Mi mejor versión

Capítulo: 3

Raquel
Un mes había pasado y no había vuelto a ver a Joan, ¿acaso se burlaba de mí? ¿a qué estaba jugando? ¿Hizo una demanda para luego irse sin más? Tampoco es que esté molesta por eso, pero no sé cuál es su juego

— Mami por que te tienes que ir tan temprano? — cuestiona Jessica mientras me arreglo, hoy tengo una importante entrevista de trabajo y espero que todo salga bien

— Porque hoy mami va a empezar a trabajar— digo decidida

— ¿Por qué no podemos ir contigo? — pregunta Jacob desde la cama

— Porque es cosa de adultos mis amores, pero la tía vendrá a por ustedes— el timbre suena y sonrío— es más, acaba seguro de llegar— ambos corren hacia la puerta

— Tío — escucho que dicen y voy hacia ellos para ver a mi hermano abrazándolos, la última vez que lo vi estaba ebrio, se durmió luego de llorar durante un buen rato y luego se fue sin más, sin despedirse

— Hola, campeón, princesa— los saluda a ambos sonriendo

— Vienes a jugar fútbol tío? mamá me compro un balón nuevo

— Jugaremos campeón, ve a buscar esa pelota

— Yo también quiero— chilla Jessica entusiasmada

— Las chicas no juegan fútbol — le grita su hermano

— Claro que si y soy mejor que tú — su hermana corre detrás de él y ambos se van discutiendo

— Hola Miguel— lo saludo, él me sonríe y se acerca a mi

— ¿Cómo estás? Estás preciosa

— Qué te habías hecho? Te fuiste sin más Miguel— baja la mirada avergonzado

— Lo siento

— Miguel— pongo mis manos en su rostro — ¿Qué sucedió ese día?

— Nada— se aleja de mi

— Estabas mal hermano y

— Solo estaba ebrio Raquel, por favor, no hablemos más de ese día, si me desaparecí un mes fue porque estaba avergonzado

— Silvia debe de estar por venir, quédate si?

— Claro, pasaré tiempo con mis sobrinos— deja un beso en mi frente— tú donde vas?

— Una entrevista de trabajo

— Éxitos guapa— le sonrío y camino hacia la puerta, al salir veo a Silvia bajando de su auto

— Vas a una entrevista de trabajo o a ver a un chico? — es su pregunta riendo— estás preciosa

— Gracias por venir, Miguel está dentro

— Perfecto, hacía mucho no le veía

— Con suerte pronto te pago hermana— hace una mueca con su boca, al final tuve que pedirle dinero para pagar la renta

— No debes pagarme nada

— Claro que lo haré, te adoro— beso su mejilla

— Yo más, ve con cuidado— me despido con la mano, suspiro, espero hoy sea un buen día

— Raquel Wilson— suspira el dueño de la librería mientras yo estoy que las manos me tiemblan como gelatina— no tienes experiencia tratando con las personas

— Cómo que no? Estuve trabajando como camarera, traté con todo tipo de personas desde pervertidos hasta borrachos — el señor ríe

— Y te despidieron por? — trago en seco

— Un cliente se hizo el gracioso— el hombre ríe negando

— Raquel

— Señor Davids, necesito el trabajo, tengo dos niños y una demanda por su custodia pisa mis talones, tengo deudas y

— Basta, no intentes darme lástima — me sonríe — desde que te vi entrar por esa puerta lo supe Raquel, estás contratada y llámame Rafael—me extiende la mano, yo no sé si echarme a llorar o comenzar a dar saltos, al parecer comienzo a ver la luz en la oscuridad

★★★
Alonso
Pruebo la comida y el genio se apodera de mí, lanzo el plato al suelo de un manotazo

— No comeré esta porquería — le grito a la empleada que lo trajo y Lía se me queda viendo

— Alonso no está malo

— Está horrible— muevo la silla en la que debo ahora estar, la cual es parte de mi

— Lo ayudo señor— dice la empleada corriendo hacia mí, odio esa mirada que tiene ahora, la misma mirada con la que todos me miran desde el accidente, lástima

— Estás despedida — bramo— fuera de mi casa— sus ojos se llenan de lágrimas

— Alonso— chilla Lía poniéndose de pie— ya basta

— Cállate Lía — le grito, ella también me mira con lástima y lo odio, odio que mi vida se haya convertido en nada, se halla resumidas en una maldita silla de ruedas

— Debes parar ya— dice mi esposa entrando detrás de mí a la habitación — ya es la quinta empleada que echas Alonso, entiende que ninguno de ellos tiene la culpa de lo que pasó

— Y yo si? — cuestiono, suelto un manotazo cuando la maldita silla se queda atorada

— Te ayudo

— No Lía — la empujo lejos de mí y sus ojos se llenan de lágrimas — deja de tratarme así, no soy un maldito bebé y

— Estás en una silla de ruedas Alonso, necesitas ayuda

— No necesito a nadie— le doy la espalda, no quiero verla, no quiero que me mire como lo ha estado haciendo, me siento nada ahora frente a ella, no soy suficiente

— Estás siendo cruel— me dice, pero continúo sin mirarla—y recuerda lo que el doctor dijo— escucho la puerta cerrarse, se ha ido, si no la miraba es porque no quería que viera mis lágrimas.

