero— dice el, soltandolo como si le doliera el pronunciar cada palabra. Finalmente lo suelto y se aleja para irse por la puerta. Para irse de mí vida.

5 de abril 2018

Vuelvo a marcar su número, espero los tonos y se corta, miro su última conexión de su WhatsApp y eso fue hace dos días, paso las manos por mis hinchados ojos y bufo. De la puerta veo entrar a Sebastian con dos vasos en cada mano

—Te he traído esto—susurra mientras se sienta a un lado de la camilla y extiende el vaso. Lo tomo agradecida, lo huelo y el olor a café inunda mis fosas nasales, quedó en silencio— mh Nai, quiero que hablemos— lo miro sin decir nada— Quiero que vivamos juntos.— Me ahogó con mí propia saliva, el palmea mí espalda hasta que vuelvo a respirar.

—Sebas— lo miro con mis ojos cristalizados a causa de la tos— tienes que saber que no va a volver a ser todo igual, me has lastimado... rompiste la confianza que tenía en ti.

—Nai— toma mí mano y lo aprieta— volveré a enamorarte, lo prometo, volverá a ser todo como la primera vez... no, como antes no... será mejor.

15 de abril 2018

Me acuesto en mí cama y suspiro viendo el techo de la habitación, el blanco me tranquiliza. Tomo mí teléfono, entro a mis redes sociales, la curiosidad me gana y finalmente termino buscando lo que estos últimos días busque. Su nombre. El primero en aparecer es su usuario, entro y un candado aparece en su perfil.




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