Mi mejor versión

Capítulo: 11

Raquel
Cierro la puerta, pero me mantengo pegada a esta, ¡maldición! el único ahora con un problema no es Alonso, debería ser ilegal tener ese cuerpo y esa cara y esa voz y todo joder, todo en él es hermoso. Coloco una mano en mi pecho para que se tranquilice, menos mal que no tuve que bañarlo, aunque

— Diablos Raquel— me maldigo a mi misma y emprendo mi camino, encuentro a mis hijos con Aurora en la cocina, llegó el momento de hablar con ellos, me siento mirándolos a ambos

— Mamá dice Aurora que va a contratar a alguien para que nos enseñe a nadar, a los tres—dice una emocionada Jessica

— Eso es fantástico mi amor— le sonrío— mis amores necesito decirles algo— ambos me miran, trago en seco

— Qué cosa mamá?

— Joan hoy quiere verlos— Jessica sonríe

— Bien mamá, cuando viene? — pregunta Jacob con curiosidad

— En la tarde, pero no solo vendrá a verlos, los llevará a conocer la casa de él— ambos se miran entre sí

— Pasaremos tiempo con él en su casa?

— Así es

— Cuanto tiempo? — cuestiona Jacob preocupado

— Un día, los buscaré mañana en la tarde y

— No irás tú con nosotros? — interroga Jessica, ambos reflejan tristeza cuando niego

— No puedo mis amores, tengo trabajo

— Pero no queremos ir sin ti, ¿es obligado? — mi cabeza se mueve sola y asiento, maldición!

— Pero Joan es vuestro padre, él los quiere mucho, sé que los va a llevar a jugar y a comprar cosas chulas y podrán — ambos se levantan sin dejarme terminar y salen de la cocina sin más

— Dales tiempo— Aurora coloca una mano en mi hombro— ya se irán adaptando

— Quizás ellos se adaptan, pero yo no— murmuro con la vista perdida—no voy a aguantar estar todo un día lejos de ellos

— Al final te vas a acostumbrar Raquel, ya verás— me levanto de mi silla

— Lo peor de todo es que no sé que hará Joan, no sé si será un buen padre, es más, creo que no lo será, todo esta actuación lo hace por una razón no porque los quiera con él— admito y salgo de la cocina, al llegar al gimnacio escucho la frase favorita de Alonso cuando hace los ejercicios

— ¡No puedo! — le grita al pobre chico— y nunca podré, ya te largas— el muchacho se va sin poner resistencia y me acerco al hombre que parece agotado con sus hombros abajo

— Te convertiste en el mejor jugador de fútbol — digo, él me mira— aun cuando tu familia estaba en contra, tu padre te quería a cargo del negocio familiar, pero tu que hiciste? te impusiste, le dijiste que no e hiciste lo que querías y salió bien, triunfaste demostrando que no necesitabas a nadie para lograr lo que querías

— ¿Cómo sabes eso? — sonrío

— Internet — respondo sin más — apuesto a que en todo ese tiempo, jamás dijiste la frase no puedo, Alonso — me agacho frente a él mirando sus ojos—si repites esa frase no podrás, créeme, pero si quieres lograr algo entonces di que puedes y trabaja en ello sin rendirte

— Hablar es fácil — masculla acercando su rostro al mío—tú no sabes lo que es estar en una silla de ruedas Raquel, tú no lo has perdido todo, tú no le has dado la espalda a tus amigos y familiares porque te miran con lástima, no hables si no sabes nada

— Tienes razón, nunca he estado en una silla de ruedas y tienes razón nunca le he dado la espalda a mi familia, ¿sabes por qué? porque ellos me la dieron a mí, mientras tus padres se mueren por hablar contigo los míos desearían que yo no existiera porque según ellos los hago ver mal ante otras personas — sonrío con tristeza — a mis amigos les di la espalda sí por una persona que no valía la pena y no, no lo he perdido todo porque nunca he tenido nada, solo tengo a mis hijos y ahora hasta puedo perderlos porque— me callo, a este hombre no le interesa si Joan me quita o no la custodia de los niños

— Raquel

— Disculpa— me pongo de pie sin mirarle— no debería hablarle sobre mi vida lo sé, no le interesa, ¿necesita algo ahora mismo? — él niega

— A donde vas? — cuestiona cuando comienzo a caminar

— Ya que no me necesita iré con mis hijos, ellos sí que me necesitan— asiente y hay algo de duda en sus ojos, yo solo salgo de ahí antes de que haga alguna pregunta que no quiero responderle, no a él

