Mi mejor versión

Capítulo: 6

Raquel
Los gemelos y yo caminamos por el parque hasta sentarnos en un banco, miro el reloj, aquí quedé en verme con Joan, el cual ayer fue a la casa, habló y jugó con los gemelos y les prometió hoy ir a llevarlos a un partido de fútbol, mis hijos aman el fútbol, ambos, cabe recalcar

— Aún no llega— se queja Jessica que es la más apegada a su padre

— Mamá ya es hora? debería estar aquí? — miro los ojos de Jacob

— Llegará pronto seguro, debe haber tráfico

— Pero el partido va a empezar — vuelve a quejarse Jessica, los miro con lástima

— Ya vendrá — murmuro, pero los minutos pasan y ya mis hijos están agotados, sentados a mi lado, sin hablar ni reír, tomo mi teléfono y decido llamar a Joan, pero este me cuelga la llamada, minutos después recibo un mensaje, simple: "No podré ir, lo lamento"... esas simples y cortas palabras que sé dañarán a mis hijos

— Mis amores— ambos me miran— papá no va a poder venir, tuvo un contratiempo

— No iremos al partido? — niego viendo los ojos de ambos, están tristes

— Pero podemos ir a pasear y que tal si los llevo al zoológico o a

— Vamos a casa mamá — dice Jacob levantándose

— Sí, vamos a casa— repite su hermana—estamos cansados— ambos comienzan a caminar a paso lento y sé que quieren llorar.

— ¿Qué les pasa a los gemelos? — cuestiona mi hermana que no sé por qué a esta hora está en mi casa— llegaron y con la misma se encerraron en su cuarto

— Joan los dejó plantados, iríamos a un partido de fútbol, no llegó, ambos están tristes — ella suspira — tú qué haces aquí?

— Discutí con Ángelo y vine a dormir contigo— suelta como si nada dejándome anonadada

— ¿Qué pasó?

— Nada importante, cosas normales— se encoge de hombros sin mirarme

— Silvia

— No quiero hablar— espeta— al menos no de eso— me mira y sonríe, que rápido cambia de humor — te he conseguido un trabajo Raquel

— Un trabajo? — sonrío ampliamente — hablas en serio? — asiente frenética — Dios Silvia me estás salvando la vida

— Dame las gracias cuando sepas de qué se trata — la miro entrecerrando los ojos

— Tan malo es?

— Aja— asiente, mi miedo aumenta

— Silvia no voy a acostarme con ningún viejo ni a bailar para uno ni

— Cállate loca— me grita riendo— no es nada de eso, ¿recuerdas a Aurora? — echo a andar mi cabeza

— Hablas de la vecina esa que tenías que era como la tía de Ángelo— asiente sonriendo

— Esa misma, bueno, hace poco hablamos y me dijo que ella trabaja en una casa de un millonario, sucede que dicho millonario tuvo un accidente, terminó en sillas de ruedas y necesita a alguien que le cuide y Aurora se encarga de buscar a ese alguien, le hablé de ti y encantada me dijo que fueras a la casa

— Silvia — murmuro pensativa— no sirvo para eso, no se nada de enfermos

— No está enfermo, solo no puede mover las piernas

— Ya ...pero qué tendré que hacer?

— Compañía nada más dijo Aurora—suspiro

— Pero por qué me decías al principio que era un trabajo malo?

— A eso— ella sonríe — es que el sujeto es... como decirlo— piensa unos segundos— es un ogro Raquel, no hay empleados en esa casa más que Aurora, todos se han ido, todos le temen, tiene un genio y un mal humor de primer nivel, en fin que es un maldito energúmeno, prepotente y mal agradecido, pero según Aurora no es mal hombre— me quedo desconcertada mirándola

— Entonces no podré, sabes bien que yo no tengo paciencia Silvia, exploto a la primera y además, están los gemelos

— Si aceptas tú y los gemelos vivirán en esa casa Raquel, eso dijo Aurora

— Ya, pero no, que va, no acepto, si el tipo es como dices no nos llevaremos bien, sabes que no acepto que nadie me trate mal ni en mala forma, dos bestias no pueden vivir juntas, acabaré despedida enseguida cuando ese hombre me diga algo que no me guste y lo mande al infierno— digo convencida de no aceptar, es imposible que yo dure en un trabajo así— en fin, no quiero

— No te he dicho la mejor parte

— Y esa es? — cuestiono, mi hermana sonríe con picardía y me dice el sueldo que me pagarán, mis ojos se abren como platos, ¿quién demonios paga esa fortuna por ser cuidado?

— Y entonces? — pregunta cuando me he quedado en shock

— Llama a la tal Aurora, mañana iré al trabajo

★★★
Alonso
Al salir de mi habitación veo a Aurora sonriendo frente a mi puerta, frunzo el ceño, esa sonrisa que tiene no es por nada bueno

— Suelta ya el chisme— le digo y ella me sigue hacia la cocina

— Ya encontré a la chica que lo va a cuidar y hará esta casa más feliz— ruedo los ojos

— Se irá Aurora y lo sabes

— No niño— niega convencida — ella no se va a ir, ella es diferente y necesita el trabajo

— Cuando viene?

— Casi ya la vas a conocer y hoy mismo le dije que debe empezar

— Perfecto— digo pensando que a mi primer grito echaré a esa chica de esta casa

— Pero no es todo, he hecho este contrato — Aurora me extiende un documento — bueno, lo hizo Richard tu abogado— asiento

— Para qué es?

— Ahí dice que por ninguna razón deberás despedir a la chica, haga lo que haga o diga lo que diga no podrás echarla— frunzo el ceño, no tiene sentido

— Aurora no he despedido nunca a nadie, todas se van porque quieren

— Pero ya te dije que ella es diferente y a ella querrás echarla— entrecierro los ojos

— Ok— pongo mi firma en el papel— ya está firmado, algo más que deba saber de la señorita? — Aurora se me queda viendo

— Vivirá aquí

— Todas se quedan aquí cuando las contratas, ¿tiene esta algo más que deba saber?

— no— responde y deja de mirarme, ¿por qué me parece que me esconde algo? No le doy importancia y voy a mi despacho, sé que enviará a la chica hasta aquí.

Minutos después siento dos suaves toques en la puerta, me acomodo en la silla

— Adelante— digo y la puerta se abre, entra una chica de pelo negro, ojos marrones y muy bonita, cabe decir, parece bastante joven y no es tan alta, al menos no la encontraría tan alta si yo pudiera levantarme

— Hola, soy Raquel Wilson y

— Ya sé quien eres— digo cortando sus palabras — mi sirvienta— sonrío al ver que frunce el ceño—supongo que ya has firmado el contrato si estás frente a mí, ahora Raquel, acércate, quiero que me lleves a la cocina y que me des de comer — comento solo para molestarla, a nadie le gusta ser mandado, la chica se me queda viendo, de seguro ya está pensando en renunciar

— ¿Se cree un bebé acaso? — espeta borrando mi sonrisa y dejándome desconcertado — mueva usted su silla, es un hombre, supongo que fuerzas debe tener, me dijeron que no podía mover las piernas, pero no le veo problema en los brazos — alza una ceja mirándome con interés

— ¿cómo dice?

— Veo que no solo tiene problemas en las piernas, sino que en los oídos además— bufa mientras yo estoy estupefacto — mueva usted la silla señor Black y por dios, puede usted comer solo— esto me lo dice gritándome como si en verdad fuera sordo, ¿quién es esta loca?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.