Luego del accidente producto de este no puedo mover mis piernas, pero según los médicos no es para siempre, con tiempo y ejercicios quizás algún día logre volver a caminar, pero y eso que? ya mi carrera está acabada, mi vida no es la de antes, todo el que me mira ve solo una cosa, la silla de ruedas y entonces veo la lástima bailando en sus ojos

Los meses pasan, a pesar del esfuerzo, los ejercicios, todo es en vano, sigo sin sentir nada en mis piernas, sin poder moverlas, cada día que pasa me convierto en alguien distinto, ya en mi casa quedan pocos empleados, a algunos los he echado y otros simplemente se han ido, quizás deba hacer un cambio, Lía tiene razón, nadie tiene la culpa, solo ese que escapó dejándome tirado en el suelo

— Lía— entro al despacho, ella está sentada detrás del escritorio y me mira, nuestra relación ya no es la de antes, distancia es lo que hay entre nosotros ahora— ¿podemos hablar?

— Qué sucede Alonso?

— Quiero invitarte a cenar— alza una ceja

— Alonso creo que aún la cena no está

— No aquí, fuera, salgamos como antes

— Ya no es como antes— dice, mira la silla en la que estoy y luego mis ojos— por qué salir ahora? llevas tres meses encerrado aquí sin siquiera querer ir al médico

— Quiero pasar tiempo con mi esposa— prefiero ignorar su mirada hacia mi

— Ok— suspira, asiente dudosa— salgamos fuera— una sonrisa se forma en mis labios.

Llegamos al restaurante, mi chofer conduce la silla hasta la mesa reservada, siento la mirada de todos sobre mí y los murmullos también, Lía se sienta frente a mi sin decir nada, no sé cómo tomar su silencio

— Todos nos miran— masculla y trago en seco— es incómodo

— más para mí ¿no crees? — suspira sin decir más— mis padres mañana irán a la casa— rueda los ojos

— Para qué?

— Son mis padres Lía y

— y no me soportan y bueno, el sentimiento es mutuo— me quedo mirando sus ojos sin reconocer a la mujer frente a mi

— Lía, ¿qué sucede?

— Sucede que no quiero estar aquí Alonso, quiero estar en casa, todos nos miran y comentan y

— Y que? ¿Te avergüenza salir con un discapacitado?

— Ya no es como antes y lo sabes Alonso — masculla en voz baja bajando la mirada

— Lía? — un sujeto elegante se nos acerca, mi esposa lo mira y sonríe— Dios! que bella, que casualidad

— Estefan qué tal? — se levanta de la silla y con una amplia sonrisa saluda al desconocido para mí, intento no sentir celos, pero ver cómo la mira es imposible

— Yo bien y tú? Hace rato no hablamos, por cierto, quien es él?

— Ah— Lía me mira dudosa— es mi esposo— agrega algo más bajo luego de largos segundos

— No sabía que estabas casada — dice el sujeto comiéndosela con la mirada

— Pues ya lo sabes— digo alzando un poco la voz— ahora nos dejas solos? — sonríe mirándome

— Claro amiguito— deja dos besos en la mejilla de Lía tocando su cintura con sus manos, mi sangre hierve

— Quien demonios es ese?

— No empieces Alonso

— ¿Quién es Lía?

— Un amigo ¿si? qué te pasa? — suspiro y tomo algo de agua

— No te mira como un amigo

— Deja los celos Alonso

— Me evitas, llegas tarde en la noche, crees que no me he dado cuenta? Evitas tener intimidad conmigo — ella ríe

— Intimidad? por Dios Alonso, no puedes— niega mirando mis piernas

— Mis piernas no funcionan, pero otras cosas sí—le recuerdo, ella simplemente niega

— Es incómodo y — se calla

— ¿Y qué Lía?

— Que ya no puedo más Alonso— pone ambas manos en la mesa— estoy cansada, no nací para estar cuidando todo el tiempo de alguien, aguantando tus cambios de humor, hemos tenido que cambiar todo de lugar por culpa de esa maldita silla en la que te mueves, necesitas una enfermera no a mí, yo no nací para esto

— Lía

— Es mejor dejarlo, ya no es igual y lo sabes, ya no lo soporto más Alonso, no soporto salir y

— Te avergüenzas acaso? — la miro horrorizado

— Estoy cansada, eso es todo— se pone de pie— quiero el divorcio Alonso— camina hacia la salida

— Lía espera — voy tras ella como me lo permite esta cosa— ¡Lía! — grito, no espero a mi chofer y termino cayendo de la silla cuando salgo del restaurante, algunas personas fuera me miran, Lía voltea y se queda en shock al verme en el suelo— Lía yo te amo, no puedes dejarme— solo veo sus ojos llenos de lágrimas y sale corriendo—¡Lía!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.