★★★
Alonso
¿A qué se refería con perder a sus hijos? maldita sea, ahora no dejo de pensar en la enana loca, pero también pienso en lo siguiente que haré y eso me hace feliz.
Me muevo hasta salir al patio, pero me detengo cuando veo a Raquel a lo lejos, sus hijos están a su lado y frente a ella hay un sujeto bien vestido que le sonríe en todo momento

— Pobre la chica— suspira Aurora que se ha detenido a mi lado

— Quien es ese? — es mi pregunta mirando al sujeto con desconfianza

— Es su exmarido, puedes creer que quería la custodia de sus hijos? — y ahora mi pregunta tiene respuesta — y no solo eso, sino que logró llegar a un acuerdo y ahora los tendrá dos días a la semana con él, hoy vino a buscarlos para quedarse todo un día con ellos, la pobre Raquel anda devastada

— Cuál es su nombre?

— Joan Ferrer, eso creo— asiento pensando en ese apellido, lo he escuchado antes, veo a Joan alejarse con los niños y me acerco a Raquel

— Todo bien? — ella me mira asombrada por mi pregunta

— Le importa?

— Por supuesto, quiero que salgamos, pero salir con alguien con cara de velorio sería fatal para mi imagen

— Quiere salir— repite como si no se lo creyera, yo asiento

— Así es, vamos, te toca empujar mi silla— alza una ceja

— Pero hay un chofer y

— Quiero andar a pie Raquel

— Ya— ella achica los ojos— usted no camina, pero yo si y me cansaré

— Eso es una queja? dime, ya hiciste tu carta de renuncia?

— Idiota— se coloca detrás de mí y comienza a empujar la silla— a donde iremos?

— Yo la guiaré

— Ya que hablamos sobre salir quiero que sepa que en dos días saldremos a una reunión familiar

— Está loca si cree que

— Yo estoy cumpliendo con todo, haga usted algo Alonso, además, no serán muchos los que estarán ahí, solo familiares y amigos, nada difícil para usted

— No iré — digo tajante

— Le entiendo— comienza ella— tiene miedo a esas miradas, no quiere que lo vean como poca cosa insuficiente

— no soy poca cosa— mascullo

— Entiendo que odia esas miradas y claro quién no tendría complejos

— No tengo

— Sé que es difícil para usted señor Black, sus inseguridades lo motivan a seguir en la casa y

— Iremos— digo callando sus palabras

Llegamos a algo parecido a un campo luego de mucho tiempo caminando, bueno, Raquel camina yo voy sonriendo, sabiendo que ella no puede más

— Alonso esto cansa

— Se está quejando

— De verdad, no puedo respirar — suelta mi silla, literal estamos en medio de la nada porque no hay casas ni personas alrededor

— Y luego quien es el flojo— me muevo para quedar frente a ella y la miro, está pálida — Raquel— menciono, pero antes de poder hablar la chica se desploma, soy rápido y cae sobre mis piernas, ¡Diablos! me he pasado— Raquel despierta — la llamo, toco su rostro, pero no hay respuesta, mi preocupación aumenta mirándola y sin pensarlo mucho la acomodo en mis piernas y comienzo a mover la silla lo más rápido que puedo, ¿estará respirando? me pregunto mientras continúo, los brazos me duelen, estoy cansado y mi corazón se quiere salir del pecho por el esfuerzo, siento miedo

— Vamos despierta, no me hagas esto— le pido con voz agitada— maldición Raquel— llego a la casa— ¡Ayuda! — grito entrando por el portón y me detengo justo frente a la puerta cuando Raquel se mueve en mis piernas, la miro, sus ojos me miran ¿divertidos?

— Gracias— dice y se levanta— fue muy cómodo el viaje de vuelta, no tuve que caminar— ella comienza a reír, yo la miro atónito sin poder reaccionar ni hablar por el ejercicio que acabo de hacer

— Dices — tomo aire antes de seguir— que todo fue actuado? Es una broma? — ella sigue riendo, yo estoy al explotar de la rabia, maldita, hija del diablo, me tendió una trampa y yo de estúpido, pero me las va a pagar

— No sabía que se iba a preocupar tanto Alonso — sigue riendo, yo la miro serio y ella deja de reír

— No dejes de reír — digo mirando sus ojos— tienes una sonrisa muy bonita— me mira desconcertada, se sonroja, yo aguanto la risa

— ¿Cómo dice? — cuestiona incrédula

— Que me encanta verte reír Raquel, me fascina—expreso viendo como se ha ruborizado, ¡vaya! no le soy indiferente a la loca y ahora es mi momento de reír.




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