Comenzaré por explicaros cómo viví yo, hace ahora dos años, el inicio de la guerra: Era el 19 de julio de 1936. Yo estaba sentada en casa con mi hermano mayor, Josep, intentando encontrar alguna cosa que hacer aquella tarde y romper un poco con la rutina de estar siempre en casa.
Al cabo de un rato, Josep propuso ir a la playa y caminar un poco por allí. A mí me pareció una buena idea y acabé aceptando. Pero, mientras preparábamos todo lo que necesitábamos para ir, oímos, de repente, un gran estruendo que venía de la calle y, seguidamente, a mucha gente gritando y corriendo. Rápidamente, los dos salimos para ver qué pasaba. Al ver a un amigo de Josep entre toda la multitud de personas que corrían desesperadas, aprovechamos para preguntarle qué demonios estaba pasando. Su respuesta nos dejó helados. Hizo que nuestro mundo se viniera abajo. Ojalá nunca haber tenido que oír aquellas palabras. "La guerra... ya está aquí", dijo con un miedo enorme reflejado en sus ojos.
Después de eso, lo que hicimos fue avisar a nuestro padre y a nuestra madre. La primera idea que tuvimos fue huir, y precisamente fue lo que estuvimos preparando durante las semanas siguientes. A medida que recogíamos todo lo que nos llevaríamos, los disparos que se oían fuera se iban multiplicando y, con ellos, también las víctimas.
Fue un par de días antes de marcharnos cuando el ejército republicano reclamó los servicios de Josep y de papá (quien se había hecho miembro de Esquerra Republicana de Catalunya en los últimos años). Ellos, sin muchas opciones, accedieron a ir a luchar contra los franquistas. Mi madre y yo nos quedamos en casa.
Pero, como ya he dicho, eso pasó hace casi dos años. Ahora mismo, mi madre y yo seguimos esperando noticias. No sabemos dónde están ninguno de los dos, ni el papá ni Josep. Aun así, seguimos manteniendo viva una vía de escapatoria.
1938.