Mi mejor versión

Capítulo: 7

Raquel
¿Sirvienta? ¿quién se cree este hombre? está loco si creía que me iba a quedar callada y más cuando sé que no puede despedirme, al menos eso decía el contrato que he firmado, lo miro con más detenimiento, es rubio, se nota que es bastante alto y fuerte, tiene unos hermosos ojos verdes y una cara bonita, de seguro por eso se cree un Dios, por el buen físico que se carga

— ¿No has leído el contrato? — pregunta acercándose a mí, bajo la vista hacia él y retrocedo

— Por supuesto

— Está aquí para ayudarme señorita Wilson

— Ya— asiento mirándolo — pero de verdad es tan flojo que necesita que lo lleven como bebé a todos lados? — puedo oler su enojo desde mi posición

— Hará la comida al menos o quiere que yo se la haga? — cuestiona enfurecido, sonrío

— No estaría mal que se moviera un poco— murmuro sonriendo— pero no, la comida la hace Aurora, eso me dijo y ya está lista así que vamos, haber si me puede seguir el paso— río cuando rueda los ojos, abro la puerta y la cierro, sé que venía detrás de mí y escucho como maldice en voz alta.

¿Qué por qué lo trato de esta forma? La respuesta es sencilla, es mi trabajo y la verdad estoy amando este trabajo, sonrío mientras pienso en mi conversación con Aurora al llegar

Flashback

— Hola, mi niña— la señora me abraza como si me conociera de años, digo, me conoce, pero no teníamos esa amistad, luego mira a los gemelos que miran la mansión con la boca abierta— Hola guapos

— Hay piscina? — es la gran pregunta de Jessica

— Así es— ríe la mujer— pero no hay nadie quien la atienda la verdad así que no se puede nadar en ella— mis hijos resoplan

— Gracias Aurora, de verdad

— No me des las gracias, chica y vengan, les enseño sus habitaciones— la seguimos, voy atenta mirando toda la casa, es enorme, y el patio se nota que también aunque el jardín está marchito y la casa desolada, no hay nadie en ella más que nosotros, subimos unas enormes escaleras y luego caminamos por un pasillo, Aurora abre una puerta

— Aquí duermen los niños— entramos, es preciosa

— Mamá, queremos dormir contigo— suelta Jessica y ambos me miran

— Aurora, podría yo dormir también aquí, es que

— Claro guapa, aquí los tres entonces, luego acomodo todo— asiento, ella me hace unas señas y salimos mientras dejo a los gemelos que merodean por la habitación que es del tamaño de mi apartamento

— Supongo que mi hermana te ha dicho que necesitaba urgente el trabajo

— Así es, me ha hablado maravillas de ti— me quedo callada sin saber qué decir— me ha dicho que también tienes mal humor cuando te tratan mal y que no te dejas pisotear ni mandar— alzo una ceja, ¿en serio eso son maravillas, pilaré a Silvia

— Bueno yo

— Y eso es perfecto, tendrá que tener ese mal carácter para tratar con mi niño, solo así será contratada

— No la entiendo— niego— me está diciendo que debo tratar mal a mi jefe? ¿su jefe?

— Exacto, no es tratarlo mal, es solo tratarlo como él trata a todos, si te dejas pisotear es malo, Alonso ha creado un muro, solo mira esta casa, no hay nadie en ella, no sale hace meses, está lleno de complejos y se ha convertido en alguien con un corazón frío, nunca sonríe

— Y que es lo que en verdad quiere de mí?

— Que lo trates como si fuera alguien normal

— Bueno, no pensaba hacer lo contrario

— Por eso me agradas — la señora sonríe — quiero que tú y tus hijos le den vida a esta casa y a Alonso, que le lleves la contraria y lo saques de su encierro

— Pero me despedirá a la primera — expreso con pesar

— No podrá, lo hice firmar un contrato, hay una cláusula, léalo y verás — ella sonríe ampliamente.

Fin del Flashback

En el comedor Alonso come con tranquilidad, sin mirarme siquiera, yo hago lo mismo, pero sin quitarle la mirada de encima, sé que le molesta

— ¿Qué tanto ves? — me mira— ¿nunca habías estado cerca de un millonario? ¿Quieres una foto o un autógrafo?

— Nunca había estado cerca de un ogro, es más, pensé que no existían — se me queda viendo y deja la cuchara en el plato

— Comer contigo mirándome es imposible joder, es más, ¿qué haces sentada a la mesa? eres la sirvienta por dios, deberías estar a mis pies

— Jaja— digo en vos alta— bueno, estar a sus pies sería muy difícil, digo, no me rebajaría a tal nivel de ridiculez— el hombre resopla

— Maldita enana y loca

— Enana yo? — me coloco frente a su silla— mírese, debo bajar la mirada para poder verle y no tropezar con usted

— Si estuviera de pie no dijera eso

— Pero no lo estás— me encojo de hombros y me aparto cuando se empieza a mover, maldice cuando la silla se le queda atorada contra un mueble

— ¿Qué no me vas a ayudar? — vocifera mirándome por encima del hombro

— Que no eres capaz de quitar eso y pasar?

— Es tu maldito trabajo— me acerco a él

— Mañana comenzará los ejercicios— me mira confundido

— De qué hablas loca?

— para la rehabilitación, dice Aurora que no los haces, debes hacerlos

— Me da igual si no vuelvo a caminar—murmura sin mirarme, este hombre está lleno de dolor, tanto dolor que ya le da igual la vida que tiene

— Pero a mí no, no pienso cuidar a un bebé todo el tiempo— me fulmina con la mirada — además, necesita ejercitar sus brazos, estás muy flojo señor Black— agrego y sonriendo me alejo, al voltear lo veo mirarse los brazos, haré que este hombre vuelva a querer vivir aunque sea solo para querer matarme, es alguien lleno de odio, dolor y complejos y yo pienso cambiar eso.




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